Sombras en el Alborán

Capítulo 17: La Sombra de Tánger

El teléfono de Álvaro vibró en su bolsillo mientras observaba cómo la Guardia Civil aseguraba la cala de Aguadú. Se apartó unos pasos y respondió.

—¿Ríos?

—Soy el capitán Herrera —dijo una voz grave al otro lado—. Buen trabajo esta noche, pero tenemos novedades. Interceptamos una comunicación: el nombre del jefe en Tánger es Abdel Karim.

Álvaro asintió, aunque el capitán no podía verlo.

—¿Alguna pista sobre su paradero?

—Creemos que opera desde el puerto pesquero de Tánger. Un pez gordo, muy cuidadoso.

—Entendido. Nos pondremos en marcha.

Colgó y buscó a Lucía.

—Tenemos un nombre: Abdel Karim. Trabaja desde el puerto pesquero de Tánger.

—Entonces vamos a Marruecos —dijo ella, con determinación.

Horas después, el ferry cruzaba las aguas del Estrecho. Álvaro y Lucía, vestidos con ropas discretas, repasaban la información que tenían.

—Karim controla el flujo de droga hacia Melilla —dijo Lucía—. Si lo detenemos, debilitamos al cártel.

—Sí, pero no subestimemos su red —advirtió Álvaro—. El Chacal era solo una pieza del engranaje.

Al llegar a Tánger, el bullicio del puerto les recibió con una mezcla de olores a sal, pescado y combustible. Se dirigieron a una cafetería desde donde tenían vista directa al puerto.

—Ahí —señaló Lucía discretamente—. El hombre de la chaqueta gris. Ha hablado con tres patrones de barco en diez minutos.

Álvaro asintió. Salió de la cafetería y se acercó al desconocido, fingiendo interés por las mercancías.

—¿Interesado en el pescado fresco? —preguntó el hombre con acento marroquí.

—Más bien en otro tipo de mercancía —improvisó Álvaro.

El hombre lo escrutó con desconfianza.

—¿Quién te envía?

—El Chacal —respondió Álvaro, apostándolo todo.

El hombre asintió lentamente.

—Sígueme.

Lucía observó cómo Álvaro desaparecía entre las callejuelas del puerto y activó su radio.

—Necesito refuerzos en el puerto pesquero de Tánger. Álvaro ha entrado en contacto con uno de los hombres de Abdel Karim.

Mientras tanto, Álvaro seguía al desconocido hasta un almacén desvencijado. Al entrar, un grupo de hombres armados le apuntó.

—¿Así que dices conocer al Chacal? —preguntó una voz profunda desde las sombras.

Abdel Karim apareció, elegante y sereno.

—Depende —dijo Álvaro, manteniendo la calma—. ¿Hablamos de negocios o de amenazas?

Karim sonrió con frialdad.

—Aquí, las amenazas son el negocio.

La tensión llenó la sala. Álvaro sabía que estaba solo, pero confiaba en que Lucía y los refuerzos no tardarían en llegar.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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