Sombras del Pasado

32

El día finalmente había llegado.

La bolsa de hospital estaba lista, desde hace mucho tiempo, pero las contracciones no me permitían pensar en nada más por el momento.

Asher me ayudó a entrar al auto, y durante el trayecto, cerraba los ojos, tratando de respirar.

Era casi las dos de la mañana, que niña tan madrugadora.

Solo que a medida que las contracciones aumentaban en intensidad, mi paciencia se desvanecía.

—¿Puedes manejar un poco más rápido? —solté, acomodándome en el asiento del auto.

—Nyx, estoy yendo a la velocidad permitida y segura. No quiero arriesgarnos, llegaremos en dos minutos.

—¡No sé si puedo hacer esto, Asher! —exclamé—. ¡En la vida volveremos a tener sexo!

—¡Oye! No puedes amenazarme así. ¿En serio estás pensando en eso en este momento?

—¡No puedo evitarlo! ¡Esto duele como el infierno!

Después de sufrir por un par de minutos más, llegamos al hospital. Nos dirigimos al área de maternidad, donde las enfermeras nos recibieron.

Las contracciones seguían, y cada vez eran más intensas.

—¿Cómo pueden las mujeres tener más de dos hijos? No recordaba que esto fuera así, con Callie no dolió tanto.

Asher sonrió, tratando de aligerar el ambiente, mientras me trasladaban a la habitación.

—Dijiste que querías una familia grande.

—¡Estoy reconsiderando mis opciones!

—Respire hondo, señora Harper. Todo saldrá bien —dijo una de las enfermeras.

Mi esposo estuvo a mi lado todo el tiempo, cada vez que sentía dolor, apretaba su mano con mucha fuerza, como si eso pudiera aliviarme de alguna manera.

Estaba acalorada, cansada y sentía que mi cuerpo ya no daba más.

La enfermera dijo unas palabras que no pude entender completamente, y luego, el sonido del llanto de nuestra bebé llenó la habitación.

—Lo hiciste, corazón. Lo hiciste —susurró, pegando su frente a la mía.

Me apoyé de nuevo sobre la cama y miré como envolvían a nuestra bebé en una manta.

—Ya eres papá, Asher.

Se acercó para besar mi frente, para que después otra enfermera me pasaba a nuestra hija para cargarla en mis brazos.

La sensación de su manita agarrando mi dedo me llenó de felicidad y no me di cuenta que estaba llorando hasta ese momento.

—Hola, Mia. Hola, pequeña —dije en voz baja, intentando calmar su llanto.

Y funcionó, en cuanto la acerqué más a mi cuerpo, su llanto se detuvo.

—¿Quieres sostenerla? —pregunté, extendiéndole con cuidado a nuestra hija.

Sin embargo, él no aceptó de inmediato.

—¿Asher?

—No... No lo sé. Se ve tan pequeña y frágil, qué no quiero lastimarla —confesó.

Intenté tranquilizarlo de que eso no iba a pasar y una enfermera le explicó como cargar a Mía. Hasta que aceptó, más seguro, permitiendo que Mia pasara de mis brazos a los suyos.

Con cuidado, llevó sus grandes manos alrededor de la diminuta figura de nuestra hija.

—Hola, linda —murmuró con voz suave, acariciando con delicadeza la cabeza de Mia.

Ella estaba tranquila en sus brazos, como si supiera que estaba con su padre y Mia abrió sus ojitos, mirándolo con curiosidad.

Sus pequeñas manos se movían ligeramente, y ella empezó a sonreír.

—Es perfecta, Nyx. —dijo, sin apartar la mirada de Mia.

Nuestra hija se veía diminuta al lado de la figura grande y musculosa de su padre. Él la sostenía con delicadeza, como si fuera algo supremamente delicado.

Era algo completamente nuevo ver a mi esposo, que generalmente es fuerte y seguro, tener este comportamiento tan tierno al sostener a nuestra pequeña.

Era la primera vez que él experimentaba el nacimiento de una de sus hijas.

—¿Segura que no quieres tener otros dos bebés más?

—¿Otros dos bebés más? Claro, porque el parto es tan sencillo y divertido, ¿verdad? —respondí sarcástica, aunque con una sonrisa—Si los vas a parir tú, por supuesto. Por ahora, ocupémonos de las dos. ¿Si, cariño?

Soltó una risa suave, devolviendo la mirada a nuestra bebé.

—¿Qué opinas tú, Mia? ¿Te gustaría tener dos hermanos más? —le preguntó con una expresión juguetona.

Mia, dio señales de querer volver a llorar, y Asher me la pasó de inmediato.

—Creo que Mia no está de acuerdo, cariño. Parece que la idea de dos hermanos más no le convence del todo. ¿No es verdad, preciosa? —añadí con una risa suave, mientras acariciaba la cabeza de Mia para calmarla.

—Eso ya lo veremos después.

—Ajá.

///

En la habitación del hospital, nos llegaron regalos de amigos cercanos y familiares. Peluches, pañales y tarjetas llenas de buenos deseos.

Porque dos días después del nacimiento de Mia, y nos dieron el alta para volver a casa.

Por lo que mientras yo me encargaba de que nuestra hija estuviera cómoda en el auto, mi esposo organizaba la maleta qué habíamos traído.

Al regresar a casa, Alice, Kate y Callie nos estaban esperando en la entrada.

Asher tomó a nuestra hija en brazos, mientras caminábamos hacia la puerta.
Ella no paraba de observar todo a su alrededor, el jardín y el pequeño sitio de juegos que su padre había mandado a instalar en cuanto nos mudamos aquí, hasta que entramos a la casa.

—¡Apártense! Quiero ver a mi ahijada —Kate vino corriendo hacia nosotros, claro, con el propósito de ver a Mia.

—Y yo a mi sobrina —Alice, sujetaba de la mano a Callie.

Mientras Asher sostenía a Mia en brazos, las dos, emocionadas, se acercaron para poder verla. Ya que ella estaba cubierta con la manta, por el frío.

—Espero que Mia se parezca a Nyx, así será hermosa como ella y Callie —comentó Kate, tomando a Mia con cuidado.

Cuando Mia volteó la cabeza y Kate pudo ver su rostro, su expresión pasó a una sorprendida.

—¡Oh! —fue lo único que dijo Kate.

—Bueno, parece que alguien quería que heredara la belleza del papá —comentó Alice con una risa—. ¡Pero seguro tendrá algo de ti también, Nyx! Tranquila. Lo veremos cuando crezca.




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