El camión blanco serpenteó por las calles de Melilla hasta un antiguo almacén cerca del puerto. Ríos y su equipo mantuvieron una distancia prudente, observando cómo dos hombres descargaban cajas marcadas con logotipos de productos agrícolas.
—¿Puedes acercarte a esas etiquetas? —preguntó Ríos.
Lucía enfocó la cámara.
—"Frutas del Rif" —leyó—. Es una de las empresas pantalla que teníamos en la lista.
—Bien. Llamemos a la Guardia Civil, pero que no actúen aún. Vamos a seguirlos.
Mientras tanto, en Tánger, Karim Benomar se encontraba reunido con sus lugartenientes en un almacén alejado del centro.
—Ríos es más persistente de lo esperado —dijo Karim—. Pero no nos detendremos. Esta noche enviaremos el cargamento más importante del año.
—¿Por el Estrecho? —preguntó Saïd.
—No. Utilizaremos la ruta aérea. El contacto en Almería ha preparado una avioneta para transportar la mercancía.
Esa misma noche, Ríos y su equipo siguieron al camión hasta una pista clandestina en las afueras de la ciudad. Vieron cómo la avioneta comenzaba a cargar las cajas.
—Es nuestra oportunidad —dijo Ríos—. ¡Vamos!
Irrumpieron con rapidez, sorprendiendo a los narcotraficantes. Se produjo un breve tiroteo y Ríos logró reducir a Saïd el-Mokhtar.
—¿Dónde está Karim? —le preguntó, apuntándole con su arma.
—Ya es demasiado tarde —sonrió Saïd—. El León del Rif siempre tiene un plan.
La avioneta despegó entre disparos, llevándose consigo el cargamento. Ríos entendió que la batalla aún no había terminado. Karim seguía un paso por delante y la red continuaba extendiendo sus raíces en las sombras del mar de Alborán.
Editado: 19.02.2025