El amanecer rompía entre los escombros del refugio, tiñendo de rojo las paredes dañadas. Tyler y Emily estaban sentados frente a la entrada principal, respirando con dificultad, mientras Kael y Lyria reforzaban las defensas y Nira reorganizaba armas y suministros.
—Esto no ha terminado —dijo Emily, observando el horizonte—. Lo que acabamos de enfrentar fue solo un ensayo.
Tyler asintió, con los ojos brillando levemente.
—Lo sé… y siento que cada vez será más difícil. No solo por ellos, sino por lo que hay dentro de mí.
Seraphine se acercó, observando el fuego controlado en las manos de Tyler.
—Es hora de que entiendas tu verdadero origen —dijo con voz grave—. No es solo un demonio común, Tyler. Tu esencia está ligada a algo mucho más antiguo y poderoso de lo que imaginas.
Emily frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—Tu poder no es solo fuego —continuó Seraphine—. Es un fragmento de un demonio ancestral que fue sellado hace siglos. Ese sello te mantiene a ti en equilibrio, pero también es la razón por la que los enemigos te buscan. Ellos saben que si rompen el sello, desatarán un poder que podría arrasar con todo.
Tyler tragó saliva, sintiendo cómo el peso de su existencia lo golpeaba.
—Entonces… cada ataque no es solo contra mí, sino contra ese poder dentro de mí.
Seraphine asintió.
—Exacto. Y ahora debes entrenar no solo para controlar tu fuego, sino para comprender tu esencia. Solo así podrás proteger a todos los que amas.
Emily tomó su mano, firme y decidida.
—No importa lo que seas por dentro —dijo—. Para mí, eres Tyler. Y mientras estés conmigo, no permitiré que te pierdas.
Tyler la miró, encontrando en su mirada un refugio que ni siquiera Seraphine podía ofrecer.
—Gracias, Emily. No sé qué haría sin ti.
El día avanzó mientras Tyler entrenaba bajo la supervisión de Seraphine. Cada movimiento era más difícil que el anterior, cada chispa de fuego debía ser controlada con precisión y concentración. Emily permanecía cerca, observando y corrigiendo sus errores cuando era necesario, asegurándose de que su vínculo emocional lo mantuviera firme.
Mientras tanto, fuera del refugio, los enemigos planeaban su próximo movimiento. Su líder estaba decidido: necesitaban atacar con más fuerza y astucia. Comprendían que la fuerza bruta ya no bastaba; necesitaban un plan que explotara la oscuridad dentro de Tyler.
—Si logramos quebrarlo —dijo uno de sus seguidores—, la unidad del refugio colapsará.
—Exactamente —respondió el líder—. Pero debemos esperar el momento adecuado. Solo entonces revelaremos todo nuestro poder.
El día terminó con Tyler exhausto pero más fuerte. Había aprendido a canalizar su fuego con mayor precisión, y aunque la oscuridad interna aún estaba presente, había un control que antes parecía imposible. Emily se sentó a su lado, apoyando su cabeza en su hombro.
—Lo estás haciendo increíble —susurró—. Nunca he dudado de ti.
Tyler sonrió débilmente, aunque cansado.
—Todavía queda mucho por aprender… y temo lo que venga.
Emily le tomó la mano.
—Sea lo que sea, lo enfrentaremos juntos. Siempre.
El sol se ocultaba lentamente, tiñendo el cielo de tonos rojizos que reflejaban la tensión que aún flotaba sobre el refugio. Tyler permanecía de pie en el círculo central, con las manos extendidas y los ojos cerrados, concentrado en cada chispa de fuego que surgía de su interior. Cada movimiento exigía un control absoluto; cada respiración debía sincronizarse con su voluntad.
Emily permanecía cerca, observándolo con atención. Su presencia era un ancla constante, recordándole que no estaba solo. Su vínculo no era solo emocional; era la clave que mantenía la oscuridad dentro de Tyler bajo control.
—Respira profundo —susurró Emily—. Siente el fuego, pero no dejes que te domine.
Tyler inhaló, dejando que la energía fluyera a través de él sin explotar. Su fuego chisporroteaba, formando patrones precisos sobre el suelo, iluminando símbolos que Seraphine había enseñado a visualizar.
—Bien —dijo Seraphine, acercándose con paso seguro—. Ahora, intenta proyectar tu fuego hacia afuera, no solo para atacar, sino para crear barreras y proteger a quienes te rodean.
Tyler abrió los ojos, concentrando su energía en un escudo de llamas que rodeó a Emily, Kael y Nira. Las barreras vibraban con su poder, brillando con intensidad controlada. Era un primer paso hacia el dominio de su esencia demoníaca, y cada chispa que surgía era un recordatorio de que podía usar su oscuridad para proteger, no destruir.
Mientras Tyler entrenaba, Emily no podía evitar preocuparse por lo que vendría. Sabía que los enemigos no descansarían; estaban observando, planeando su próximo movimiento. La tensión era palpable, y cada instante podía ser crucial.
—No podemos confiarnos —dijo Emily, mientras observaba la entrada del refugio—. Ellos saben que estamos aquí, y saben lo que Tyler es capaz de hacer.
Kael frunció el ceño, ajustando su daga.
—Entonces debemos estar listos. No podemos permitir que nos sorprendan de nuevo.
Lyria, apoyada en su bastón, murmuró:
—El problema no es solo la fuerza. Si logran perturbar la mente de Tyler, podemos perder todo, incluso antes de que lleguen a nosotros.
Emily respiró hondo, colocando una mano sobre el brazo de Tyler.
—No mientras yo esté contigo —dijo con firmeza—. No permitiremos que nos rompan.
La noche cayó, y con ella, un silencio inquietante se apoderó del refugio. Cada sombra parecía moverse con vida propia, y Emily podía sentir la tensión creciente. Tyler cerró los ojos, enfocándose en su respiración, mientras Seraphine lo guiaba para mantener el control de su fuego y su oscuridad interna.
—Recuerda —dijo Seraphine—, tu poder no es solo fuerza bruta. Es control, estrategia y concentración. Si lo mantienes bajo control, puedes proteger a todos, incluso en medio del caos.