Capítulo 15: Rumbo a lo Desconocido
El sol ascendía lentamente sobre el horizonte, bañando las montañas en tonos de oro y carmesí. Abigail cabalgaba con firmeza, su silueta recortada contra el paisaje agreste que se extendía más allá de Silver Creek. Aunque su determinación la mantenía en movimiento, su mente estaba dividida entre los recuerdos del pasado y las preocupaciones por el futuro.
Cada paso del caballo sobre la tierra polvorienta resonaba como un tamborileo constante en su cabeza. Había viajado por este camino una vez, hacía años, en circunstancias muy diferentes. La persona a la que buscaba no solo era peligrosa, sino que también representaba una parte de su vida que había intentado dejar atrás.
A mitad del camino, se detuvo para dar agua a su caballo y revisar sus provisiones. En la distancia, los picos nevados de las montañas se erguían como guardianes silenciosos, recordándole lo mucho que aún le quedaba por recorrer.
Mientras revisaba su mapa, un crujido de ramas la puso en alerta. Desenfundó su pistola en un movimiento fluido, girando hacia el sonido.
—Tranquila, no soy un bandido.
Una figura emergió de entre los arbustos. Era un hombre alto, de cabello oscuro y ojos penetrantes. Su ropa estaba desgastada, y llevaba un rifle al hombro, pero su postura no era hostil.
—¿Quién eres? —preguntó Abigail, sin bajar el arma.
El hombre levantó las manos en señal de paz.
—Me llamo Caleb. Vi que saliste de Silver Creek esta mañana. Pensé que podrías necesitar ayuda.
—¿Cómo sabes que vengo de Silver Creek? —preguntó ella, con la voz tensa.
Caleb sonrió ligeramente.
—No es difícil de adivinar. Todo el mundo sabe lo que está pasando allí. Maddox no es precisamente discreto.
Abigail lo estudió con cautela.
—¿Por qué querrías ayudarme?
—Porque Maddox ha causado estragos no solo en tu pueblo, sino en otros lugares también. Le debo algo, y no es precisamente mi gratitud.
Aunque su instinto le decía que no confiara en él, Abigail sabía que un aliado podría ser útil. Después de unos momentos, bajó el arma, pero no del todo.
—Si realmente quieres ayudar, mantén el ritmo y no hagas preguntas innecesarias.
Caleb asintió y montó su caballo, que estaba escondido entre los arbustos. Juntos, continuaron su camino hacia las montañas.
En Silver Creek, Nathan organizaba a los habitantes para reforzar las defensas. La tensión era palpable, pero nadie se atrevía a cuestionar su liderazgo.
—¿Crees que volverá a tiempo? —preguntó Aidan, acercándose a Nathan mientras inspeccionaban las barricadas.
Nathan frunció el ceño.
—No lo sé, pero no tenemos otra opción. Tenemos que aguantar, pase lo que pase.
Aidan asintió, pero no pudo ocultar su preocupación. Ambos sabían que si Maddox atacaba de nuevo antes del regreso de Abigail, las probabilidades no estarían a su favor.
De vuelta en las montañas, Abigail y Caleb se acercaban a una cabaña solitaria escondida entre los árboles. Era un lugar que Abigail conocía bien, aunque no había estado allí en años.
—¿Es aquí? —preguntó Caleb, mirando la cabaña con curiosidad.
Abigail asintió, desmontando de su caballo.
—Sí, pero deja que yo hable.
Se acercó a la puerta y golpeó con firmeza. Hubo un largo silencio antes de que se escuchara el sonido de pasos. La puerta se abrió, revelando a un hombre corpulento, con barba canosa y una mirada dura.
—Abigail —dijo, su voz profunda y cargada de sorpresa—. Nunca pensé que volvería a verte.
—Hola, Victor —respondió ella, sin rodeos—. Necesito tu ayuda.
Victor cruzó los brazos, apoyándose en el marco de la puerta.
—¿Por qué debería ayudarte? La última vez que viniste aquí, me dejaste con más problemas de los que podía manejar.
Abigail no se inmutó.
—Porque si no lo haces, Maddox destruirá Silver Creek. Y no creo que quieras tenerlo como vecino.
Victor la estudió durante un momento, como si estuviera evaluando su sinceridad. Finalmente, suspiró y dio un paso atrás, invitándola a entrar.
—Habla.
Dentro de la cabaña, Abigail explicó la situación mientras Caleb se mantenía en silencio, observando a Victor con atención. Cuando terminó, Victor se rascó la barba, pensativo.
—Maddox siempre fue un maldito problema —dijo finalmente—. Pero enfrentarlo no será fácil. Tiene recursos, hombres… y no teme usar cualquier medio para conseguir lo que quiere.
—Lo sé —respondió Abigail—. Pero no podemos dejar que gane. Necesitamos armas, provisiones y hombres que sepan luchar.
Victor se quedó en silencio, su mirada fija en Abigail. Finalmente, asintió.
—Está bien. Te ayudaré. Pero esto no será gratis.
—Lo sé —dijo ella, con firmeza—. Estoy dispuesta a pagar el precio.
Victor la miró con intensidad, como si intentara medir cuánto estaba dispuesta a sacrificar. Finalmente, sonrió de lado.
—Siempre fuiste valiente, Abigail. Pero más te vale estar lista, porque esto no será fácil.
Mientras Victor comenzaba a preparar sus armas y a llamar a sus contactos, Abigail sintió una mezcla de alivio y preocupación. Había dado un paso crucial, pero sabía que el verdadero desafío aún estaba por venir.
Abigail se adentra en un terreno peligroso en busca de aliados. ¿Será Victor la clave para derrotar a Maddox, o traerá consigo nuevos problemas? ¡Dejen sus teorías!