Sombras en el polvo

Capítulo 12: Preparativos para la Tormenta

La noticia de que Maddox planeaba atacar en cuestión de días cayó como un rayo sobre Silver Creek. Abigail convocó a los habitantes del pueblo en la taberna, el único lugar lo suficientemente amplio como para reunirlos a todos. Las lámparas de aceite iluminaban las caras preocupadas de hombres y mujeres que sabían que el peligro estaba más cerca de lo que jamás imaginaron.

Abigail se paró frente a ellos, su expresión firme pero cargada de tensión.

—Maddox vendrá por Silver Creek. No hay dudas sobre eso —dijo, su voz clara aunque grave—. Pero no pienso dejar que este pueblo caiga sin luchar.

Un murmullo recorrió la sala. Algunos hombres asintieron, mientras otros intercambiaban miradas nerviosas. Fue Nathan quien dio un paso al frente, colocándose a su lado.

—Abigail tiene razón. Podemos enfrentarlos, pero necesitamos prepararnos. Esto no será fácil, pero no podemos permitir que Maddox nos arrebate lo que hemos construido.

—¿Y cómo piensan que vamos a detenerlo? —preguntó un hombre mayor, de barba gris y mirada preocupada—. Sus hombres son más, tienen mejores armas…

Abigail alzó una mano, interrumpiendo.
—No necesitamos igualarlos en número. Conocemos este terreno mejor que ellos. Podemos usar eso a nuestro favor.

—¿Y si nos retiramos? —preguntó una mujer desde el fondo—. ¿No sería más seguro evacuar el pueblo?

Abigail negó con la cabeza.
—Si nos retiramos, Maddox lo tomará todo. Y una vez que lo haga, perseguirá a cualquiera que intente regresar. No, la única forma de detenerlo es aquí y ahora.

Mientras los habitantes discutían estrategias, Abigail y Nathan comenzaron a organizar grupos. Algunos se encargarían de reforzar las barricadas, mientras que otros prepararían provisiones y municiones. Aidan fue designado para supervisar a los tiradores desde las azoteas, mientras que Nathan lideraría la defensa en las calles principales.

—¿Y tú? —preguntó Nathan mientras revisaban un mapa del pueblo—. ¿Dónde estarás cuando todo esto comience?

Abigail lo miró con determinación.
—Donde sea más necesario.

Nathan no respondió, pero la preocupación en sus ojos era evidente.

Esa noche, mientras el pueblo trabajaba en silencio, Abigail caminó hacia la pequeña iglesia al final de la calle principal. Se detuvo en la entrada, mirando el interior oscuro y silencioso. Había pasado años evitando ese lugar, evitando las preguntas y los recuerdos que siempre la atormentaban.

Pero ahora, con el peligro inminente, no podía ignorarlos más. Se arrodilló frente al altar, sus manos temblando ligeramente mientras entrelazaba los dedos.

—No sé si alguien me escucha… —susurró, su voz apenas audible—. Pero si hay algo de justicia en este mundo, no lo hagan por mí. Hagan que este pueblo sobreviva.

Un ruido detrás de ella la hizo girarse rápidamente. Nathan estaba en la puerta, con el sombrero en la mano y una expresión seria.

—No sabía que eras de las que rezaban —dijo, avanzando un paso.

Abigail suspiró, poniéndose de pie.
—No lo soy. Pero a veces, haces lo que puedes, ¿no?

Nathan asintió, mirando alrededor de la iglesia antes de volver a centrar su atención en ella.
—¿Estás bien?

—Lo estaré —respondió ella, aunque no estaba segura de si lo decía por él o por sí misma.

Nathan se acercó, colocando una mano en su hombro.
—No tienes que cargar con todo esto sola, Abigail.

Ella lo miró, sorprendida por la suavidad en su voz. Por un momento, quiso decirle la verdad, contarle todo lo que había pasado, todo lo que había hecho. Pero el miedo de perderlo, de perder su confianza, la detuvo.

—Gracias, Nathan —fue todo lo que dijo.

A la mañana siguiente, el pueblo estaba irreconocible. Las barricadas bloqueaban las calles principales, y las ventanas habían sido reforzadas con madera. Los hombres y mujeres practicaban con armas, mientras que los niños eran llevados a un lugar seguro bajo la supervisión de los ancianos.

Abigail supervisaba todo desde el centro del pueblo, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar. A medida que avanzaba el día, el sol ardiente del desierto parecía intensificar la tensión en el aire.

Fue entonces cuando uno de los exploradores regresó al galope, su caballo cubierto de sudor.

—¡Vienen! —gritó, deteniéndose frente a Abigail—. ¡Están a unas horas de aquí!

Abigail se giró hacia Nathan y Aidan, que ya estaban acercándose.
—Es hora. Cada uno sabe lo que tiene que hacer.

Nathan asintió, pero se detuvo antes de marcharse.
—Abigail… si algo sale mal, quiero que sepas que…

Ella levantó una mano, deteniéndolo.
—No te despidas todavía, Nathan. Esto aún no ha terminado.

Con la puesta de sol, el horizonte se llenó de polvo levantado por los caballos de Maddox y su banda. Abigail observaba desde una posición elevada, con el rifle apoyado en sus manos. Su corazón latía con fuerza, pero su mirada era fría y decidida.

—Vamos, Maddox… —murmuró para sí misma—. Veamos quién sobrevive esta vez.

El enfrentamiento se acerca, y cada personaje está al límite de sus fuerzas y emociones. ¿Logrará Silver Creek resistir el ataque de Maddox? ¿Qué secretos de Abigail saldrán a la luz en la batalla? ¡Espero sus comentarios para seguir desarrollando esta historia!



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En el texto hay: misterio, intriga, viejooeste cowboys

Editado: 05.02.2025

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