Sombras en el Polvo
Capítulo 3: El Precio del Silencio
El sol se alzaba lentamente sobre Silver Creek, pintando el cielo de tonos dorados y rosados. El pueblo, aún adormecido por la noche anterior, comenzaba a despertar con el sonido de los primeros pasos y el murmullo de las conversaciones. Nathan se encontraba frente a su oficina, observando en silencio la calle principal mientras intentaba organizar sus pensamientos.
La presencia de Abigail en el pueblo lo desconcertaba. Había algo en ella que no lograba comprender: su seguridad, la forma en que manejaba su pistola, su actitud desafiante. Nadie que fuera una simple viuda llegaría a un pueblo como este y se involucraría tan rápidamente en un enfrentamiento.
El sonido de unos pasos lo sacó de sus pensamientos. Volteó y vio a Aidan, el joven ayudante del sheriff, acercándose con una expresión preocupada.
—Sheriff, hay algo que necesita ver —dijo Aidan, entregándole una carta sellada.
Nathan rompió el sello y desplegó la carta. Las palabras eran claras y directas:
“Nos hemos enterado de la llegada de una mujer en Silver Creek. No es prudente que siga ahí. Recuerde, lo que ocurre en este pueblo no es asunto de forasteros. Asegúrese de que se mantenga en su lugar.”
Nathan frunció el ceño, pero no dijo nada. El mensaje estaba claro: la presencia de Abigail no era un accidente. Los mismos hombres que atacaron el pueblo la conocían, o al menos sabían de ella.
—¿Sabes quién la envía? —preguntó Aidan, notando el cambio en el rostro de su superior.
Nathan negó con la cabeza.
—No, pero pronto lo sabremos. Mantén los ojos abiertos. La llegada de esa mujer no es una casualidad.
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Mientras tanto, en la posada, Abigail trataba de ordenar sus pensamientos. Había pasado la noche sin poder descansar completamente, la sensación de estar siendo observada no la dejaba tranquila. Aunque sabía que estaba lejos de la gente que la había perseguido, el pasado nunca desaparece tan fácilmente.
El sonido de la puerta al abrir la despertó de sus pensamientos. Se giró rápidamente y vio a Nathan entrar, su figura imponente en el umbral.
—¿Qué quiere, sheriff? —preguntó Abigail, sin mostrar signos de miedo, aunque por dentro su corazón latía más rápido.
Nathan no respondió de inmediato. Se acercó a la mesa, observando el lugar con una mirada crítica. Finalmente, sus ojos se posaron sobre ella.
—¿Cómo sabes que esos hombres que atacaron el pueblo están relacionados contigo? —su tono era directo, casi acusatorio.
Abigail lo miró fijamente, pero no bajó la mirada.
—Porque los he visto antes. Y porque sé lo que hacen. —Hizo una pausa, dejando que la tensión creciera entre ellos—. No todo en este pueblo es lo que parece, sheriff. Y lo que está por venir... no será algo que puedas detener solo con una pistola.
Nathan frunció el ceño. Su paciencia estaba al límite, pero también había algo en las palabras de Abigail que lo hacía dudar. Sabía que no estaba contando todo, pero lo poco que decía resonaba con una verdad cruda y difícil de ignorar.
—¿Por qué no me dices lo que sabes? —preguntó, su voz más suave pero igualmente firme.
Abigail lo observó, y por un momento, su expresión se suavizó, como si contemplara la posibilidad de confiar en él. Sin embargo, rápidamente se recuperó y su rostro volvió a la indiferencia.
—Porque no es el momento, sheriff. Cuando lo sea, lo sabrá. —Se acercó a él, su mirada decidida—. Pero le advierto algo, usted no está preparado para lo que está por venir. No lo está.
Nathan la observó en silencio, evaluando sus palabras. Había algo en su tono que lo inquietaba, algo que decía que tal vez ella sabía más de lo que estaba dispuesta a admitir.
—Entonces, ¿qué propone? —preguntó él, su voz un poco más áspera.
Abigail se enderezó y se alejó unos pasos, mirando por la ventana hacia el pueblo.
—Lo único que puedo hacer por ahora es quedarme fuera de su camino. Pero pronto, sheriff, nos veremos del mismo lado. Y cuando eso ocurra, espero que esté listo para enfrentar lo que venga.
Nathan no respondió. En lugar de eso, dio un paso hacia la puerta y se detuvo antes de salir.
—No me gusta que me dejen en la oscuridad, señora Carter. Cuídese.
Antes de que ella pudiera replicar, Nathan salió, dejando la puerta cerrada con un golpe suave. Abigail permaneció en silencio, con los ojos fijos en el horizonte, sabiendo que el futuro de Silver Creek estaba a punto de cambiar para siempre.
¿Qué piensan que está ocultando Abigail? ¿Logrará Nathan confiar en ella? ¡Dejen sus teorías en los comentarios! ¡Nos vemos en el próximo capítulo!