Eduardo reveló que la abuela de Laura —doña Mercedes— era la última guardiana del pacto original. Y que guardaba en su casa una reliquia de piedra conocida como La Lengua del Río, un fragmento antiguo donde estaba grabado el ciclo completo de los sacrificios.
Laura, desesperada, confrontó a su abuela. Mercedes, ya muy enferma, la esperó sentada en su mecedora. En su regazo, sostenía la piedra.
—Tu madre quiso escapar. Yo no la detuve. Pensé que si se iba, tal vez el río nos olvidaría. Pero nunca olvida. Ni perdona.
Laura, llorando, le preguntó si realmente creía en todo aquello.
—He visto morir a los inocentes —dijo Mercedes—. Y he visto al río... devolver cuerpos distintos a los que se llevó.
La piedra tenía símbolos que correspondían a una fecha específica: el 24 de agosto. Era mañana.
Y solo con la sangre de una Mendoza, descendiente directa de los fundadores, podría cerrarse el ciclo.
Laura cayó de rodillas.
—¿Tengo que morir?
Mercedes le miró con ternura rota.
—O matar. A él.
Editado: 07.05.2025