Sombras en El Encanto

Capítulo 32: El Último Adiós

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos dorados y rosados. El aire se había enfriado, pero la atmósfera estaba impregnada de una calma nueva y restauradora. Mariana se encontraba en el borde del claro del bosque, observando la cueva que había sido el escenario de la batalla final. La victoria sobre los Velasco era innegable, pero un sentimiento de tristeza la invadía al pensar en el fin de todo lo que había sido.

Los hermanos Velasco yacían en el suelo, debilitados y desorientados. Había algo casi etéreo en su derrota; su magia oscura se había desvanecido, y su poder se había reducido a meras sombras de lo que habían sido. Aunque su influencia había sido mala, Mariana no podía evitar sentir un atisbo de compasión por ellos. Eran víctimas de una maldición que los había consumido, igual que su propia oscuridad había intentado consumir a El Encanto.

Mariana se acercó a ellos con paso firme pero lento. El dolor y el sacrificio que había experimentado durante la lucha habían dejado huellas profundas en su espíritu. Aunque sus emociones estaban enredadas en un torbellino de rabia y tristeza, había llegado el momento de darles un último adiós.

Gabriel, aún en el suelo y casi sin fuerzas, la miró con una mezcla de derrota y tristeza en sus ojos. Su postura reflejaba la lucha interna que había enfrentado: el orgullo, la desesperación y una pequeña chispa de arrepentimiento. A pesar de sus actos oscuros, había sido humano, y esa humanidad era lo que Mariana ahora veía.

—Gabriel —dijo Mariana con voz suave, tratando de mantener la compostura—. Esta es la última vez que nos veremos. Has causado mucho sufrimiento, pero también has sido víctima de la misma oscuridad que intentaste imponer a otros.

Gabriel levantó la mirada, sus ojos reflejando una tristeza que era casi palpable.

—Nunca quise que llegara a esto —murmuró—. La maldición... Nos atrapó a todos. Lo que queríamos... nunca fue así. Solo deseábamos encontrar un lugar donde pertenecer.

Mariana sintió una punzada de dolor al escuchar sus palabras. En medio de todo el sufrimiento y la manipulación, había una verdad amarga: los Velasco no habían comenzado su viaje con intenciones completamente maliciosas. La maldición que los había corrompido también había causado daño a quienes intentaban escapar de su propia desesperación.

Se volvió hacia Sofía, Lucía y Javier, que también estaban en el suelo, sus cuerpos inertes y sus miradas vacías. Sofía, la más joven, parecía especialmente frágil en su estado actual. Su rostro, antes lleno de un brillo maligno, ahora estaba pálido y sin vida, reflejando la derrota y la pérdida de toda esperanza de lo que una vez pudo haber sido.

—Sofía —dijo Mariana con voz temblorosa—. No hay más oscuridad en tu camino. Puedes encontrar la paz que nunca pudiste tener en vida.

Lucía y Javier, aún recuperándose, miraron a Mariana con una mezcla de resignación y alivio. A pesar de los actos que habían cometido, parecía haber una comprensión silenciosa entre ellos: la maldición había llegado a su fin, y con ella, su tormento.

—Mariana —dijo Lucía, su voz apenas un susurro—. Lo lamento. Lo siento por todo el dolor que hemos causado. No había forma de escapar.

Mariana se inclinó, recogiendo un puñado de tierra del suelo y esparciéndola sobre ellos como un gesto simbólico. La tierra fresca representaba un nuevo comienzo, una oportunidad para que el pueblo y los Velasco encontraran la paz, incluso si esa paz llegaba en forma de despedida final.

—Descansen en paz —dijo Mariana, su voz cargada de emoción—. Que la luz que ha restaurado el pueblo también les brinde paz a ustedes, al menos en el final.

Mientras observaba la luz del atardecer filtrándose a través de los árboles, Mariana sintió un profundo dolor por la pérdida de lo que podría haber sido, por el potencial que se había desvanecido con la caída de los Velasco. A pesar de su derrota, había en ella una comprensión de la complejidad de las circunstancias que los habían llevado a ese punto.

Mariana se dio la vuelta, sintiendo el peso de la despedida sobre sus hombros. Aunque había logrado salvar a su pueblo y restaurar la paz, la tristeza de la pérdida y la realización de la trágica historia de los Velasco la acompañarían por un tiempo. El acto de compasión que había mostrado les había dado un último adiós, un acto de humanidad en medio de la oscuridad.

Con el crepúsculo envolviendo el bosque en una suave penumbra, Mariana regresó al pueblo. El camino estaba despejado, y la sensación de esperanza renovada era palpable entre los habitantes. Aunque la batalla había sido dura y la derrota de los Velasco había sido un golpe devastador, el futuro de El Encanto parecía más prometedor.

Mariana sabía que el viaje hacia la recuperación sería largo y lleno de desafíos, pero también sabía que había hecho todo lo posible para asegurar un nuevo comienzo para su hogar. La historia de los Velasco y el dolor que habían causado quedaría en la memoria del pueblo, pero también quedaría como un recordatorio de la importancia de la esperanza y la lucha por la luz en tiempos de oscuridad.



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En el texto hay: misterio, suspenso, mentiras dolor

Editado: 06.02.2025

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