Sombras en El Encanto

Capítulo 26: El Último Sacrificio

La noche había caído de nuevo sobre El Encanto, envuelta en un silencio ominoso que presagiaba lo que estaba por venir. Mariana se adentraba en el corazón del bosque, siguiendo el débil rastro de magia y oscuridad que sentía en el aire. Cada paso la acercaba más a la verdad que había estado evitando durante tanto tiempo.

La mansión de los Velasco, ahora más oscura y amenazante que nunca, se alzaba frente a ella. Había descubierto, a través de fragmentos de información y observaciones cuidadosas, que los Velasco estaban en medio de un ritual antiguo y oscuro. Una ceremonia que requería un sacrificio final para sellar su dominio sobre el pueblo. Mariana sabía que estaba en el centro de sus planes.

Sigilosa, se deslizó dentro de la mansión, aprovechando la oscuridad para moverse sin ser vista. Los pasillos estaban vacíos, y el silencio era absoluto, interrumpido solo por el eco lejano de los cánticos y murmullos que emanaban desde el sótano.

Con cuidado, Mariana descendió por las escaleras hasta una sala subterránea. Lo que vio la dejó sin aliento: un altar ceremonial estaba dispuesto en el centro de la sala, rodeado de símbolos arcanos y velas encendidas. Los hermanos Velasco estaban en medio de un hechizo, sus voces resonando en un idioma antiguo y desconocido. En el altar, una daga ceremonial brillaba bajo la luz tenue de las velas.

Mariana observó, temblando de miedo y desesperación. Sofía estaba de pie junto al altar, sus ojos vidriosos y su expresión sombría. Lucía y Gabriel estaban inmersos en el ritual, mientras Javier se mantenía al margen, vigilando la escena con una mirada implacable.

De repente, Mariana entendió la gravedad de la situación. El sacrificio final que los Velasco necesitaban era un ser humano, y la vida que estaban a punto de tomar era la suya. La comprensión la golpeó con fuerza, y un sentimiento de desesperanza y terror se apoderó de ella. Sabía que su vida estaba en juego, pero también comprendió que su muerte podría ser la clave para liberar a El Encanto de la maldición que los Velasco habían traído.

El corazón de Mariana latía con fuerza mientras contemplaba su propia mortalidad y el impacto que su sacrificio podría tener en el pueblo. Su mente corría a toda velocidad, intentando encontrar una solución, un plan para evitar la tragedia que se avecinaba. Sin embargo, sabía que el tiempo se estaba agotando, y cada segundo contaba.

Un sentimiento de resignación y valentía se apoderó de ella. Mariana sabía que debía enfrentarse a la situación con todo el coraje que tenía, incluso si eso significaba sacrificar su propia vida para salvar a los demás. Con una determinación feroz, se preparó para interrumpir el ritual y enfrentarse a los Velasco.

Salió de su escondite y se acercó al altar, su presencia repentinamente interrumpiendo la ceremonia. Los hermanos Velasco se giraron hacia ella con sorpresa y enojo, interrumpiendo su hechizo.

—¡Mariana! —exclamó Gabriel, su rostro lleno de frustración—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Mariana se plantó frente al altar, sus ojos fijos en los de Gabriel. Su voz temblaba, pero estaba llena de resolución.

—No permitiré que sigan adelante con este ritual —dijo—. Mi vida no será el precio para completar sus oscuros planes.

Los Velasco se acercaron, su magia oscura emanando una energía palpable que hacía que el aire se volviera denso. Mariana sintió el peso de la presión y el miedo, pero no dejó que eso la desalentara. Su mente estaba enfocada en una única idea: impedir el sacrificio y salvar a su pueblo.

—No tienes idea de lo que estás interfiriendo —dijo Lucía, con un tono de desesperación y enojo—. Lo que estamos haciendo es necesario para mantener el equilibrio y el poder.

—¡No! —respondió Mariana, levantando la voz—. No hay equilibrio en la muerte de inocentes. No permitiré que mi vida sea la pieza que falta en su plan.

Mientras los Velasco se preparaban para confrontarla, Mariana tomó una decisión arriesgada. Con un rápido movimiento, se lanzó hacia el altar, intentando desarmar la daga ceremonial y detener el ritual. La lucha que siguió fue intensa y desesperada, con magia oscura chocando contra la valentía de Mariana.

El enfrentamiento fue brutal, pero Mariana estaba impulsada por un propósito más grande que ella misma. A pesar de sus temores y el dolor, se mantuvo firme en su decisión. Con un grito de determinación, logró arrebatar la daga del altar y, en un acto de sacrificio propio, la lanzó lejos, rompiendo el círculo mágico.

Los Velasco se quedaron atónitos, su ritual interrumpido y la energía mágica descontrolada. Mariana, agotada y herida, cayó al suelo, sintiendo la fatiga y el dolor. Sin embargo, había logrado impedir el sacrificio y había dado un paso importante hacia la salvación de El Encanto.

Mientras los Velasco intentaban recuperar el control sobre la magia, Mariana cerró los ojos, su mente llena de la esperanza de que su sacrificio había tenido un propósito. La lucha no había terminado, pero había dado un gran paso hacia la liberación de su pueblo.



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En el texto hay: misterio, suspenso, mentiras dolor

Editado: 06.02.2025

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