Capítulo 11: La Tercera Víctima

El amanecer en El Encanto llegó con una fría bruma que envolvía el pueblo en un manto de desesperanza. La noticia del tercer asesinato se esparció rápidamente, y el terror se había apoderado de cada rincón. Mariana se despertó con un sentimiento de inquietud que parecía crecer con cada noticia trágica.

Cuando se enteró de que la tercera víctima era una anciana querida, Doña Elena, que había vivido en El Encanto toda su vida, el dolor en el pueblo se volvió palpable. La comunidad estaba desgarrada, y el miedo se estaba convirtiendo en una parte integral de la vida cotidiana. Mariana sabía que debía actuar con rapidez para entender la conexión entre estos asesinatos y la familia Velasco.

Después de escuchar la noticia, Mariana decidió dirigirse a la casa de Doña Elena. La escena del crimen estaba acordonada por la policía, pero ella logró encontrar una forma de acercarse discretamente. La entrada de la casa estaba bloqueada, y los oficiales estaban ocupados tomando declaraciones y recolectando evidencia.

Mariana se quedó cerca del lugar, observando cómo los investigadores se movían con seriedad. Sus pensamientos se dirigían a los Velasco; sus comportamientos cada vez más erráticos y sus actividades nocturnas parecían cada vez más sospechosas. La conexión entre ellos y los asesinatos no podía ser ignorada.

Decidió que necesitaba hablar con alguien que pudiera tener información adicional. Clara, su amiga, trabajaba en la farmacia del pueblo y a menudo escuchaba rumores y chismes. Mariana fue a visitarla, con la esperanza de obtener algún dato que pudiera ayudarla.

—Hola, Clara —dijo Mariana al entrar en la tienda, tratando de sonar casual—. ¿Has escuchado algo nuevo sobre el asesinato de Doña Elena?

Clara la miró con una expresión preocupada, sus manos temblando mientras reorganizaba algunos frascos en el mostrador.

—Hola, Mariana. Sí, es terrible. La policía está diciendo que parece que Doña Elena fue asesinada de manera similar a las otras víctimas —dijo Clara, su voz baja y temblorosa—. Hay rumores de que podría haber alguna conexión entre los asesinatos, pero no hay nada concreto aún.

Mariana frunció el ceño, pensando en las similitudes entre los casos. La brutalidad y el patrón de los asesinatos eran alarmantes, y había algo que la molestaba profundamente. Decidió presionar un poco más.

—¿Sabes si hay algún patrón específico o alguna pista que la policía haya encontrado? —preguntó Mariana, tratando de obtener más detalles.

Clara miró alrededor para asegurarse de que nadie la escuchara y luego se inclinó hacia adelante, bajando la voz.

—He escuchado que los investigadores han encontrado un tipo de símbolo en los lugares de los crímenes. Algo que parece estar relacionado con rituales antiguos. Pero, claro, esto es solo un rumor —dijo Clara—. La policía no ha confirmado nada oficialmente.

Mariana sintió un escalofrío recorrer su espalda. Los símbolos que había visto en el ritual de Sofía estaban comenzando a cobrar sentido. La conexión entre los asesinatos y los rituales se volvía más clara, y los Velasco, con su comportamiento extraño, parecían estar en el centro de todo esto.

—Gracias por la información, Clara. La aprecio mucho —dijo Mariana, intentando mantener la calma mientras se dirigía hacia la salida.

Clara asintió, su expresión preocupada.

—Cuídate, Mariana. Las cosas están muy mal aquí. No quiero que te metas en problemas.

Mariana salió de la farmacia, sus pensamientos girando en torno a la creciente evidencia. La conexión entre los asesinatos y los Velasco se estaba volviendo más evidente, y debía encontrar una manera de confirmar sus sospechas sin poner en peligro su propia vida.

Decidió que era el momento de confrontar a los Velasco directamente, pero necesitaba un enfoque cuidadoso. La conversación reciente con Lucía había dejado en claro que la familia era hábil en la manipulación, y Mariana no podía permitirse ser engañada. Tenía que ser astuta y estratégica en su enfoque.

Esa tarde, se dirigió a la casa de los Velasco con una mezcla de determinación y nerviosismo. La familia estaba reunida en el salón principal, y Mariana podía ver a Gabriel, Javier, Sofía y Lucía conversando en voz baja. La tensión en la casa era palpable, y la atmósfera estaba cargada de un sentimiento ominoso.

Mariana tocó el timbre, y Sofía abrió la puerta con una sonrisa que parecía artificial. Aunque la joven trataba de parecer amable, había una frialdad en sus ojos que Mariana no podía ignorar.

—Hola, Mariana —dijo Sofía—. ¿Qué te trae por aquí?

Mariana tomó una respiración profunda, intentando proyectar confianza.

—Hola, Sofía. Solo quería hablar con todos ustedes sobre lo que está sucediendo en el pueblo —dijo, entrando en la casa con una mezcla de firmeza y cautela—. Los asesinatos recientes están causando mucho miedo, y creo que es importante que hablemos sobre ello.

Sofía asintió, pero su sonrisa se desvaneció un poco mientras la guiaba hacia el salón. Los otros miembros de la familia estaban sentados, y Mariana pudo sentir las miradas de los Velasco fijándose en ella con una intensidad inquietante.

—Claro, Mariana. Estamos todos preocupados por lo que está pasando —dijo Gabriel, su tono formal pero con una chispa de inquietud—. ¿Qué te preocupa específicamente?

Mariana miró a cada uno de ellos, sintiendo que sus palabras eran como lanzas afiladas que atravesaban la tensión en el aire.

—He estado pensando en los asesinatos y en los patrones que parecen seguir —dijo Mariana, con firmeza—. Hay algo en común en todas las víctimas, y me pregunto si podría haber alguna conexión entre los rituales que se están realizando y los asesinatos.

La reacción de los Velasco fue inmediata y variada. Gabriel frunció el ceño, Lucía mostró una expresión preocupada, Javier parecía incómodo, y Sofía mantuvo una mirada dura y distante.

—Mariana, entiendo tu preocupación —dijo Gabriel, intentando mantener la calma—. Pero especular sobre esto sin pruebas concretas solo puede empeorar la situación. No podemos permitirnos caer en teorías conspirativas.