El miedo se había convertido en una constante en mi vida, pero lo que realmente me sorprendió fue la forma en que esa misma oscuridad que me aterraba también me atraía. La intensidad de los eventos recientes, combinada con la fascinación que sentía por Alexander, había creado una mezcla compleja de emociones que no sabía cómo manejar.
Después de lo que sucedió, de cómo Alexander había intervenido para protegerme y cómo me había llevado a un lugar seguro, no podía evitar sentirme atrapada en un torbellino emocional. La protección que me brindó, aunque vital, venía con un precio alto. La realidad de su vida y el peligro en el que estaba envuelta se había vuelto más clara que nunca. Sin embargo, lo que debía ser un rechazo inmediato a la oscuridad se había transformado en una fascinación perturbadora.
Mientras permanecía en el lugar seguro que Alexander había preparado para mí, me encontraba dando vueltas en la habitación, incapaz de concentrarme en nada más que en la figura enigmática que había entrado en mi vida. La sensación de estar protegida, de estar bajo su sombra, me había llevado a una especie de seducción hacia el peligro que él representaba.
A pesar de todo lo que había descubierto, de la red de traición y el vínculo con el crimen organizado, había algo en la forma en que Alexander se movía en ese mundo oscuro que me resultaba innegablemente atractivo. Su presencia, su determinación y la intensidad con la que manejaba cada situación me llevaban a preguntarme si había una parte de mí que estaba fascinada por el mismo peligro que intentaba evitar.
Me encontré revisando los documentos y notas que había acumulado sobre él, no solo con la intención de protegerme, sino también con una especie de atracción morbosa. Cada detalle sobre su vida y sus conexiones, aunque inquietante, me hacía sentir una conexión más profunda con él. Era como si, a través de esos secretos, estuviera descubriendo un lado de mí misma que nunca había conocido.
La noche había caído, y el lugar en el que me encontraba era silencioso, salvo por el suave zumbido del aire acondicionado. Decidí salir al balcón, buscando un poco de aire fresco para despejar mi mente. Mirando hacia la ciudad iluminada, me encontré pensando en Alexander y en la forma en que su presencia había alterado mi vida de manera tan drástica.
Sabía que debía alejarme, que el peligro que enfrentaba estaba lejos de ser una simple aventura. Pero la verdad era que, cuanto más me enfrentaba a la oscuridad, más me sentía atraída por ella. Había algo en la forma en que Alexander manejaba su vida, en la forma en que estaba dispuesto a enfrentar el peligro y la traición, que encendía una chispa dentro de mí.
Mi mente estaba en conflicto. El deseo de estar cerca de él, de comprender más profundamente la oscuridad que lo rodeaba, estaba en constante lucha con la necesidad de mantenerme a salvo. Me preguntaba si mi fascinación por él era una forma de escapismo, una manera de enfrentar mis propios miedos a través de la cercanía con él. O si, quizás, había algo más profundo que me mantenía atada a esta atracción peligrosa.
Cuando volví a la habitación, me encontré con una llamada perdida en mi teléfono. Era de Alexander. Mi corazón se aceleró al pensar en su voz, en la forma en que su presencia había marcado mi vida. Decidí devolver la llamada, sintiendo que cada momento que pasaba en esta encrucijada de tentación y peligro me acercaba a una decisión crucial.
La conversación con Alexander fue breve, pero cargada de una tensión palpable. Sus palabras eran tranquilizadoras, pero también llenas de un subtexto que no podía ignorar. Me habló de medidas adicionales para protegerme, de cómo la situación seguía siendo delicada, pero su voz tenía un matiz que me hacía cuestionar si lo que estaba sintiendo era solo miedo o algo más.
Al colgar, me sentí más confundida que nunca. La atracción que sentía por él, la fascinación por la oscuridad que él representaba, se había convertido en un conflicto interno que no podía resolver fácilmente. La línea entre la seguridad y el deseo se había vuelto difusa, y la elección entre alejarme y seguir adelante con esta obsesión se volvía cada vez más compleja.
El peligro estaba más cerca que nunca, y mi conexión con Alexander se había transformado en un juego de tentaciones y riesgos. La decisión que enfrentaba no solo involucraba mi seguridad, sino también el entendimiento de la profundidad de mis propios sentimientos. En esta encrucijada, la oscuridad de Alexander parecía no solo ser un peligro inminente, sino también una atracción irresistible.