Sombras en El Encanto

Capítulo 14: Un Amante Misterioso

La noche en El Encanto estaba envuelta en una oscuridad densa, rota solo por el tenue resplandor de la luna que filtraba sus rayos a través de las copas de los árboles. Mariana se encontraba en la pequeña cabaña de su abuela, tratando de despejar su mente de los recientes descubrimientos y las complejidades emocionales que la atormentaban. Aunque había intentado seguir con su investigación de manera racional, los sentimientos que experimentaba hacia los hermanos Velasco se estaban volviendo cada vez más intensos y confusos.

Una llamada inesperada al anochecer había hecho que se encontrara con Gabriel. Había dicho que quería hablar con ella sobre el último incidente en el pueblo y su creciente preocupación. Mariana, a pesar de sus dudas, sintió una mezcla de atracción y necesidad de resolver el misterio que la llevó a aceptar la invitación.

Gabriel la esperó en un pequeño claro en el bosque cercano, un lugar apartado donde la luz de la luna caía en patrones suaves sobre el suelo. Cuando llegó, lo encontró de pie, con un aire de preocupación y determinación en su rostro.

—Mariana —dijo Gabriel, acercándose a ella con una intensidad en su mirada que la hizo sentir un cosquilleo en el estómago—. Gracias por venir. Necesitamos hablar.

Mariana se acercó, notando la cercanía de Gabriel y la forma en que su presencia parecía llenar el espacio. Aunque estaba consciente de que algo no estaba del todo bien, la atracción que sentía por él era abrumadora.

—Hola, Gabriel —dijo Mariana, intentando mantener la voz firme—. ¿De qué quieres hablar?

Gabriel la miró con una mezcla de seriedad y deseo, y antes de que pudiera reaccionar, la tomó suavemente por los hombros y la besó apasionadamente. El beso fue inesperado y lleno de una urgencia que hizo que el mundo alrededor de ellos pareciera desvanecerse. Mariana, sorprendida pero también deslumbrada por la intensidad del momento, se entregó a sus sentimientos, permitiendo que la emoción la envolviera.

El beso duró varios minutos, durante los cuales Mariana sintió una conexión profunda con Gabriel, un deseo que parecía eclipsar todas sus dudas y miedos. La sensación de sus labios contra los de él, la calidez de su cuerpo cerca del suyo y el latido acelerado de sus corazones la hicieron olvidar temporalmente las preocupaciones que la habían estado atormentando.

Cuando finalmente se separaron, Gabriel la miró a los ojos, sus labios todavía a pocos centímetros de los de ella. Su respiración era rápida, y sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y algo que Mariana no podía descifrar.

—Mariana, hay cosas que no puedo explicarte aún, pero... —dijo Gabriel, su voz baja y cargada de emoción—. No quería que te sintieras sola en esto. Hay una conexión entre nosotros que no puedes ignorar.

Mariana asintió, todavía inmersa en la confusión y el deseo. Se sentía atrapada entre el placer del momento y la creciente inquietud sobre la verdadera naturaleza de Gabriel y su familia.

—Yo también siento algo... algo que no puedo ignorar —dijo Mariana, su voz temblorosa—. Pero no entiendo por qué... por qué ahora.

Gabriel le ofreció una sonrisa enigmática, pero su expresión se volvió más distante a medida que la noche avanzaba.

—A veces, lo que sentimos no tiene una explicación clara. Solo sigue tu corazón —dijo Gabriel—. Volvamos a casa antes de que sea demasiado tarde.

Mariana asintió, sintiendo una mezcla de confusión y deseo no resuelto mientras caminaban de regreso. La noche estaba tranquila, pero el aire parecía cargado con un sentido de misterio y anticipación.

A la mañana siguiente, cuando Mariana se encontró con Gabriel nuevamente, él actuó como si nada hubiera sucedido. La familiaridad de su saludo y su actitud casual la dejaron desorientada. Parecía que el apasionado encuentro de la noche anterior nunca había tenido lugar.

—Buenos días, Mariana —dijo Gabriel, con una sonrisa que parecía fría y distante—. ¿Cómo estás hoy?

Mariana lo miró, incapaz de ocultar su sorpresa y dolor. La forma en que Gabriel actuaba ahora era tan diferente de la noche anterior que se preguntaba si había imaginado todo.

—Buenos días, Gabriel —respondió, intentando mantener la compostura—. Estoy bien. Solo... me preguntaba por qué actuaste así anoche. Parecía que había algo importante que decirme.

Gabriel frunció el ceño ligeramente, como si no entendiera lo que Mariana estaba insinuando.

—Lo siento si te hice sentir incómoda —dijo, su voz era suave pero distante—. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien y apoyarte en este momento difícil.

Mariana sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que Gabriel parecía estar desestimando lo que había pasado entre ellos. La conexión que había sentido era real para ella, pero ahora parecía que él no compartía la misma perspectiva.

—Entiendo —dijo Mariana, tratando de ocultar su decepción—. Gracias por tu preocupación. Creo que necesitamos hablar más sobre lo que está sucediendo en el pueblo.

Gabriel asintió y se despidió de ella con una expresión que no ofrecía más detalles.

Mientras Mariana observaba cómo se alejaba, se preguntó si su relación con Gabriel era simplemente una ilusión o si había algo más en juego. La noche pasada había dejado una marca en ella, pero la falta de respuesta de Gabriel la dejaba con más preguntas que respuestas.



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En el texto hay: misterio, suspenso, mentiras dolor

Editado: 04.02.2025

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