Sombras en el Alborán

Capítulo 13: Las Sombras de Melilla

Álvaro Ríos desembarcó en el puerto de Melilla al amanecer. El sol teñía de naranja el horizonte mientras una patrullera de la Guardia Civil lo escoltaba. Lucía García lo esperaba en el muelle, su expresión una mezcla de alivio y preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó, corriendo hacia él.

—He estado peor —respondió Álvaro con una sonrisa cansada.

Lucía lo abrazó con fuerza. Tras un instante, se apartó y lo miró a los ojos.

—El Halcón está muerto. Pero sus hombres no se detendrán. Sabemos que hay una red mayor detrás de él.

—No me sorprende. Lo vi con un maletín antes de caer. Apostaría a que contenía información importante.

—La lancha fue remolcada. Revisaremos cada rincón.

Horas después, en el cuartel de la Guardia Civil, encontraron el maletín bajo una tapa metálica. Álvaro lo abrió. Dentro había documentos, coordenadas y nombres.

—Esto es grande —murmuró Lucía—. Hay contactos con empresarios locales y envíos programados para las próximas semanas.

—Y una ubicación —añadió Álvaro, señalando un punto en el mapa—. La Ensenada del Diablo.

—Una cala de difícil acceso, perfecta para una operación discreta —dijo Lucía.

—Ahí es donde debemos ir.

Esa noche, se adentraron en la ensenada en una lancha sin luces. Álvaro sostenía unos prismáticos y escaneaba la oscuridad.

—Ahí están —susurró.

En la orilla, varios hombres descargaban fardos de una lancha rápida. Un todoterreno esperaba cerca con las luces apagadas.

—Parece que el Halcón tenía un sucesor —señaló Lucía.

Álvaro ajustó el enfoque. Un hombre alto y delgado daba órdenes. Su rostro era parcialmente visible bajo una gorra negra.

—No lo reconozco, pero parece que sabe lo que hace.

—Avisaremos a la central —dijo Lucía, sacando su radio.

—Aún no. Si alertamos ahora, se dispersarán. Debemos descubrir quién es el pez gordo.

Permanecieron en silencio, observando. El hombre de la gorra se acercó a una furgoneta y recibió una llamada. Tras colgar, miró hacia el mar, directamente hacia ellos.

—Creo que nos han visto —dijo Álvaro.

El rugido de un motor rompió el silencio. La lancha rápida giró y se dirigió hacia ellos a toda velocidad.

—¡Agárrate! —gritó Álvaro, encendiendo su motor y acelerando hacia el mar abierto.

Las balas comenzaron a silbar a su alrededor, perforando la superficie del agua. La caza había comenzado.



#1026 en Otros
#46 en Aventura
#179 en Acción

En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.