Sombras en El Encanto

Capítulo 28: La Batalla en el Bosque

El bosque de El Encanto se encontraba en una calma inquietante, el aire cargado de tensión mientras Mariana se preparaba para la confrontación final. Las copas de los árboles parecían susurrar secretos oscuros, y la luna llena iluminaba el sendero con una luz fría y plateada. Mariana había reunido sus fuerzas, armada con el pergamino antiguo y la determinación que le había dado la verdad sobre su herencia.

Junto a ella estaba el anciano, su aliado y guía en este último enfrentamiento. A pesar de su edad, su presencia era imponente y su conocimiento sobre los rituales y encantamientos era inestimable. Mariana sentía que no estaba sola en esta lucha; el anciano le había enseñado a canalizar la magia ancestral de sus antepasados, preparándola para enfrentar la oscuridad.

La batalla comenzó cuando los Velasco aparecieron en el claro del bosque, su llegada marcada por una oleada de energía oscura. Gabriel, Lucía, Javier y Sofía se materializaron en medio de la neblina, sus rostros mostrando una mezcla de confianza y furia. Sus ojos brillaban con un resplandor sobrenatural, y su magia oscura parecía envolver el bosque en una sombra temible.

—¡Mariana! —gritó Gabriel con una voz que resonaba como un trueno—. No tienes idea de lo que estás haciendo. Tu resistencia solo prolonga lo inevitable.

Mariana se adelantó, el pergamino firmemente en sus manos. La energía de su linaje corría por sus venas, dándole la fuerza y el coraje que necesitaba para enfrentar a los Velasco.

—Lo que estoy haciendo es detener su reinado de terror —respondió Mariana con firmeza—. No dejaré que sigan destruyendo vidas y sumiendo a mi pueblo en la oscuridad.

Los Velasco comenzaron a conjurar sus hechizos, desatando una tormenta de magia oscura que llenó el aire con destellos de luz negra y energía corrupta. La batalla se desató con una ferocidad indescriptible, la lucha entre la luz y la oscuridad manifestándose en un caos de magia y poder.

El anciano se mantuvo a un lado, conjurando encantamientos protectores y defensivos, asegurando que Mariana tuviera la oportunidad de usar el pergamino de manera efectiva. Mariana, con la energía ancestral fluyendo a través de ella, comenzó a recitar las palabras del pergamino, canalizando una poderosa luz que se enfrentó a la oscuridad de los Velasco.

Gabriel y Lucía avanzaron hacia ella, sus ataques llenos de furia y fuerza. Mariana, con sus habilidades recién descubiertas, contraatacó con una habilidad sorprendente. Cada hechizo que lanzaba parecía iluminar el bosque, disipando las sombras y fortaleciendo su determinación.

Javier y Sofía se movían con una agilidad letal, sus ataques sincronizados y precisos. Mariana, utilizando su conocimiento recién adquirido, esquivaba y contrarrestaba sus ataques con una maestría que la sorprendía a sí misma. La batalla se tornó en un duelo épico, donde la magia ancestral de Mariana chocaba contra la oscuridad implacable de los Velasco.

La lucha se intensificó cuando los Velasco desataron su poder más oscuro. Una onda de energía negra se abalanzó sobre Mariana, casi desbordándola. Sin embargo, el anciano intervino, creando una barrera de luz que protegió a Mariana y desvió la magia corrosiva. Mariana sintió una oleada de gratitud y renovada determinación mientras veía cómo el anciano se mantenía firme en la batalla.

Mariana, con el corazón acelerado y el sudor cubriendo su frente, encontró un momento de calma en medio del caos. Recitando las palabras finales del pergamino, concentró toda su energía en un hechizo poderoso, una luz brillante que se disparó hacia los Velasco.

La luz chocó contra la magia oscura, y una explosión de energía iluminó el bosque. Los Velasco se tambalearon, sorprendidos por la intensidad del hechizo. Gabriel y Lucía intentaron resistir, pero la fuerza de la magia ancestral era demasiado poderosa. Javier y Sofía, también afectados, retrocedieron, su poder aparentemente debilitado.

En el clímax de la batalla, Mariana sintió cómo la energía ancestral se fusionaba con su propia determinación. Con un grito de fuerza, canalizó toda la luz hacia los Velasco, rompiendo su magia oscura y disipando la maldición que habían impuesto sobre el pueblo.

Los Velasco, derrotados y exhaustos, se dispersaron en una nube de sombras. La magia oscura que habían desatado se desvaneció, y el bosque volvió a la calma, la luz de la luna ahora brillando con claridad.

Mariana, agotada pero triunfante, se apoyó contra un árbol mientras el anciano se acercaba a ella. La batalla había sido dura, pero su fuerza y coraje habían prevalecido.

—Lo hiciste, Mariana —dijo el anciano, su voz llena de admiración—. Has detenido a los Velasco y salvado a tu pueblo.

Mariana asintió, sintiendo una mezcla de alivio y agotamiento. La batalla había sido una prueba monumental, pero su determinación y la verdad sobre su herencia le habían dado la fuerza necesaria para enfrentar el desafío.

Con el amanecer comenzando a despuntar en el horizonte, Mariana miró hacia el bosque, sintiendo que el peso de la oscuridad se había levantado. La paz que había recuperado era el resultado de su valentía y sacrificio. Y mientras el pueblo comenzaba a despertar, Mariana sabía que había logrado algo más que salvar a su hogar: había encontrado su propio propósito y fuerza interior.



#875 en Thriller
#409 en Misterio
#225 en Ciencia ficción

En el texto hay: misterio, suspenso, mentiras dolor

Editado: 06.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.