Sombras en el Alborán

Capítulo 25: La Sombra del León

La madrugada se cernía sobre el puerto de Melilla cuando Álvaro Ríos revisaba las imágenes térmicas enviadas por el dron de reconocimiento. El golpe en la isla de Alborán había sido exitoso, pero Karim Benomar seguía libre y, según las interceptaciones recientes, planeaba un contraataque devastador.

—Karim no se detendrá —dijo Lucía, mirando las coordenadas en la pantalla—. Va a demostrar que aún tiene el control.

—Y lo haremos salir a la luz —respondió Álvaro—. Sabemos que ha trasladado su centro de operaciones al puerto de Alhucemas. Es allí donde daremos el siguiente golpe.

La operación 'Amanecer de Acero' se puso en marcha esa misma noche. Disfrazados de marineros, Álvaro y su equipo se infiltraron en el puerto, siguiendo el rastro de una flota de pesqueros que transportaban cocaína líquida en sus depósitos.

Sin embargo, Karim también había hecho sus movimientos. Un infiltrado en las filas de la policía había revelado la operación, y una emboscada aguardaba en las sombras.

De pronto, un estallido rompió la calma. Balas silbaron entre los contenedores, obligando a Álvaro a cubrirse tras una grúa.

—¡Nos descubrieron! —gritó Lucía, disparando hacia los atacantes.

—¡Repliegue controlado hacia el muelle oeste! —ordenó Álvaro por radio.

Con precisión táctica, el equipo retrocedió, pero las balas enemigas los rodeaban. En medio del caos, una voz resonó por los altavoces portuarios.

—Álvaro Ríos, siempre un paso detrás —se burló Karim—. Hoy pagas el precio de tu obstinación.

Una explosión sacudió el muelle, y una grúa se desplomó, bloqueando la retirada.

—¡Por aquí! —señaló Lucía, descubriendo una lancha amarrada en un muelle lateral.

Corrieron hacia la embarcación bajo una lluvia de proyectiles. Álvaro fue el último en abordar, pero un disparo le rozó el hombro al saltar al bote.

—¡A toda máquina! —ordenó, apretando los dientes por el dolor.

La lancha se alejó, dejando atrás el fuego y la destrucción. En la distancia, Karim observaba desde una plataforma elevada, su silueta recortada contra las llamas.

—Esto no ha terminado, Ríos —susurró, con una sonrisa torcida.

En alta mar, Lucía atendía la herida de Álvaro.

—Nos ha ganado esta batalla —dijo ella—, pero no la guerra.

—Encontraremos su próximo movimiento —aseguró Álvaro—. Y esta vez, Karim no escapará.

El mar de Alborán, testigo de una lucha que no cesaba, ocultaba en sus aguas la determinación de un hombre dispuesto a luchar hasta el final.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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