Capítulo 30: Santa Elena Nunca Olvida
Una semana después, Santa Elena volvía a parecer un pueblo normal.
Las calles estaban limpias. La niebla era más ligera. El río Toso corría tranquilo, casi alegre, como si nada hubiera pasado. Pero la gente… no era la misma.
Laura permanecía en casa de su abuela. Doña Mercedes había muerto dos días después del ritual, en paz, como si su ciclo hubiera terminado.
Eduardo se marchó del pueblo sin despedirse. Nadie supo más de él.
Salazar volvió a su oficina, pero ya no dormía. Cada noche, soñaba con la cueva. Con Andrés. Con el cuchillo de obsidiana.
Laura decidió escribir todo.
Llenó un cuaderno con cada detalle, cada secreto, cada muerte. Lo tituló "El Río Calla". Lo enterró bajo el manzano en el jardín de su abuela, junto a la piedra del pacto, ahora partida en dos.
Pero justo cuando creía que todo había terminado, recibió una carta.
No tenía remitente.
Dentro, solo una frase escrita a mano:
"No todo lo que se hunde, se ahoga. El río recuerda. Nos vemos en treinta años."
Laura la quemó sin pensarlo.
Pero esa noche, al mirar por la ventana, vio algo en el agua. Algo que la miraba de vuelta.
Editado: 07.05.2025