El sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte, arrojando una tenue luz sobre el pequeño y aislado pueblo de El Encanto. Mariana se movía con rapidez y sigilo dentro de la mansión, sintiendo una mezcla de desesperación y determinación. Los últimos eventos habían revelado un panorama aterrador, y su decisión de escapar se había vuelto más urgente que nunca. Necesitaba salir del pueblo y alejarse de la influencia de los Velasco antes de que fuera demasiado tarde.
Había pasado la noche en vela, creando un plan detallado para su escape. Sabía que los Velasco no permitirían que se alejara fácilmente, así que tenía que ser meticulosa. Había decidido escapar por la misma ruta por la que había llegado al pueblo: a través del bosque que rodeaba El Encanto. Las rutas más cercanas al pueblo estaban demasiado vigiladas, por lo que necesitaba encontrar un camino seguro a través de la espesura.
Mariana preparó una pequeña mochila con lo esencial: algo de comida, una brújula y un mapa antiguo del pueblo que había encontrado en la biblioteca. Cada paso de su plan había sido calculado para evitar la detección. Sabía que debía moverse rápidamente antes de que los Velasco se dieran cuenta de sus intenciones.
Mientras se preparaba, escuchó el sonido característico de pasos en los pasillos de la mansión. Su corazón se aceleró y se dirigió a una ventana trasera para espiar discretamente. Allí vio a Gabriel y Sofía patrullando los alrededores. Parecía que su presencia ya había sido detectada de alguna manera, y los Velasco estaban más atentos que nunca.
Mariana esperó hasta que la pareja se alejara antes de salir de la mansión. Se movió con sigilo por los terrenos, manteniendo la cabeza agachada y el corazón en un constante tamborileo. Su primer destino era el borde del bosque, donde había planeado comenzar su fuga.
Cuando llegó al borde del bosque, Mariana sintió un leve alivio al ver que parecía no haber vigilancia inmediata. Sin embargo, su alivio fue breve. Mientras se adentraba en la oscuridad del bosque, sintió que algo estaba mal. El silencio del bosque se sentía demasiado absoluto, y la sensación de ser observada era casi tangible.
Mariana avanzó unos pocos metros cuando escuchó un ruido detrás de ella. Giró rápidamente, pero no pudo ver a nadie. Sin embargo, la sensación de estar siendo seguida la perturbaba. Decidió seguir adelante, usando sus habilidades para moverse rápidamente entre los árboles y las sombras.
De repente, se encontró con un grupo de figuras emergiendo de entre los árboles. Eran Javier y Lucía, que la miraban con una mezcla de preocupación y firmeza.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó Javier, su voz firme pero calmada.
Mariana retrocedió, sintiendo que el pánico se apoderaba de ella.
—Estoy intentando escapar de todo esto —dijo Mariana—. No puedo quedarme aquí. ¡Ustedes no tienen derecho a manipularme así!
Lucía dio un paso adelante, su expresión mostrando una tristeza genuina.
—No queremos que te hagas daño, Mariana —dijo Lucía—. Sabemos que esto es difícil, pero hay cosas que no comprendes. No puedes simplemente huir de tus responsabilidades.
—Responsabilidades que no pedí —respondió Mariana, sintiendo la frustración en su voz—. Todo lo que quiero es protegerme y salvar a mi pueblo.
Gabriel y Sofía aparecieron detrás de Javier y Lucía, rodeando a Mariana de manera que no tenía salida. Mariana intentó buscar una ruta de escape, pero la situación se sentía cada vez más desesperada.
—Si te vas —dijo Gabriel—, podrías poner en riesgo mucho más de lo que imaginas. No estamos aquí solo para reclamar un poder; hay fuerzas en juego que podrían destruirlo todo si no actuamos correctamente.
Mariana sintió el peso de sus palabras, pero su determinación no se desvaneció. Sabía que debía encontrar una manera de escapar, no solo para salvarse a sí misma, sino para proteger a su pueblo de lo que los Velasco planeaban.
—Lo siento —dijo Mariana—. No puedo quedarme y esperar a que ustedes consigan lo que quieren. Mi decisión está tomada.
Con un movimiento rápido, Mariana intentó deslizarse entre los árboles, buscando un camino alternativo. Sin embargo, Sofía la bloqueó con rapidez, su mirada fría y calculadora.
—Es inútil —dijo Sofía—. Te estamos vigilando de cerca. No puedes escapar de nosotros.
Mariana se detuvo, su respiración agitada mientras evaluaba su situación. Los Velasco eran demasiado poderosos y coordinados, y su plan de escape había sido frustrado por su vigilancia constante. Con un suspiro de resignación, se dio cuenta de que necesitaría un nuevo enfoque para enfrentar la situación.
—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? —preguntó Mariana, su voz llena de desesperanza.
Lucía se acercó y colocó una mano reconfortante en su hombro.
—Permítenos ayudarte —dijo Lucía—. No tienes que hacerlo sola. Hay formas de enfrentar esto sin causar más daño.
Mariana miró a los hermanos, tratando de leer la verdad en sus ojos. La batalla interna entre la traición y el deseo de proteger a su pueblo era abrumadora. Sabía que debía tomar una decisión crucial, pero la traición y el engaño de los Velasco la habían dejado en una posición de vulnerabilidad.
Mientras los hermanos la rodeaban, Mariana comenzó a reconsiderar sus opciones. La determinación de escapar seguía presente, pero la realidad de su situación la obligaba a considerar una estrategia diferente. Tal vez, para salvar a El Encanto, debía explorar un camino que le permitiera desenredar la verdad y enfrentar la oscuridad de una manera más calculada.