Sombras en el Alborán

Capítulo 24: La Trampa en el Estrecho

El amanecer teñía el horizonte del mar de Alborán cuando Álvaro Ríos observó el mapa extendido sobre la mesa del cuartel. Cada punto marcaba una operación frustrada, una lancha interceptada o una pista inconclusa. Y en el centro, como una sombra persistente, estaba el nombre: 'Karim Benomar', alias 'El León del Rif'.

—Este tipo no actúa solo —dijo Álvaro, golpeando el mapa con el dedo—. Alguien le suministra la logística y el dinero.

Lucía, que revisaba informes a su lado, asintió.

—Hemos rastreado transferencias bancarias sospechosas a una empresa fachada en Casablanca. Podría ser la puerta de entrada a su red financiera.

—Entonces, iremos tras el dinero —resolvió Álvaro—. Si cortamos su financiación, lo sacaremos de su guarida.

La operación 'Marea Negra' se puso en marcha de inmediato. Agentes encubiertos se infiltraron en el puerto de Nador, donde se sospechaba que operaba uno de los principales puntos de carga. Álvaro y Lucía, disfrazados de pescadores, zarparon en el 'Estrella del Rif', simulando una ruta habitual hacia las aguas internacionales.

La tensión crecía a medida que se acercaban a la zona caliente. En mitad de la noche, una señal apareció en el radar: una embarcación sin identificación se dirigía hacia ellos.

—Es ahora —murmuró Álvaro, ajustándose el arnés y preparando su arma.

La lancha enemiga se alineó junto a la suya. Dos hombres armados subieron a bordo, inspeccionando la carga.

—¿Dónde está el capitán? —preguntó uno de ellos en árabe.

—Aquí —respondió Álvaro, apareciendo tras una pila de redes.

Antes de que pudieran reaccionar, él y Lucía los redujeron con precisión. Al registrar a uno de los hombres, encontraron un teléfono satelital.

—Aquí está nuestra invitación al nido del león —dijo Lucía, mostrando el dispositivo.

La pantalla mostraba coordenadas cerca de la isla de Alborán. Sin tiempo que perder, alertaron a la Guardia Civil y se dirigieron hacia el punto señalado.

Durante el trayecto, el sonido del motor y el crujir de las olas se mezclaban con la adrenalina. Álvaro recordó su tiempo en la Legión: noches interminables, emboscadas en terreno hostil y esa sensación de que el peligro acechaba tras cada sombra. Miró a Lucía, que sostenía el rifle con determinación.

—Esto no es solo trabajo, ¿verdad? —preguntó él.

—No —admitió ella—. Melilla es mi hogar. Y no pienso dejar que la envenenen.

Al llegar, encontraron una pequeña nave de carga atracada en una cala protegida. Álvaro desembarcó sigilosamente y avanzó entre las sombras. El olor a combustible y sal lo envolvía. De repente, una voz resonó por un altavoz.

—Bienvenido, Ríos. Sabía que vendrías.

Álvaro se detuvo en seco. Desde una plataforma elevada, Karim Benomar lo observaba, rodeado por hombres armados.

—Has sido un rival digno, pero aquí acaba tu cruzada.

Antes de que pudiera responder, una explosión sacudió el muelle. Lucía había detonado una carga en el almacén de combustible, creando una distracción.

—¡Ahora, Álvaro! —gritó por radio.

Sin dudarlo, Álvaro abrió fuego y corrió hacia la lancha. Karim desapareció entre la confusión, pero la operación había dejado al descubierto su base principal.

Mientras se alejaban mar adentro, el fuego iluminaba el cielo nocturno.

—Esto no ha terminado —dijo Álvaro, empapado y jadeante.

—No —coincidió Lucía—, pero le hemos cortado una garra al león.

El mar de Alborán, una vez más, fue testigo de una lucha silenciosa entre la ley y la sombra. Pero ahora, Karim Benomar sabía que Ríos no se detendría hasta verlo caer.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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