Sombras en el Alborán

Capítulo 3: Caza en la Oscuridad

El rugido del motor se perdió en la vastedad del mar, mientras Álvaro maniobraba su barco a toda velocidad para esquivar las balas que zumbaban a su alrededor. Las lanchas negras lo perseguían con determinación, cortando las olas como depredadores en plena cacería.

Su mente trabajaba a toda velocidad. Recordó una vieja táctica militar: en una persecución, lo inesperado suele ser la mejor arma. Sin dudarlo, giró el timón bruscamente hacia estribor, obligando a su embarcación a describir un giro en U. Las lanchas, tomadas por sorpresa, tardaron unos segundos en reaccionar, y Álvaro aprovechó la ventaja para dirigirse hacia una zona de arrecifes conocida solo por los pescadores locales.

El casco de su barco crujió al pasar cerca de las rocas, pero logró adentrarse en un estrecho canal donde las lanchas no podían seguirlo sin arriesgarse a encallar. Desde su refugio temporal, observó cómo las embarcaciones enemigas patrullaban la entrada del canal, iluminando el agua con potentes reflectores.

Respiró hondo y, cuando los motores se alejaron, encendió su radio portátil.

—Elías, necesito que adelantes lo del blindaje. Y consígueme munición. Esto va en serio.

—¿Qué coño has hecho, Álvaro?

—Lo que nadie más se atreve. Avísame cuando esté listo.

Apagó la radio y permaneció allí, envuelto en la oscuridad y en el frío del mar nocturno. Su instinto le decía que esto era solo el comienzo. El cartel no dejaría pasar su intromisión.

Al amanecer, regresó al puerto. Su rostro reflejaba el cansancio y la tensión de la noche, pero su resolución seguía intacta. Al bajar, notó una figura esperándolo: era Lucía, periodista local que solía cubrir temas de seguridad en la región.

—He oído que tuviste compañía anoche —dijo ella, cruzando los brazos.

—No sé de qué hablas —respondió él, esquivando su mirada.

—Álvaro, te conozco lo suficiente para saber cuándo mientes. ¿Quién te persigue?

—Gente a la que no le gustan los curiosos. Y tú eres la más curiosa de todos.

—Si necesitas ayuda…

—Te llamaré —la interrumpió, aunque ambos sabían que no lo haría.

Horas más tarde, mientras revisaba el motor de su barco, encontró otro mensaje pegado en el timón: Te advertimos, pescador. La próxima será la última.

El mar de Alborán estaba lejos de ser un refugio. Ahora era un campo de batalla, y él estaba en el centro de la tormenta.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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