La celda de la pequeña oficina del sheriff era oscura y olía a madera vieja. El prisionero, un hombre joven con el rostro marcado por el polvo y una expresión endurecida, estaba sentado en el banco de madera, con las manos esposadas al frente. Nathan Hale, aún con el sombrero puesto, lo observaba desde el otro lado de la celda con una mezcla de desconfianza y curiosidad.
—¿Quién te envió? —preguntó Nathan, su tono firme.
El hombre no respondió. Se limitó a mirarlo con ojos cargados de desafío, como si no le temiera ni a la cárcel ni al sheriff. Nathan apretó la mandíbula, acostumbrado al silencio de hombres como él. Era una táctica de resistencia, pero no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
Antes de que pudiera insistir, la puerta de la oficina se abrió. Nathan levantó la vista, su mano instintivamente descansando sobre el mango de su revólver. Era Abigail Carter.
—¿Qué hace aquí, señora? —preguntó Nathan, con el tono seco de alguien acostumbrado a no ser cuestionado.
—Ese hombre… —Abigail señaló al prisionero, ignorando la mirada de advertencia del sheriff—. Lo vi en otro lugar antes.
Nathan frunció el ceño.
—¿Dónde?
—En Abilene, hace unos meses —dijo ella sin titubear, aunque no era completamente cierto. Abigail había reconocido algo en el comportamiento del hombre, algo que le recordaba a un grupo con el que había tenido problemas en el pasado. Pero no podía revelar tanto. No todavía.
Nathan se cruzó de brazos, su mirada examinándola como si intentara descifrar un acertijo.
—¿Qué hacía usted en Abilene?
—Viajar —respondió Abigail con una ligera sonrisa que no llegó a sus ojos.
El sheriff no parecía satisfecho con la respuesta, pero no insistió. En cambio, giró hacia el prisionero.
—¿Ves? Hasta la dama te reconoce. Mejor empieza a hablar.
El hombre finalmente alzó la vista, su expresión endurecida.
—Si hablo, me matarán.
Nathan golpeó la mesa frente a la celda con el puño, haciendo que el prisionero retrocediera ligeramente.
—Si no hablas, yo te haré desear haber hablado.
El silencio cayó sobre la habitación, roto solo por el crujido de las botas de Abigail cuando se acercó al sheriff.
—Sheriff Hale —dijo en voz baja, aunque su tono tenía un peso inusual—, creo que es mejor dejarlo descansar. No logrará nada esta noche.
Nathan la miró con escepticismo, pero finalmente asintió.
—De acuerdo, señora Carter. Pero quiero hablar con usted. Ahora.
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Nathan cerró la puerta tras ellos, dejando al prisionero solo en la celda. Fuera, el aire nocturno estaba fresco, y las estrellas brillaban con una intensidad que solo podía encontrarse en un lugar tan remoto como Silver Creek.
—¿Qué sabe de él, en realidad? —preguntó Nathan, cruzando los brazos mientras la miraba.
Abigail sostuvo su mirada, sin inmutarse.
—No sé nada con certeza. Pero hay algo en la forma en que actúa, en cómo dispara sin intención de matar… Me recuerda a un grupo con el que tuve problemas en el pasado.
—¿Qué grupo?
Ella vaciló un instante.
—No estoy segura de que sea relevante todavía. Pero puedo decirle que si son los mismos hombres, no pararán hasta que consigan lo que quieren.
Nathan frunció el ceño.
—¿Y qué quieren?
—Control —respondió Abigail, mirando hacia el horizonte, como si estuviera recordando algo que preferiría olvidar—. Dinero, tierras, poder. Lo mismo que todos los hombres de su calaña.
Nathan no estaba convencido. Esta mujer era demasiado misteriosa, demasiado reservada para su gusto. Pero algo en su tono, en la dureza de su mirada, le decía que sabía de lo que hablaba.
—Si hay algo que no me está diciendo, señora Carter, más le vale hacerlo pronto —dijo finalmente.
Abigail le dedicó una mirada tranquila.
—Le aseguro, sheriff, que cuando llegue el momento, sabrá todo lo que necesita saber.
Nathan no respondió. En cambio, observó cómo ella se alejaba hacia la posada, su figura envuelta en sombras mientras el viento nocturno levantaba pequeñas nubes de polvo a su paso.
Había algo peligroso en esa mujer, algo que le decía que su llegada no había sido una coincidencia. Y aunque aún no sabía cómo, estaba seguro de que los problemas que ella traía consigo estaban lejos de haber terminado.
¿Qué creen que esconde Abigail? ¿Cuál será su conexión con el grupo que atacó el pueblo? ¡Déjenme sus teorías y nos vemos en el próximo capítulo!