Era mi día libre, día de descanso.
Pero Callie no estaba en casa ya que extrañaba a Kate y fueron a comer helado juntas.
Las traidoras no se dignaron a invitarme por lo menos.
Vi a Asher ir de un lado a otro por la sala, buscando su botella de agua y las llaves de la casa.
—¿Ya te vas? —pregunté, ya que él y yo éramos los únicos en la casa.
—Por desgracia, si. ¿Haz quedado con Kate o algo por el estilo?
—No, debe estar con Callie haciendo Dios sabe que cosas.
—Entonces, ¿te vas a quedar sola en casa?
Asentí y Asher miró su teléfono rápidamente.
—Hay una sala de descanso en el gimnasio hoy, puedes acompañarme para que no te quedes todo el día aquí. O podría quedarme contigo, tú eliges.
—Asher, no es necesario que canceles tus planes por mí. Puedo manejar estar sola en casa, ya lo he hecho antes —le dije, intentando eliminar cualquier preocupación que pudiera tener.
Él se acercó y colocó una mano con ternura sobre mi pequeño vientre.
—Quiero que te cuides, Nyx. Además, no es una mala idea que vayas conmigo. Puedes relajarte en la sala de descanso mientras yo entreno.
—Si me vas a llevar a ver como varias mujeres te comen con los ojos mientras te ejercitas, no quiero, no es el mejor plan que hay.
—¿Celosa, corazón?
Asher soltó una risa suave.
—No te preocupes por eso. Ir al gimnasio no es para el espectáculo visual, está repleto de hombres. Ni una mujer. El que debería preocuparse soy yo. Y si prefieres quedarte en casa, está bien, pero asegúrate de descansar.
—¡Oye! Te olvidaste de mencionar eso de que solo hay hombres. Entonces no tengo nada de qué preocuparme.
—Ups, olvidé de comentarlo antes —dijo, disfrutando lo que decía—. Además, solo tengo ojos para ti —respondió, dándome un beso rápido antes de salir.
—¡Espera! Voy contigo.
Fui la primera en subir al auto, antes de que Asher arrancara para ir al gimnasio.
—El dueño es un amigo mío, así que si te permitirá entrar, me debe un favor. Mejor dicho, muchos favores.
Llegamos al gimnasio, y mientras Asher se preparaba para entrenar, me dirigí hacia la sala de descanso. Aproveché para relajarme y disfrutar de la paz que se sentía, de una bebida que había pedido y de la música que sonaba a través de los parlantes.
Vi cómo mi futuro esposo se dirigía hacia el área de pesas, y saludaba a algunos hombres a su lado. Su figura imponente se destacaba entre las demás personas en el gimnasio. Llevaba una camiseta ajustada que delineaba cada músculo de su torso, y en un momento, me quedé embobada mirándolo. Como si no existiera otro hombre, solo él.
Con una sonrisa de confianza, Asher se acercó a la estación de pesas y comenzó a despojarse de la camiseta qué traía, cada movimiento estaba lleno fuerza, revelando unos músculos bien definidos que se le tensaban con cada movimiento.
Él si qué era una completa obra de arte.
Sus ojos se encontraron con los míos por un instante, y yo los aparté rápidamente, con las mejillas rosadas cuando se dio cuenta que me había quedado mirando su cuerpo.
Durante los primeros minutos, miré como Asher trabajaba con las pesas, haciéndolo ver tan fácil y no pude evitar sentir atracción hacia él, al verlo de esa manera.
Cada músculo se contraía y se relajaba cuando se movía. Aunque traté de desviar la mirada para no parecer demasiado obvia que babeaba por él, mis ojos inevitablemente volvían a él.
¡A quién carajos le importaba! Es mi prometido después de todo.
Al final, el resto del tiempo la pasé leyendo un libro que había traído conmigo. Claro que de vez en cuando -muy seguido-, levantaba la vista de las páginas para admirar la increíble vista.
Y Asher tenía razón, ninguna mujer rondaba por aquí aparte de mi. Ni siquiera en el personal de recepción habían mujeres.
Sin embargo, mi atención se vio interrumpida cuando un chico joven se acercó a mi, con una sonrisa coqueta.
Vestía ropa de entrenamiento ajustada que resaltaba su figura atlética aunque bastante delgada, y una energía juvenil que contrastaba con la intensidad de Asher.
Porque había qué admitirlo, mi futuro esposo, estaba a otro nivel.
—Hola, chica bonita. ¿Te gustaría que te muestre cómo se hacen correctamente esos ejercicios? —dijo, flexionando sus propios músculos.
Sonreí ante el intento de flirteo, no pude evitar sentir pena ajena por el pobre chico cuando lo vi hacer eso y mi mirada se desvió hacia Asher, quien continuaba con su rutina sin prestarle atención al chico, pero decidí ser clara y cortés.
—Hola, gracias, pero estoy bien. Solo estoy esperando a que mi prometido termine su entrenamiento.
El chico pareció no inmutarse y se apoyó contra una mesa cercana.
—Vaya, ¿prometido? ¿Eres demasiado joven para estar comprometida, no? —dijo con una risa juguetona.
Fruncí el ceño ante el comentario y me ajusté la cadena de mi collar nerviosamente.
—Tengo 24 años, y mi compromiso no tiene que ver con la edad... Ni contigo.
El chico se encogió de hombros, como si no le importara mucho.
—Bueno, yo tengo 19. Pero eso no debería ser un problema. A veces, las mujeres mayores buscan algo nuevo y emocionante. Si estás con alguien desde tan joven, seguro te aburres rápido.
¿Aburrirme? ¿De Asher? Pff, si claro.
Mi paciencia comenzó a agotarse, y decidí ser más directa.
—Lo siento, pero no estoy interesada. Además, deberías respetar las relaciones de los demás —dije, como si fuera obvio.
Justo cuando mi paciencia llegaba a su límite, miré la sombra qué está detrás del chico, que insistía en coquetear y no pareció notar de inmediato, pero su actitud cambió rápidamente cuando escuchó la voz de Asher.
—¿Hay algún problema aquí? —inquirió él con voz firme, su tono indicando que no estaba dispuesto a tolerar ningún juego.
El joven, al darse cuenta, giró para encontrarse cara a cara con mi hombre y parpadeó sorprendido, evidentemente intimidado.
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Editado: 15.02.2025