Pov. Briana
Actualidad.
Mil llamadas telefónicas de Damian. Este hombre no descansa nunca.
—Bri, te he estado llamando.—Dice por la línea telefónica.
—Damian, tengo cosas que hacer y mi vuelo no sale hasta las seis de la tarde.
—Entiendo, nos hace mucha ilusión que vengas. Laila te ha hecho un montón de dibujos y nuestros padres ya te han mirado el apartamento.
—Damian... ¿Qué hablamos? No me quedaría a vivir en New York. —Suspiro.
—Llevas desde los dieciocho en Italia. Robert ya te tiene un hueco en el bufete de abogados, solo es cuestión de que vengas. Sheila ya está apunto de dar a luz y queremos que seas la madrina de Luca.
—¡oh! ¡Que tiernos!—Es lo único que puedo decir.
—Laila se puso celosa al saber que su tía no es su madrina.
—Damian, se lo que intentas.
—Te dejo, tengo que ir a trabajar y voy a conducir. Te quiero, enana.
Colgué la llamada cansada de la situación.
¿Cómo mierda les dices a tus padres que estás embaraza?¿ Y al energúmeno de tu hermano?
Cosas peores se han visto.
Mire mi barriga abultada de tres meses. Si voy a tener que ir a Estados Unidos tendré que hablar con mis amigos.
Seguramente preguntarán, ¿Quién es el padre del bebé?
Un desgraciado que no se acordó del condon antes de poner la salchicha y cuando se enteró del pastel, me dejó.
...
Me encontraba esperando a Julián y a Camilo, unos de mis mejores amigos. Sincermante me apoyaron mucho a lo largo de mi estadía aquí en Italia.
—Son muy lentos.—Reproché. —Las pizzas se están enfriando.
—No te quejes. Mira lo que traje.—Dice Camilo levantando una botella de vino. Cuando le hiba a reprochar este se me adelantó. —Y para ti, zumo de uva.
—Le dije a Camilo que lo comprara, el idiota quería traerte también vino, para que el bebé saliera con carácter. — Dice Julián
Miré mal a Camilo.— Muy mal. Un trozo menos de pizza.
—Chivato.—Le da una nalgada a Julián.
—No me des así, que sabes como me pongo, amor.
—Aquí no, aquí no. —Dije tapándome la cara con las manos.—Soy una pobre inocente.
—Dejemos el drama. Dentro de tres horas te vas a USA.
—Los echaré de menos. Por lo que me contó mi hermano, mis padres se encargaron de comprarme un apartamento.
—Eso es genial, ¿les contaste lo del bebé?
—No.
—Que pena perdernos esa escena.
—Come y calla. —Le dije a Julián.
...
Las tres horas se me pasaron como si nada. Mis dos maletas ya estaban abordo del avión.
Adiós Italia
El vuelo era un poco movido. Turbulencias por momentos y botellas de agua rodando por los pasillos.
Entre tanto movimiento logré dormirme un poco. Aún quedaban cosas que debía pensar.
—Señores pasajeros, ya hemos llegado a Estados Unidos. Bienvenidos y disfruten de su estadía, les habla el piloto.
Con cuidado fui acercándome a la salida y con mil formas de decirle a mis padres que estoy embarazada pero no hay palabras disponibles para tal noticia.
Con mis maletas a cada lado logré divisar a mi hermanos con mis padres al lado.
Briana tranquilizate.
—Por fin estás aquí.—Mi padre corrió a abrazarme. —Y un poco pesada.
—Papá. — Las lágrimas decoraban mi rostro. —Mamá.— Los abracé como nunca.
—¿y para mí no hay un abrazo?—La voz de arrogante de mi hermano se hizo presente.
—Claro que sí idiota.—lo aplasté entre mis brazos.
—Bienvenida a casa.
...
Llegamos a la casa de mis padres pero antes fuimos al departamento a dejar mis maletas.
Al parecer mi padre me quiere cerca de su trabajo para meterme si o si en su empresa. El departamento queda enfrente casi del bufete.
—¿Dónde está Sheila?
—Aquí estoy, cuñada.
Cuando la vi con tremenda panza me quería dar un soponcio. Yo estaré así dentro de unos meses.
Serás una vaquita
—¿Qué se supone que esperas, trillizos?
—No lo sé, ¿tu que esperas? —Dijo susurrando.
—Ni se te ocurra, Sheila.
—Esperaré hasta que se lo digas.
Me acerqué a ella para abrazarla.
—Se te echaba de menos por aquí.
—Tía, Tía. —La pequeña Laila de pelo rubio y ojos castaños como los de mi hermano, se abalanzó a mi para abrazarme una pierna.
—Mi enana favorita.
—Te he hecho un regalo.
—Después de comer lo veo, ¿si?
—Vale. —Dice lanzandome un beso.
...
La comida estaba llena de comentarios graciosos, de historietas de mi hermano.
—¿Qué tal por Italia? —Pregunta Sheila con intenciones detrás de esa cuestión.
—Todo bien. Padre, madre, Damian...
—No me digas que te vas.—Dice asustada Helen , mi madre.
—Para nada. Estoy embarazada.
Mi padre me miró con los ojos abiertos como platos.
—Ani llévate un momento a Laila.— Dijo mi padre, miró que su nieta estaba lejos y siguió —¿Quién es el padre? ¿Dónde está?
—Lo dejamos y no quiere hacerse cargo.
—¿Sabes que es?—habla mi madre.
—Va a ser un niño.
—Felicidades, Bri.—Sheila me sonríe.
—Voy a ser abuela otra vez. —Mi madre se acerca a mi.—Siempre estaré contigo, no hace falta que tengas a un hombre para lograrlo.—Robert se levanta de su sitio para ir afuera. Damian se fue detrás de él.—Déjalo, lo está asimilando.El cabeza hueca de Robert lo entenderá, estoy segura.
...
Cuando se hizo de noche decidí hablar con mi padre que llevaba desde que comimos en el patio.
—Papá.
—Quiero que sepas que te apoyaré en lo que sea.
—Papá, lo sé. —Me senté a su lado. —¿Crees que no me dio miedo? Tengo veinticinco años, recién estoy empezando a trabajar como abogada.
—Eres mi pequeña, Briana. Mi estrellita. Lo que llevas ahí es mi nieto que será otra estrellita para mi. No quiero que te marches y menos ahora que se que vas a tener un bebé. Me gustaría verlo crecer.
—Papá.
—Desde que pasó lo que pasó, te fuiste con tu tía a Italia y solo podía hablar contigo por llamadas y ahora que estas aquí, no quiero que te marches.