Sombras en el Alborán

Capítulo 11: El Rostro del Enemigo

La mirada de Álvaro Ríos se encontró con la del Halcón. Ojos oscuros, fríos, implacables. El narcotraficante sonrió con arrogancia mientras mantenía la pistola apuntada a su cabeza.

—Sabía que no te quedarías quieto, Ríos —dijo el Halcón—. Los héroes siempre caen en la trampa.

—No soy un héroe —respondió Álvaro, buscando con disimulo una vía de escape.

El sonido del oleaje contra el casco del carguero llenó el tenso silencio. El Halcón dio un paso adelante.

—Te metiste en asuntos que no te conciernen. Este mar no es tuyo. Es nuestro.

—Este mar es de quienes lo respetan, no de quienes lo usan para envenenar ciudades —espetó Álvaro.

La sonrisa del Halcón se borró. Hizo un gesto y dos hombres armados surgieron de las sombras.

—Amárrenlo —ordenó.

Álvaro intentó reaccionar, pero un culatazo lo derribó. La oscuridad lo envolvió.

Despertó atado a una barandilla. Su muñeca izquierda sangraba por la presión de la cuerda. El Halcón estaba de pie frente a él, observando el horizonte.

—¿Sabes lo que pasa con los peces que nadan donde no deben? —preguntó sin volverse—. Terminan atrapados en las redes.

—Te perseguirán. La Guardia Civil ya viene —gruñó Álvaro.

—Tal vez —dijo el Halcón encogiéndose de hombros—, pero para entonces habremos desaparecido.

Una explosión sacudió el barco. El Halcón se giró sorprendido.

—¡¿Qué diablos fue eso?! —gritó.

De pronto, el haz de un foco iluminó la cubierta. La sirena de una patrullera rompió el silencio.

—¡Guardia Civil! ¡Entréguense! —bramó una voz desde el altavoz.

El Halcón maldijo y sacó su pistola.

—¡Matadlo y larguémonos! —ordenó.

Álvaro vio venir al sicario. Con un impulso, pateó la barandilla y se dejó caer al suelo, rompiendo la cuerda con el impacto. Rodó y se cubrió tras un contenedor mientras las balas zumbaban a su alrededor.

Sacó la navaja que ocultaba en su bota, cortó las ataduras restantes y se asomó. El Halcón corría hacia una lancha con un maletín en la mano.

—¡No escaparás! —gruñó Álvaro.

Saltó sobre la barandilla y aterrizó en la lancha justo cuando se soltaba del carguero. El Halcón lo esperaba con un cuchillo en la mano.

El motor rugió y la lancha se alejó mar adentro. Dos hombres enfrentándose entre las olas, en una lucha a muerte bajo el cielo nocturno.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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