Sombras en el polvo

Capítulo 6: La Sombra de Maddox

Sombras en el Polvo

Capítulo 6: La Sombra de Maddox

La celda del pequeño despacho del sheriff estaba en silencio, excepto por el gemido ocasional del hombre herido, ahora encadenado y rodeado por la penumbra. Nathan permanecía de pie frente a la puerta, sus manos firmes sobre la empuñadura de su revólver. Aunque había interrogado a hombres antes, algo en la situación actual le hacía sentir que jugaba con un fuego que apenas entendía.

Abigail estaba a su lado, su expresión cerrada y fría como una roca. Su presencia no lo tranquilizaba; más bien, lo llenaba de una inquietud creciente. Ella parecía acostumbrada a estas circunstancias, como si hubiera pasado por cosas peores.

—Habla —ordenó Nathan finalmente, dirigiéndose al hombre que ahora los observaba con una mezcla de miedo y desafío—. Dime exactamente qué busca Maddox y por qué envió a sus hombres a quemar este pueblo.

El hombre respiró hondo, como si intentara reunir el valor para hablar.
—Maddox... Maddox no perdona a los que lo traicionan. La señora Carter... —hizo una pausa, mirando a Abigail con una mezcla de desprecio y temor—. Ella le robó algo importante.

Abigail no mostró reacción, pero Nathan notó cómo sus puños se apretaban.
—¿Qué le robaste? —preguntó Nathan, girándose hacia ella.

—Eso no importa ahora —respondió Abigail rápidamente—. Lo único que necesitas saber es que Maddox no puede recuperarlo.

—¿No importa? —Nathan levantó la voz, frustrado—. ¡Todo esto importa, Abigail! Silver Creek está en peligro por algo que no estás diciendo.

Abigail lo miró directamente, sus ojos destilando una furia contenida.
—Si te lo digo, no solo estarás en peligro tú, sino también todo este pueblo.

—Ya estamos en peligro —interrumpió Nathan, señalando al hombre encadenado—. No puedes protegernos si no confías en mí.

Abigail dudó por un momento, sus labios apretados mientras luchaba con algo interno. Finalmente, exhaló, como si se rindiera a una verdad que había intentado evitar.
—Le robé sus libros contables.

Nathan frunció el ceño.
—¿Libros contables?

—Maddox es más que un hombre rico y poderoso —continuó Abigail, su voz baja pero firme—. Es el centro de una red de tráfico ilegal que abarca todo el territorio. Sus libros contienen nombres, rutas, acuerdos... todo lo que lo mantiene en el poder.

Nathan se quedó en silencio, procesando sus palabras. Ahora entendía por qué Maddox la quería muerta. Esos libros eran más que simples documentos; eran su condena.

—¿Dónde están los libros ahora? —preguntó finalmente.

—Escondidos —respondió Abigail—. Y ahí se quedarán.

Nathan estaba a punto de replicar cuando un golpe fuerte en la puerta del despacho lo interrumpió. Aidan entró corriendo, su rostro pálido y alarmado.
—¡Sheriff! Hay hombres acercándose al pueblo. Unos cinco o seis, todos armados.

Nathan maldijo por lo bajo. No tenían tiempo para prepararse.
—¿Están organizándose los hombres?

Aidan asintió.
—Sí, pero no tenemos suficientes.

Abigail, que había permanecido en silencio durante el intercambio, dio un paso al frente.
—Déjame hablar con ellos.

Nathan la miró como si hubiera perdido la razón.
—¿Hablar con ellos? ¿Estás loca?

—No van a negociar contigo, sheriff —respondió Abigail con frialdad—. Pero puede que sí conmigo.

Nathan vaciló, pero finalmente asintió.
—Está bien. Pero no voy a dejarte sola.

---

Unos minutos después, Nathan y Abigail se encontraron en las afueras del pueblo, donde un grupo de hombres a caballo los esperaba. Las armas brillaban bajo la luz de la luna, y las miradas de los recién llegados eran gélidas y desafiantes.

Uno de ellos, un hombre corpulento con cicatrices en el rostro, dio un paso al frente.
—Abigail Carter —dijo, su voz ronca como el crujir de la madera vieja—. Maddox quiere verte. Y no creo que estés en posición de negarte.

—Dile a Maddox que los libros están a salvo y que no los verá nunca si algo me pasa —respondió Abigail con calma, aunque Nathan podía ver cómo sus manos temblaban ligeramente.

El hombre soltó una risa seca.
—¿Crees que puedes amenazarlo? Maddox no negocia con traidores.

Abigail levantó el mentón, mostrando una valentía que Nathan sabía que debía ser en parte fingida.
—Entonces Maddox no entiende que sin mí, esos libros no valen nada.

El hombre frunció el ceño, visiblemente molesto por su respuesta.
—Escucha, mujer. Puedes venir por las buenas, o podemos hacer que todos aquí sufran por tu insolencia. La elección es tuya.

Nathan dio un paso al frente, colocando una mano sobre el revólver en su cinturón.
—Si alguien sufre, no será en este pueblo. Si quieren pelea, les aseguro que no se irán ilesos.

La tensión en el aire era palpable, y por un momento, nadie se movió. Finalmente, el hombre escupió al suelo y retrocedió hacia su caballo.
—Esto no ha terminado, Carter. Dile al sheriff que disfrute su paz mientras dure. Maddox vendrá, y cuando lo haga, no habrá lugar donde esconderte.

Los hombres se dieron la vuelta y se alejaron, dejando a Nathan y Abigail en un silencio cargado de incertidumbre.

—Esto es solo el principio —murmuró Nathan, mirando las luces del pueblo a lo lejos.

—Entonces será mejor que estemos preparados —respondió Abigail, con una firmeza renovada en su voz.

Ambos sabían que la amenaza de Maddox no era una que pudieran ignorar, pero ahora compartían un objetivo común: proteger Silver Creek a cualquier costo.

¿Qué creen que hará Maddox ahora? ¿Abigail y Nathan podrán formar un frente unido? ¡Espero sus teorías! ¡Nos vemos en el próximo capítulo!



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En el texto hay: misterio, intriga, viejooeste cowboys

Editado: 05.02.2025

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