Pov. Briana
Despertar por grandes ventanales llenos de luz es lo más hermoso.
Revisé mi teléfono y tenía trece llamadas de parte de Julián y unas quinientas de Camilo.
—Tus tíos de Italia son muy pesados, pequeñín.
Me arreglé para irme corriendo a desayunar. Iré a visitar a mi padre a su oficina. Si me quedaré aquí y encima tendré que trabajar con el, tengo que ir.
Mi desayuno se trataba de tres tostadas con queso de untar y un zumo de naranja que estaba en la nevera.
Me puse mis zapatillas blancas y una blusa vestido para que no se notará mi barriga. Mi cabello tenía vida propia me tuve que hacer una coleta por el calor que hacía en la ciudad.
Cogí las llaves que me dejó Damian, mi bolso y unas gafas de sol.
—¿Cómo mierda se cierra esta cosa? —Susurre más para mi pero al parecer alguien escuchó.
—Siento ser un intrometido pero creo que tienes que empujar la puerta hacia ti y subir un poco la llave. —La voz del hombre es suave pero ronca.
Hice lo que me dijo y logré que se cerrara.
—Muchas gracias.—Me giré de donde procedía la voz.
—De nada, mujer. Encantado, soy Zac Ross. Me ha pasado lo mismo con la puerta... espera un momento. ¿Tu no eres la hermana de Damian Davis?
—Encantada, y si soy Briana Davis. —Me puse pensativa buscando en mis recuerdos donde estaba aquel nombre hasta que caí en cuenta que era el mejor amigo del nombre que me prohibí decir.
—Cuanto tiempo Briana. Han pasado tantas cosas.
Por el rabillo del ojo vi mi reloj de pulsera.
—Zac,¿ te parece si hablamos en otro momento ? Tengo que ir a la oficina de mi padre.
No lo dejé acabar por que no tenía ganas de hablar de lo que sabía perfectamente que quería hablar.
...
Crucé la calle para entrar al edificio de enfrente, el bufete de abogados de los Davis.
Suena ridículo.
—Podría pasar al despacho del Señor Davis.
Una mujer sonriente, canosa y un poco regordeta, me miró. —¿Quién lo busca?
—Soy su hija, Briana Davis.
La mujer hizo una "o" con la boca.
—Señorita Davis, disculpe mi falta de educación. Puede pasar, ahora mismo se encuentra con un cliente pero dentro de poco acaba.
—No se preocupe, ha hecho un buen trabajo.
Miré las escaleras y me quería morir.
—Señorita Davis. —La voz de la mujer de recepción me sacó de mi trance.
—Dígame.
—Se me olvidó darle la tarjeta del ascensor.
¡Bendita mujer!
—Muchas gracias.
...
Subí al piso donde se encontraba el despacho de mi padre.
—Buenas, me llamo Cristina, me gustaría saber a que vino y qué servicio necesita.
—Cristina, me alegro que hagas tu trabajo pero vengo a ver a mi padre.
—¿Me podría decir su nombre?
—Briana Davis.
—Lo siento.
—No te disculpes, por dios. El cliente ya debería de haber salido. Yo iré a mirar, no te preocupes.
Toqué la puerta del despacho de mi padre.
—Adelante. Estrellita, que sorpresa. No pensé verte aquí hasta la semana que viene.
—Pensé pasar por aquí antes de tiempo así me enseñas un poco esto. Tengo ganas de comenzar a trabajar.
—Vale, ahora mismo te enseñaré.
...
Mil vueltas tuve que dar con Robert para llegar a ver el despacho donde estaré.
—Este despacho fue decorado por Sheila.
—Es súper lindo. Ella sabe lo que me gusta aún.
Robert me entregó las llaves de la oficina y una tarjeta para entrar al comedor de la empresa.
—Comenzarás cuando quieras. A tu disposición tendrás los casos que han confiado en nosotros y que no se han resuelto.
—Tengo que comenzar para conseguir dinero para cuando nazca el bebé.
—El dinero es lo de menos, Briana. Como tu padre y tu madre también, te apoyaremos en lo que sea.
—Quiero valerme un poco por mi misma. —Le toqué el brazo. —Es un detallazo ese departamento.
—No es nada, Estrellita.
...
Comí con mi padre en un restaurante cerca de la oficina.
— ¿ya viste tu nuevo coche?
—¿nuevo coche?
—Si, esta en el garaje. Briana, te mereces lo mejor. Además, eres mi hija.
—Papá, te pasas.
—Solo te doy lo que quiero darme. A mis hijos lo mejor.
—Siempre nos consientes de más. Ya me contó Damian que le regalaste un pony a Laila, te quiere matar.
Mi padre se empezó a reír a carcajadas. —tu hermano para tener veintiocho años esta muy amargado. Yo tengo que volver a la oficina,¿ quieres que te lleve a la casa?
—No hace falta. Iré caminando, tengo que buscar a un ginecólogo.
—Cualquier cosa me avisas o me llamas, ¿si? Cuídate.
...
En busca de hospitales y de buenos ginecólogos, se fue mi tarde volando.
Tendré que buscar un hospital privado. Porque a este paso no tendré una revisión exhaustiva.
Mejor aún, hablaré con Sheila y que me diga cual es su ginecólogo.
A este paso moriré de cansancio.
—Me apetece un batido de fresa. —Caminé hasta una cafetería que al parecer no estaba muy llena. Me senté en una silla cerca de la ventana.
El local tenía aires vintages, usa colores rosa pastel, morado pastel....
—Bienvenida , Me llamo Selena y hoy le voy a servir, ¿qué desea?
—Un batido de fresa muy grande y un poco de tarta de queso.
—En cinco minutos estará listo su pedido.
Me puse a jugar con una servilleta mientras esperaba, de pronto mi móvil sonó.
Al ver el nombre de la persona, colgué derrepente. Inútil. Ahora me quiere llamar.
Giré mi cabeza mirando a la ventana de al lado observando la de gente que pasaba por ahí. Una camioneta negra entera pasó como a cámara lenta y ahí pude mirar unos ojos azules inconfundibles.
Al mismo tiempo me levanté como pude para salir a verlo mejor pero la camioneta iba muy rápido.
—Ya me estoy volviendo loca. —Susurre.
Entré rápido al café, todos me estaban mirando como si de un manicomio había salido.
—¿algún problema señorita?