Sombras encadenadas

Capítulo 4 – Pistas de fuego

La ciudad amanecía con un gris plomizo que parecía absorber toda la luz del sol. Emily caminaba rápidamente entre los callejones, amuleto en mano, sintiendo cómo todavía vibraba con la energía del encuentro de la noche anterior. Cada paso era calculado; cada sombra podía esconder otro ataque. Tyler la seguía de cerca, sus ojos recorriendo cada esquina, cada techo, como si pudiera anticipar el peligro antes de que ocurriera.

—Tenemos que encontrar un patrón —dijo Emily, sus dedos acariciando el amuleto—. Cada víctima, cada símbolo… debe haber algo que los conecte.

—Ya encontré algo —respondió Tyler, sacando un pequeño mapa digital y marcando varios puntos—. Mira estos lugares: todos los incidentes recientes coinciden con antiguos sitios de energía mágica. Antiguas casas, ruinas… incluso sitios de rituales olvidados.

Emily estudió el mapa, sintiendo cómo una mezcla de fascinación y alarma recorría su espalda. —Es como si alguien estuviera reconstruyendo un tablero antiguo, y nosotros fuéramos las piezas.

Mientras analizaban los puntos, un grito desgarrador resonó desde un callejón cercano. Emily y Tyler se lanzaron hacia el origen del sonido, corriendo con rapidez sobrenatural. Allí encontraron a una joven atrapada en una especie de campo de energía invisible, sus ojos llenos de terror.

—¡Ayúdenme! —gritó la chica, intentando luchar contra la fuerza que la mantenía suspendida en el aire.

Emily inspeccionó rápidamente el círculo de energía: runas mágicas que pulsaban con fuerza. —No es humano… —murmuró, con los sentidos alerta—. Esto es obra del asesino.

Tyler se colocó a su lado, preparado para actuar. —Podemos romper esto, pero necesito que confíes en mí.

Emily asintió y juntos combinaron sus habilidades: ella utilizando precisión y fuerza sobrehumana, él canalizando energía oscura controlada por su propia esencia. En un instante, el círculo se rompió, y la joven cayó al suelo, respirando con dificultad pero viva.

—Gracias… gracias… —balbuceó la chica, incapaz de comprender del todo lo que acababa de suceder.

Emily la ayudó a ponerse de pie. —No hay tiempo para explicaciones largas. ¿Recuerdas algo de quién hizo esto? ¿Algún símbolo?

La joven tembló, recordando. —Sí… había un símbolo en la pared… parecía un fuego, pero al revés… y sentí… algo… poderoso, mirándome.

Emily intercambió una mirada con Tyler. —Fuego al revés… eso coincide con lo que vimos en la escena anterior —murmuró—. El asesino está dejando pistas, pero también está probando nuestra capacidad de reacción.

Tyler se inclinó, observando las marcas residuales de energía. —Cada ataque no es solo para matar. Es un mensaje. Y nosotros tenemos que decodificarlo antes de que sea demasiado tarde.

Mientras caminaban de regreso, Emily no pudo evitar notar cómo Tyler la miraba con una intensidad extraña. No era solo preocupación; había algo más, un vínculo que se estaba formando y que ambos sentían aunque ninguno quisiera admitirlo.

—Emily… —dijo Tyler, bajando la voz—. No solo estamos lidiando con el asesino. Esto… esto también es peligroso para nosotros. La forma en que nuestras energías se mezclan podría ser una ventaja… o un riesgo.

Emily frunció el ceño, su corazón latiendo con fuerza. —Lo sé… y no puedo permitirme distraerme. No puedo dejar que nada me afecte mientras esto siga.

Pero mientras hablaban, un viento frío recorrió la calle, y Emily sintió un escalofrío que no era normal. Algo los estaba siguiendo de nuevo, pero esta vez no era un ataque directo. Era más sutil, más estratégico, y sin duda sabía dónde estaban y qué hacían.

—Nos observan —susurró Emily—. Esta vez… están jugando con nosotros a otro nivel.

Tyler asintió, y ambos apretaron el paso, siguiendo un rastro de energía que parecía conducirlos hacia un antiguo almacén al borde de la ciudad. Allí, un símbolo gigantesco estaba grabado en la puerta: fuego invertido, pulsando con energía sobrenatural.

—Esto no puede ser bueno —dijo Emily, sacando una daga especial que brillaba con runas de protección—. Este es el lugar donde nos esperan.

—Entonces entremos juntos —respondió Tyler, colocando una mano sobre la suya. Por un instante, la cercanía hizo que ambos sintieran la tensión y la electricidad del vínculo que comenzaba a formarse.

Al abrir la puerta, una corriente de energía los golpeó. Dentro, sombras danzaban y el aire parecía cargado de poder antiguo. En el centro, un altar improvisado con símbolos y marcas de sangre. Y allí, entre la penumbra, una figura los esperaba: alta, imponente, con ojos que brillaban como brasas y una sonrisa que helaba la sangre.

—Bienvenidos —dijo la figura, su voz profunda y retumbante—. He estado esperando su llegada.

Emily y Tyler intercambiaron una mirada rápida. —Esto apenas comienza —susurró Emily, con la determinación que la caracterizaba.

Y mientras la figura avanzaba hacia ellos, un destello de fuego negro iluminó la sala, dejando en claro que el enemigo no solo era poderoso… sino que sabía exactamente cómo manipularlos, empujándolos al límite de su fuerza, su ingenio y su vínculo.

El verdadero juego había comenzado.

Emily y Tyler avanzaron con cautela, cada movimiento medido, conscientes de que cualquier error podía ser mortal. El aire dentro del almacén estaba denso, cargado de energía oscura que hacía que la piel se les erizara. El altar en el centro brillaba tenuemente con símbolos de fuego invertido, y la figura que los esperaba parecía crecer en tamaño e intensidad con cada paso que daban.

—¿Quién eres? —preguntó Emily, su voz firme pero alerta, la daga brillando con runas protectoras en su mano.

La figura esbozó una sonrisa cruel. —Alguien que ha estado observando desde mucho antes de que ambos nacieran. Alguien que sabe lo que son… y lo que pueden llegar a ser.

Tyler frunció el ceño, avanzando ligeramente. —Si quieres jugar, lo haremos. Pero no subestimes lo que podemos hacer juntos.




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