Sombras en El Encanto

Capítulo 30: La Decisión Final

El bosque estaba en silencio después de la feroz batalla que había tenido lugar. Los rayos del sol, cada vez más brillantes, disipaban las últimas sombras de la noche y bañaban el paisaje en una luz cálida. Mariana se encontraba en el centro del claro, exhausta pero con la sensación de haber logrado algo significativo. Gabriel yacía en el suelo, derrotado, su magia oscura debilitada y sus fuerzas prácticamente agotadas.

Mariana se acercó a Gabriel, quien aún respiraba con dificultad. A pesar de su estado debilitado, su mirada seguía siendo intensa, un reflejo de la compleja mezcla de poder y desesperación que había caracterizado su existencia. La oferta de unirse a él aún resonaba en la mente de Mariana, y el conflicto interno que sentía era palpable.

Gabriel la miró con una mezcla de desafío y súplica.

—Todavía puedes hacer lo correcto —dijo con voz quebrada—. Puedes unirte a mí y construir algo más grande. Puedes ser parte de algo que trascienda la simple lucha por el poder.

Mariana, con el corazón agitado y la mente llena de recuerdos y sentimientos confusos, se detuvo a unos pasos de Gabriel. La batalla había revelado la complejidad de sus emociones. Aunque había sido manipulada y traicionada, sus sentimientos hacia Gabriel eran reales. Sin embargo, sabía que sus emociones no podían nublar su juicio en este momento crucial.

Mirando a Gabriel, recordó los momentos en que su atracción hacia él había sido genuina, los momentos en que había creído en sus promesas. Pero también recordó las mentiras, las manipulaciones y el sufrimiento que él y sus hermanos habían causado a su pueblo. Las víctimas, el miedo y la desesperación de los habitantes de El Encanto estaban frescos en su memoria.

Gabriel, notando su indecisión, intentó usar sus últimas fuerzas para apelar a sus sentimientos.

—Recuerda lo que tuvimos, Mariana —dijo, su voz cargada de desesperación—. No tienes que ser una simple guardiana. Puedes ser poderosa, puedes ser inmortal. Juntos, podríamos gobernar el mundo.

Mariana sintió una punzada de dolor al escuchar sus palabras. La conexión que habían compartido, las emociones que habían nacido entre ellos, eran difíciles de ignorar. Pero sabía que debía tomar una decisión basada en lo que era correcto para ella y para el pueblo. Su deber era proteger a El Encanto y asegurarse de que el sufrimiento causado por los Velasco no fuera en vano.

Se agachó frente a Gabriel, su expresión firme pero con una tristeza palpable en sus ojos.

—Lo que ofreces no es lo que realmente deseo —dijo con calma—. No busco poder ni inmortalidad. Busco justicia y paz para mi pueblo. Tú y tus hermanos han traído mucho dolor, y no puedo permitir que continúen con su oscuridad.

Gabriel la miró con desesperación y rabia.

—Entonces, hazlo —dijo con voz áspera—. Termina lo que has comenzado. Acaba conmigo.

Mariana se levantó, su corazón pesando con la decisión que estaba a punto de tomar. Sabía que acabar con Gabriel era la única manera de asegurar que la oscuridad que había invadido El Encanto no pudiera regresar. Su resolución se fortaleció a medida que pensaba en los habitantes del pueblo, en el futuro que podrían tener sin el yugo de la maldición de los Velasco.

Tomó una respiración profunda y se acercó a Gabriel. La luz del sol caía sobre ellos, bañando el claro con una luminosidad que parecía simbolizar el final de una era oscura. Con el hechizo final preparado, Mariana recitó las palabras que había aprendido del pergamino ancestral, su voz clara y decidida.

—Que la luz disipe las sombras y que la paz regrese a El Encanto —dijo mientras lanzaba el hechizo.

Una explosión de luz brillante envolvió a Gabriel, su magia oscura siendo absorbida por el resplandor. Gabriel gritó, su forma y su esencia disolviéndose en la luz. Finalmente, el líder de los Velasco fue derrotado, su influencia y su poder desvaneciéndose para siempre.

Mariana se quedó allí, observando cómo la luz disipaba las últimas sombras de la oscuridad. Sentía una mezcla de alivio y tristeza. La batalla había terminado, pero el costo emocional de su victoria era evidente.

El anciano se acercó a ella, su rostro mostrando una mezcla de respeto y empatía.

—Has hecho lo correcto, Mariana. El Encanto está a salvo gracias a tu valentía y tu sacrificio.

Mariana asintió, sintiendo un peso levantado de sus hombros. La oscuridad había sido vencida, y su pueblo podría comenzar a sanar. Aunque la victoria había sido dura y su corazón estaba marcado por la lucha, sabía que había tomado la decisión correcta.

Mientras el sol se alzaba en el cielo, bañando el bosque en una luz cálida, Mariana miró hacia el futuro con esperanza. El Encanto estaba libre de la maldición, y ella había encontrado su propio propósito en medio de la adversidad. Con el amanecer de un nuevo día, el pueblo podía comenzar a reconstruir, y Mariana podía empezar a sanar las heridas que la batalla había dejado.



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En el texto hay: misterio, suspenso, mentiras dolor

Editado: 06.02.2025

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