Sombras en las Highlands

Capítulo 5

Amelia se despertó temprano al día siguiente aún procesando los eventos de la noche anterior. Las palabras de Caelan, la promesa de descubrir más sobre el círculo de piedras y su misteriosa conexión con él, la mantenían en un estado de alerta constante. Se vistió con rapidez, decidida a encontrar respuestas y demostrar su utilidad.

Después del desayuno, que consistió en un sustancioso guiso y pan recién horneado, la chica fue conducida por un guardia a una de las áreas restringidas del castillo. A medida que avanzaban por los pasillos, sintió una mezcla de anticipación y nerviosismo.

El guardia la llevó a una biblioteca antigua, cuyas estanterías estaban llenas de libros y manuscritos de aspecto polvoriento. Era un lugar que parecía estar lleno de secretos y la joven estaba ansiosa por explorar.

—Aquí podrá investigar sobre el clan MacLeod y el círculo de piedras —dijo el guardia con un tono neutro—. No se le permite tomar ningún libro fuera de esta sala y deberá pedir permiso si necesita algo.

—Lo entiendo, gracias —asintió la muchacha con agradecimiento.

Una vez sola, Amelia se dirigió a una mesa de lectura en el centro de la sala y comenzó a examinar los textos. Los libros eran antiguos, con encuadernaciones de cuero desgastado y letras doradas que apenas se leían. Pasó las páginas con cuidado, tratando de descifrar el contenido. Encontró referencias al clan MacLeod, sus orígenes y leyendas, pero la información sobre el círculo de piedras y su conexión con el clan era escasa y críptica.

Mientras leía, la chica encontró un manuscrito particularmente interesante, que hablaba de antiguos rituales y creencias asociadas con los portales de piedra. Al parecer, estos círculos no solo servían como puntos de cruce entre el tiempo y el espacio, sino que también estaban vinculados a una serie de rituales destinados a proteger y canalizar la energía mágica de las piedras.

De repente, la puerta de la biblioteca se abrió y Caelan entró. Su presencia en la sala hizo que el ambiente se volviera aún más tenso. Amelia alzó la vista de los libros con el corazón palpitando por la inesperada visita.

—¿Cómo va la investigación? —preguntó el chico con la mirada fija en ella.

—Encontré algo interesante —respondió ella mientras señalaba el manuscrito sobre la mesa—. Este libro habla de rituales antiguos y de la energía de las piedras. Parece que hay más en el círculo de lo que pensábamos.

Caelan se acercó y examinó el manuscrito. Sus ojos se concentraron en las páginas mientras leía con rapidez.

—Este texto es raro —comentó después de unos minutos—. Habla de la energía que fluye a través de las piedras y de cómo los rituales pueden amplificar esa energía. Pero es solo una parte de la historia.

—¿Qué más sabes sobre estos rituales? ¿Cómo se relacionan con el clan y el círculo? —quiso saber Amelia con el ceño fruncido.

El chico se apoyó en la mesa con la expresión grave y contestó:

—Los rituales que describes son usados para mantener el equilibrio entre las fuerzas que actúan sobre el círculo. En el pasado, el clan utilizó estos rituales para protegerse y para asegurarse de que el poder de las piedras no fuera mal utilizado. Sin embargo, esos conocimientos se han perdido con el tiempo y ahora solo quedan fragmentos.

—¿Y tú? —interrogó ella—. ¿Sabes algo más sobre cómo podríamos recuperar o utilizar ese conocimiento?

Caelan la miró con una mezcla de desconfianza y curiosidad.

—No soy un experto en magia, pero sé que el círculo tiene un propósito más allá de lo que entendemos. Mi padre solía decir que la sangre del clan estaba vinculada a la protección del círculo, aunque nunca me dijo exactamente cómo —respondió después de unos segundos en silencio.

—Tal vez deberíamos buscar más información. Quizás hay otros textos o personas que puedan ayudarnos —dijo Amelia mientras asentía y comprendía que el chico tenía más preguntas que respuestas, igual que ella.

El hombre se quedó en silencio por un momento, considerando la propuesta hasta que habló:

—Quizás tienes razón. Hay una antigua biblioteca en las tierras cercanas, perteneciente a un viejo monasterio que alguna vez estuvo aliado con los MacLeod. Podría contener información valiosa.

El corazón de la joven dio un vuelco. La idea de explorar un monasterio antiguo era emocionante y aterradora a la vez.

—¿Podemos ir allí? ¿Cuándo? —inquirió con emoción, tal vez demasiada.

—Nosotros, el clan MacLeod, tenemos una misión más importante en este momento —dijo Caelan con voz firme—. Pero puedo conseguirte un permiso para que vayas con un guía de confianza. Debemos tener cuidado. El monasterio puede ser peligroso y no todos los habitantes de estas tierras tienen buenas intenciones.

—Lo haré —la chica asintió con determinación—. Necesitamos toda la información posible para entender el círculo y mi papel en esto.

***

Al día siguiente, Amelia fue acompañada por un joven guerrero llamado Duncan, quien se encargó de guiarla hasta el monasterio. Duncan era un hombre de complexión robusta, con una actitud amable, aunque reservada.

El viaje al monasterio se realizó a pie, atravesando colinas y bosques que parecían sacados de una novela de fantasía.




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