La noche se había instalado en El Encanto, y Mariana, atrapada entre la desesperanza y la determinación, sabía que no podía rendirse. Su intento de escapar había fracasado, y ahora necesitaba encontrar una nueva estrategia para enfrentarse a los Velasco. La única esperanza que le quedaba era buscar ayuda fuera de la influencia de los hermanos.
Decidida a encontrar una solución, Mariana se dirigió a la cabaña de Don Emilio, el anciano del pueblo conocido por sus conocimientos sobre las viejas historias y leyendas de El Encanto. Había oído rumores de que Don Emilio era una fuente de sabiduría ancestral, alguien que conocía los secretos más profundos del lugar. Si había alguna posibilidad de encontrar una manera de contrarrestar el poder de los Velasco, era con su ayuda.
La cabaña de Don Emilio estaba situada en una colina al borde del pueblo, rodeada de árboles y arbustos. La casa era pequeña y modesta, pero emanaba una sensación de sabiduría y antigüedad. Mariana se acercó con cautela, tocando la puerta con nerviosismo.
Después de unos momentos, la puerta se abrió lentamente, revelando a un anciano de cabello canoso y una mirada sabia y penetrante.
—Buenas noches, Don Emilio —dijo Mariana, su voz temblando ligeramente—. Necesito su ayuda. Hay cosas en juego que no puedo enfrentar sola.
Don Emilio la observó con atención, sus ojos llenos de curiosidad y preocupación. Asintió lentamente y la invitó a entrar.
—Pasa, niña —dijo con una voz áspera pero amable—. No es común que alguien pida ayuda en estos tiempos. Cuéntame qué te preocupa.
Mariana se adentró en la cálida cabaña, donde una chimenea parpadeaba con un fuego suave. Se sentó frente a Don Emilio, quien tomó un lugar en una silla cercana. Con voz temblorosa, comenzó a relatar los eventos recientes: la llegada de los Velasco, los asesinatos y su propia traición y confusión.
Don Emilio escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando mientras la historia de Mariana se desarrollaba. Cuando ella terminó, el anciano se quedó en silencio por un momento, sopesando lo que había escuchado.
—Los Velasco no son una familia común —dijo Don Emilio finalmente—. Tienen un linaje antiguo, y su llegada a El Encanto no es un simple capricho. El poder que buscan está ligado a la historia más oscura de este pueblo.
Mariana frunció el ceño, sorprendida por la confirmación de sus temores. Don Emilio continuó, su voz cargada de sabiduría.
—Hace muchos años, el pueblo enfrentó una gran amenaza, y se selló un poder oscuro para proteger a la comunidad. Los ancestros de los Velasco estaban entre aquellos que fueron responsables de ese acto. Pero su linaje ha sido corrupto, y ahora buscan recuperar ese poder para sus propios fines.
—Entonces, ¿cómo puedo detenerlos? —preguntó Mariana—. Ya he intentado escapar y fallé. ¿Qué puedo hacer para salvar El Encanto?
Don Emilio se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y esperanza.
—El poder que buscan está sellado en un lugar específico del bosque, un antiguo santuario que solo se puede acceder mediante un ritual especial. Sin embargo, para contrarrestar sus planes, debes buscar la ayuda de aquellos que conocen las antiguas artes de protección. Afortunadamente, hay una manera de hacerlo, pero necesitarás un artefacto perdido para activar el hechizo de protección.
Mariana lo miró con atención, su mente trabajando a toda velocidad para comprender la información.
—¿Dónde puedo encontrar este artefacto? —preguntó—. ¿Y cómo puedo llevar a cabo el ritual?
Don Emilio se levantó lentamente y fue a una estantería llena de libros antiguos y objetos en desuso. Sacó un pequeño cofre de madera y lo abrió, revelando un medallón antiguo y desgastado.
—Este medallón —dijo Don Emilio— es el artefacto que necesitas. Fue creado por los ancestros para proteger contra el poder oscuro. Debes llevarlo contigo y encontrar el santuario. Ahí, con la ayuda del medallón y el ritual apropiado, podrás proteger el pueblo y detener a los Velasco.
Mariana tomó el medallón con manos temblorosas, sintiendo el peso de la responsabilidad que ahora recaía sobre ella. La esperanza de poder salvar El Encanto se encendió en su corazón, y su determinación se renovó.
—Gracias, Don Emilio —dijo Mariana—. Haré todo lo posible para detenerlos y proteger a mi pueblo.
Don Emilio le ofreció una sonrisa triste pero alentadora.
—No estás sola en esto, niña. Hay más en el pueblo que pueden ayudarte si lo pides. No dudes en buscar apoyo y confiar en aquellos que aún creen en la protección y la justicia.
Con una nueva determinación y el medallón en mano, Mariana salió de la cabaña de Don Emilio, sintiendo un renovado sentido de propósito. Sabía que la tarea que tenía por delante no sería fácil, pero ahora tenía una dirección clara y un aliado inesperado en su lucha contra los Velasco.
La batalla por salvar El Encanto estaba lejos de terminar, pero con el medallón y el conocimiento antiguo que Don Emilio le había proporcionado, Mariana se sentía lista para enfrentar lo que vendría. La protección de su hogar y la verdad de su propio linaje eran ahora más importantes que nunca, y estaba decidida a luchar por ellos hasta el final.