Sombras en El Encanto

Capítulo 31: El Ritual Interrumpido

El bosque estaba envuelto en una calma inquietante. Después de la derrota de Gabriel, Mariana pensaba que el peligro había pasado. Sin embargo, al inspeccionar los alrededores, descubrió un indicio de que el ritual de los Velasco aún estaba en proceso. Las pistas la condujeron a una cueva oculta, donde los ecos de la oscuridad aún resonaban.

Con cautela, Mariana se adentró en la cueva, el aire denso con una sensación de poder oscuro. El suelo estaba cubierto de símbolos mágicos, y las paredes estaban adornadas con antiguas runas que resplandecían con una luz sombría. El centro de la cueva albergaba un altar de piedra sobre el que yacía un libro antiguo, sus páginas abiertas y llenas de un lenguaje arcano.

Mariana sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver el libro. Sabía que era el foco del ritual oscuro que los Velasco habían estado llevando a cabo. Los hermanos habían planeado usarlo para consolidar su poder y esclavizar al pueblo de El Encanto. A pesar de su victoria sobre Gabriel, el ritual en sí aún estaba en marcha, y el peligro no había desaparecido por completo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un sonido familiar: un murmullo de voces y un brillo ominoso que emanaba del fondo de la cueva. Mariana siguió el sonido y encontró a los hermanos Velasco—ahora apenas conscientes, pero aún realizando su magia—alrededor del altar. Sus cuerpos estaban agotados, pero la energía oscura que emanaban era suficiente para mantener el ritual activo.

Mariana se escondió detrás de una columna de piedra y observó cómo los Velasco recitaban palabras en un idioma ancestral. El libro estaba abierto en la página que mostraba un hechizo final: uno que prometía infundir al ritual con un poder devastador capaz de esclavizar a todos los habitantes de El Encanto bajo el dominio de la familia.

Sabiendo que debía actuar rápidamente, Mariana preparó un hechizo disruptivo. Revisitó el conocimiento que había adquirido del pergamino ancestral y del anciano que la había ayudado, decidida a evitar que el ritual se completara. Se concentró en canalizar toda la energía de la luz que había utilizado anteriormente, ajustando el hechizo para contrarrestar la magia oscura que los Velasco estaban invocando.

Con un gesto decidido, Mariana avanzó hacia el altar. Las palabras del hechizo de los Velasco se hicieron más fuertes, resonando en la cueva como un canto de triunfo oscuro. Mariana comenzó a recitar su propio hechizo, un canto de luz y purificación que interrumpía la magia oscura con cada palabra.

—¡Por la luz ancestral que protege a este lugar, dispersa la oscuridad y rompe la cadena del mal! —exclamó, su voz resonando con una claridad que cortaba el murmullo de las voces de los Velasco.

Un destello de luz se expandió desde su mano, colisionando con la magia oscura que emanaba del altar. El choque de las energías creó una explosión de luz y sombra, que hizo temblar las paredes de la cueva y provocó un eco ensordecedor.

Los Velasco se tambalearon, sus hechizos se desintegraron frente al poder de la luz de Mariana. Las runas en las paredes comenzaron a brillar con una intensidad cegadora, y el libro antiguo en el altar comenzó a arder en llamas doradas. El ritual se rompió, y la energía oscura que había estado acumulándose comenzó a disiparse en el aire.

Con un grito de frustración, los hermanos Velasco intentaron resistir, pero la fuerza de la luz que había invocado Mariana los estaba abrumando. Sofía, Javier y Lucía cayeron al suelo, sus cuerpos temblando mientras la magia oscura se desvanecía de ellos. La cueva se llenó de una sensación de liberación mientras el poder maligno se desintegraba, dejando solo la paz.

Mariana observó mientras el libro se consumía en llamas, sus páginas reducidas a cenizas. La magia oscura que había estado amenazando al pueblo durante generaciones había sido finalmente desmantelada. Con el ritual roto y los Velasco debilitados, el ambiente en la cueva se volvió más ligero, y una sensación de alivio se extendió por el lugar.

Con las últimas fuerzas que le quedaban, Mariana se acercó a los hermanos, su expresión cansada pero firme.

—Es el fin —les dijo—. La maldición que habéis impuesto sobre El Encanto ha llegado a su fin. El pueblo será libre de vuestra oscuridad.

Los Velasco, derrotados y despojados de su magia, no podían responder. Estaban demasiado debilitados para luchar o resistir. Con el ritual interrumpido y su poder desvanecido, la cueva se convirtió en un lugar de paz en contraste con la tormenta que había sido su escenario.

Mariana salió de la cueva, respirando profundamente el aire fresco del exterior. El sol estaba alto en el cielo, y el bosque alrededor de la cueva parecía más brillante y alegre. La batalla final había sido dura, pero su decisión de interrumpir el ritual había salvado a su pueblo de un destino oscuro.

A medida que regresaba al pueblo, la noticia de la derrota de los Velasco se extendió rápidamente. Los habitantes de El Encanto, aliviados y agradecidos, comenzaron a celebrar la liberación de la maldición que había oscurecido sus vidas durante tanto tiempo.

Mariana, aunque exhausta, sentía una profunda satisfacción al ver a su pueblo comenzar a sanar. La lucha había terminado, y El Encanto podía finalmente comenzar a reconstruirse bajo un nuevo y prometedor amanecer.



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En el texto hay: misterio, suspenso, mentiras dolor

Editado: 06.02.2025

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