Sombras en las Highlands

Capítulo 1

Las Tierras Altas de Escocia siempre habían estado envueltas en una especie de misticismo que Amelia Rivers no podía ignorar. Desde niña, las leyendas sobre guerreros invencibles, clanes en guerra y antiguas maldiciones habían capturado su imaginación. Ahora, con 27 años y una carrera de arqueología, estaba ahí, en el corazón de esas mismas tierras que durante tanto tiempo habían habitado sus sueños. Sin embargo, lo que nunca se imaginó era que pronto esas leyendas se convertirían en su realidad.

La chica estacionó el coche en un pequeño sendero que se perdía entre la niebla espesa. El aire estaba húmedo y frío que calaba en sus huesos, pero no le importaba. Después de semanas de investigación, había llegado al lugar que la intrigaba: un antiguo círculo de piedras en medio de las montañas.

Las leyendas locales hablaban de portales mágicos, de desapariciones misteriosas y de maldiciones lanzadas por brujas vengativas, pero ella siempre había tomado esas historias con escepticismo. Hoy, no obstante, algo la empujaba a explorar más allá de las ruinas. Tenía el presentimiento de que estaba a punto de descubrir algo que cambiaría su vida para siempre.

Caminó con cuidado entre las rocas irregulares, cubiertas de musgo y sintiendo que cada paso la acercaba más al corazón de un enigma antiguo.

El cielo, que había estado gris todo el día, de repente se oscureció aún más, como si las nubes se hubieran agrupado sobre su cabeza. Un trueno resonó en la distancia y, en cuestión de segundos, la lluvia comenzó a caer con furia.

Amelia se apresuró hacia el centro del círculo de piedras para buscar refugio en una pequeña cavidad bajo una roca sobresaliente.

Mientras esperaba a que la tormenta pasara, algo inusual capturó su atención. En el centro del círculo, una piedra mucho más pequeña que el resto parecía brillar con una luz tenue y sobrenatural. Pensó que podría ser un reflejo de la tormenta, pero el brillo no desaparecía ni cambiaba con la dirección del viento o la luz. Cautivada, salió de su refugio y se acercó.

La piedra era lisa y negra, con símbolos tallados que no reconocía, aunque algo en ellos le resultaba extrañamente familiar. Sin pensar demasiado, alargó la mano hacia ella. El aire a su alrededor se volvió más denso, más eléctrico, y un zumbido comenzó a resonar en sus oídos. Justo cuando sus dedos rozaron la superficie fría y húmeda de la piedra, un rayo cayó sobre el círculo con una fuerza desgarradora.

El impacto fue inmediato. Amelia sintió un tirón en su estómago, como si algo la estuviera succionando desde el interior de su propio ser. Gritó, pero su voz fue tragada por el viento furioso que rugía a su alrededor. El mundo que conocía se volvió borroso con una mezcla de luz y sombra, mientras sentía que su cuerpo era arrastrado a través de una fuerza que no podía ver, comprender o controlar.

Y entonces, todo se apagó.

Cuando Amelia abrió los ojos, el silencio era abrumador. El aire era más denso y el olor a tierra mojada había desaparecido. Se levantó con torpeza, con un dolor horroroso en cada parte de su cuerpo. La tormenta había cesado por completo y, cuando alzó la vista hacia el cielo, vio algo que la dejó atónita: un sol brillante y despejado estaba en lo más alto, calentándola. La niebla y la lluvia habían desaparecido y todo el paisaje a su alrededor parecía… diferente.

El círculo de piedras seguía allí, pero algo no cuadraba. Las rocas estaban más desgastadas, cubiertas de musgo y hierba que no había visto antes. Miró a su alrededor para tratar de orientarse y algo en el horizonte capturó su atención: una gran fortaleza que no había estado allí antes se alzaba delante de sus narices. Sus muros de piedra eran altos y antiguos, y parecían dominar el paisaje con una autoridad que no podía negar.

—¿Qué demonios…? —murmuró mientras el miedo comenzaba a asentarse en su pecho.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, el sonido de cascos de caballos la sobresaltó. Volteó justo a tiempo para ver a un grupo de hombres a caballo que se acercaban con rapidez. Vestían kilts y portaban espadas largas. Sus miradas estaban fijas en ella con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Amelia retrocedió instintivamente, pero no había a dónde correr.

El hombre que lideraba el grupo desmontó con una agilidad sorprendente para alguien de su tamaño. Era imponente, con una presencia que irradiaba poder. Su cabello oscuro y desordenado caía sobre sus hombros y sus ojos la observaban con una intensidad que la hizo temblar.

Amelia se sintió atrapada bajo su mirada, como si él pudiera ver más allá de su piel para escudriñar su alma.

—¿Quién eres y qué haces en nuestras tierras? —La voz del hombre era grave y cortante con un acento escocés pesado, pero comprensible.

La joven intentó hablar, sin embargo, tenía la garganta seca. ¿Cómo explicar que no sabía cómo había llegado hasta allí, ni siquiera en qué época se encontraba? Respiró hondo para tratar de calmarse y logró decir:

—Mi nombre es Amelia… No sé cómo he llegado aquí. Estaba en… otro lugar, en otro tiempo…

Su voz se quebró al final. ¿Cómo no podía parecer una loca si decía algo así?

El hombre frunció el ceño con los ojos brillando con una mezcla de incredulidad y desconfianza.

—¿Otro tiempo? ¿Te crees una especie de hechicera? No me hagas perder el tiempo con tonterías —la reprendió.




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