Sombras encadenadas

Capítulo 10 – El Umbral de los Condenados

El pasaje descendía como una garganta infinita, estrechándose y ensanchándose a cada tramo, como si la catacumba respirara. Emily sostenía con fuerza la mano de Tyler, y cada tanto sus ojos dorados se volvían hacia él, asegurándose de que no desfalleciera. La marca en su pecho ardía con una intensidad que casi iluminaba más que las runas en las paredes, y ese brillo carmesí parecía ser tanto un faro como una amenaza.

Al final del túnel, una puerta de piedra negra se alzaba. Estaba cubierta de símbolos tallados en espiral, cada uno destilando un susurro distinto. Al acercarse, Emily percibió que las runas no eran estáticas: se movían, como si fueran gusanos vivos arrastrándose sobre la superficie.

El guardián se detuvo frente a la puerta y alzó su bastón.
—Más allá de este umbral comienza la verdadera prueba. Las sombras ya han hurgado en vuestros temores, pero ahora tendréis que enfrentar aquello que puede destruir vuestro cuerpo tanto como vuestra mente.

Emily tragó saliva, evaluando los símbolos.
—¿Qué hay al otro lado?

—El Umbral de los Condenados —respondió con solemnidad—. Una cámara que elige sus propias armas: trampas vivientes, guardianes ancestrales, recuerdos hechos carne. Nadie que carezca de equilibrio entre luz y oscuridad ha salido jamás con vida.

El silencio que siguió fue tan denso que casi parecía un muro. Tyler apretó la mano de Emily, clavando sus ojos en los suyos.
—Entonces no vamos a fallar.

La puerta se abrió sola, chirriando como si doliera. Una ráfaga de aire gélido los envolvió, trayendo un hedor antiguo, mezcla de ceniza y hueso. Al entrar, la cámara reveló su inmensidad: un salón circular con columnas retorcidas que parecían gritar en silencio. En el centro, una losa de piedra estaba cubierta de grietas incandescentes, como si en su interior ardiera un fuego oculto.

Pero lo que heló la sangre de Emily fueron las figuras que se alzaron desde el suelo. Eran altos, encorvados, con cuerpos de sombra endurecida como obsidiana. Tenían ojos rojos brillantes y garras tan largas como dagas. No eran ilusiones. Eran guardianes de carne oscura, creados para devorar a los intrusos.

Uno de ellos habló con una voz grave que vibraba en las paredes:
—El Corazón no acepta débiles. Vuestros cuerpos serán nuestro alimento, y vuestra luz, nuestra condena.

Emily retrocedió un paso, pero se obligó a mantener la compostura. Sacó su daga, que parecía absorber la poca luz dorada que emanaba de sus ojos. Tyler, en cambio, dejó que la energía carmesí brotara de su pecho, envolviéndolo como un halo ardiente. La marca brillaba tan fuerte que las criaturas siseaban, cubriéndose con sus garras como si les quemara.

—Emily… —susurró Tyler, sin apartar la vista de los guardianes—. No creo que pueda controlarlo mucho tiempo. Si me dejo llevar…

—Entonces me llevaré contigo —respondió ella con firmeza, alzando su daga—. Pero no vas a caer. Confía en mí, como yo confío en ti.

Los guardianes rugieron al unísono y avanzaron, sus pasos resonando como martillazos contra la piedra. Emily se lanzó primero, esquivando una garra que destrozó el aire a centímetros de su rostro, y hundió la daga en el torso de la criatura. La sombra chilló, y un humo negro brotó de la herida, pero no cayó.

Tyler gritó, liberando una ráfaga de energía que golpeó a otro guardián, estrellándolo contra una columna. El impacto hizo vibrar toda la cámara. Su poder se sentía más salvaje, menos humano, pero también más devastador. Emily lo miró de reojo: si esa fuerza lo dominaba, no habría manera de detenerlo.

Las criaturas se multiplicaban, surgiendo de las grietas de la losa central como insectos de un nido. Cada una era más veloz que la anterior, y cada movimiento exigía reflejos perfectos. Emily se deslizó bajo una de ellas, cortando tendones de sombra en sus piernas, mientras Tyler golpeaba con su energía carmesí, arrancando gritos desgarradores que parecían provenir de mil voces a la vez.

Pero la losa del centro empezó a latir. Cada vez que un guardián caía, la grieta brillaba más fuerte, como si absorbiera tanto la oscuridad destruida como la energía de Tyler. Emily lo notó, y un escalofrío recorrió su espalda.
—Tyler, detente… ¡están usando tu poder para alimentar la losa!

Él se detuvo, respirando con dificultad, sudor recorriendo su frente.
—No puedo… es lo único que los hace retroceder.

Emily esquivó otro ataque, rodando por el suelo, y al levantarse gritó:
—¡Escúchame! Si sigues dándoles tu energía, el sello se romperá antes de que lleguemos al Corazón. ¡Usa tu fuerza, pero con control!

Tyler cerró los ojos un segundo, concentrándose. La energía carmesí dejó de arder de manera caótica y comenzó a fluir con más precisión, formando un círculo de fuego en torno a él. Cuando abrió los ojos, brillaban con un tono rojo profundo, pero no descontrolado.

—Así está mejor —dijo Emily, con una sonrisa rápida antes de lanzarse otra vez al ataque.

Juntos comenzaron a equilibrar sus fuerzas. Emily, con precisión mortal, y Tyler, con un control recién adquirido. Cada guardián que caía se convertía en polvo de sombra, que no alimentaba la losa, sino que desaparecía en el aire.

El último guardián, más alto que los demás, se abalanzó sobre Tyler con un rugido. Emily saltó entre ambos, clavando su daga directamente en su garganta, mientras Tyler descargaba un puñetazo envuelto en fuego carmesí contra su pecho. El impacto hizo que la criatura explotara en un grito que retumbó como un trueno.

El silencio cayó. La losa seguía brillando, pero ya no crepitaba con tanta fuerza. Emily respiraba agitadamente, con sangre negra en la hoja de su daga. Tyler estaba arrodillado, su pecho ardiendo, pero aún consciente.

El guardián que los había acompañado hasta el umbral apareció en el borde de la cámara, apoyándose en su bastón. Su mirada era impenetrable.
—Habéis superado la primera parte del Umbral. Vuestra fuerza conjunta os ha salvado, pero no bajéis la guardia. Lo que habéis visto es solo el inicio. Las catacumbas aún no han mostrado sus secretos más oscuros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.