Sombras en el Alborán

Capítulo 34: La Trampa del León

El rugido de las explosiones resonó sobre el mar mientras el Estrella del Sur se balanceaba violentamente por la onda expansiva. Ríos se aferró a la barandilla, empapado en sudor y agua salada, mientras observaba cómo una de las zódiacs de la Guardia Civil ardía a unos metros de distancia.

—¡Lucía, la patrullera! —gritó, esquivando una ráfaga que astilló la madera a su lado.

—¡Están a cinco minutos! —respondió ella, agachada tras una caja de aparejos.

Cinco minutos. En un tiroteo como aquel, cinco minutos eran una eternidad.

Desde la proa, uno de los agentes disparó una bengala roja al cielo, señal de peligro extremo. Pero los atacantes no retrocedían. Karim Benomar sabía lo que hacía. Era una caza bien planeada.

—¡Ríos! —gritó Lucía, señalando a estribor.

Una tercera lancha apareció entre la bruma, esta vez mucho más rápida y equipada con una ametralladora pesada. Al timón iba un hombre delgado, con una cicatriz que le cruzaba el rostro y una expresión despiadada. Era Hassan el-Khalid, uno de los lugartenientes más fieles de Karim.

—Esto no es una entrega, es una cacería —gruñó Ríos, apretando los dientes.

Se arrastró hasta la torreta donde habían instalado un viejo fusil de precisión. Apuntó hacia la ametralladora pesada, pero Hassan lo vio y giró la lancha bruscamente. Una ráfaga de proyectiles perforó el casco del pesquero, haciendo crujir las maderas y llenando el aire de astillas.

—¡Nos hunden! —gritó uno de los guardias.

Ríos sabía que no podían quedarse allí. Tenían que invertir la situación.

—¡Lucía! Toma el timón y dirígete hacia ellos. ¡Vamos a embestirlos!

—¡¿Estás loco?! —exclamó ella, pero vio la determinación en su rostro y no discutió.

Mientras ella corría al puente, Ríos ajustó su posición y apuntó de nuevo. Tenía un único disparo antes de que la ametralladora los despedazara.

La lancha enemiga giró para evitar la embestida, pero Ríos apretó el gatillo. La bala impactó en el motor, y una explosión de humo negro envolvió a la embarcación. Hassan cayó al agua, gritando de rabia.

El Estrella del Sur pasó rozando los restos de la lancha enemiga, y en ese instante, las sirenas de la patrullera rompieron la tensión. Los traficantes intentaron huir, pero era demasiado tarde.

Ríos se dejó caer al suelo, jadeando. Lucía llegó a su lado.

—¿Lo logramos? —preguntó ella.

—Esto… solo fue un mensaje. Karim nos ha declarado la guerra.

Y el León del Rif no descansaría hasta devorarlos.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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