Capítulo 16: Alianzas Inciertas
La cabaña de Victor se transformó rápidamente en un centro de actividad. Mientras Caleb revisaba las armas y provisiones que Victor había acumulado a lo largo de los años, Abigail se mantenía en un rincón, observando todo con cautela. Aunque había logrado convencerlo de ayudar, sabía que el precio de su alianza aún no estaba del todo claro.
Victor, un hombre conocido por sus contactos con forajidos y mercenarios, no había cambiado mucho desde la última vez que lo vio. Su pragmatismo y falta de escrúpulos lo hacían un aliado útil, pero también peligroso.
—Si vamos a hacer esto, necesitaré más hombres —dijo Victor, mientras revisaba un mapa extendido sobre la mesa—. Tengo algunos conocidos en Blackstone, un pequeño campamento al norte. Podrían unirse si les ofrecemos la motivación adecuada.
—¿Motivación? —preguntó Abigail, cruzando los brazos.
Victor la miró con una sonrisa torcida.
—Oro, comida, lo que sea que necesiten para sobrevivir. No trabajan gratis.
—No tenemos mucho que ofrecerles —dijo Caleb, interviniendo por primera vez—. Apenas podemos sostener Silver Creek.
—Por eso estoy aquí, muchacho —respondió Victor con desdén—. Yo sé cómo negociar con esta gente. Pero necesitaré que tú y Abigail vengan conmigo. Su presencia será la garantía de que no estoy solo en esto.
Abigail asintió lentamente, aunque la idea de entrar en un campamento lleno de forajidos no la entusiasmaba.
—Está bien. Pero si esto sale mal, nos largamos. No arriesgaré mi vida por un trato fallido.
Victor rió entre dientes.
—Siempre tan desconfiada.
El viaje hacia Blackstone fue largo y tenso. El grupo cabalgó en silencio durante horas, atravesando terrenos escarpados y bosques densos. La amenaza de emboscadas estaba siempre presente, pero no encontraron a nadie en el camino.
Cuando finalmente llegaron al campamento, el sol ya comenzaba a ponerse. Blackstone no era más que un puñado de chozas improvisadas rodeadas por una empalizada de madera. Hombres armados patrullaban el lugar, y el aire estaba cargado de desconfianza.
—Déjame hablar a mí —dijo Victor, desmontando de su caballo—. No hagan nada que los haga parecer una amenaza.
Abigail y Caleb intercambiaron miradas antes de seguirlo. Dentro del campamento, los ojos de los forajidos se posaron sobre ellos, evaluándolos con miradas duras y curiosas.
Victor los llevó hasta una gran tienda en el centro del campamento. Allí, un hombre de cabello largo y mirada astuta los esperaba. Su postura relajada contrastaba con el revolver que descansaba en su cadera.
—Victor —dijo el hombre, sonriendo ampliamente—. Pensé que estabas muerto.
—Casi —respondió Victor, estrechando su mano—. Pero estoy aquí por negocios, Luther.
Luther levantó una ceja, mirando a Abigail y Caleb.
—¿Y quiénes son tus amigos?
—Aliados —dijo Victor—. Venimos de Silver Creek. Maddox tiene ese lugar bajo amenaza, y estamos formando un grupo para enfrentarlo.
Luther soltó una risa baja.
—¿Maddox? ¿Ese bastardo aún anda causando problemas?
—Más que nunca —intervino Abigail, dando un paso adelante—. Si no hacemos algo, no solo destruirá Silver Creek. Su ambición no tiene límites, y tarde o temprano, Blackstone será su próximo objetivo.
Luther la miró con interés.
—Tienes agallas, eso es seguro. Pero no muevo a mis hombres sin una buena razón. ¿Qué me ofreces a cambio?
—Oro —dijo Victor rápidamente—. Y un lugar seguro donde refugiarse después de todo esto.
Luther pareció considerar la oferta, pero aún no estaba convencido.
—Eso suena bien, pero necesitaré algo más. Una garantía de que no estoy perdiendo a mis hombres por nada.
Abigail apretó los dientes, sabiendo que estaban perdiendo terreno. Finalmente, habló con firmeza.
—Si te unes a nosotros, no solo tendrás oro. Tendrás la oportunidad de derribar a Maddox, un hombre que tarde o temprano te traicionará si no lo detienes ahora.
Luther se quedó en silencio por un momento, sus ojos fijos en Abigail. Finalmente, asintió.
—Está bien. Reuniré a mis hombres. Pero si esto sale mal, tú serás la responsable.
—Lo acepto —respondió Abigail sin dudar.
Mientras los hombres de Luther se preparaban, Caleb se acercó a Abigail.
—¿Estás segura de que podemos confiar en ellos?
Ella suspiró, observando el campamento con una mezcla de desconfianza y resignación.
—No tenemos otra opción. Si queremos salvar Silver Creek, necesitamos toda la ayuda posible, venga de donde venga.
Victor, que había escuchado la conversación, sonrió.
—Por eso siempre me gustaste, Abigail. Sabes cuándo arriesgarte.
Abigail lo ignoró, enfocándose en el futuro. Sabía que el regreso a Silver Creek no sería fácil, pero con los hombres de Blackstone a su lado, tenían una oportunidad. Una pequeña, pero suficiente.
Abigail logra formar una alianza con los forajidos de Blackstone, pero ¿a qué costo? ¿Serán estos nuevos aliados un apoyo real o una amenaza más? ¡Déjenme sus opiniones!