El refugio estaba envuelto en un silencio tenso, roto solo por el crujir de las paredes y el eco lejano de criaturas que rondaban los alrededores. Tyler permanecía en el centro del círculo de entrenamiento, con las manos extendidas y el fuego danzando suavemente entre sus dedos, mientras Emily permanecía a su lado, vigilante y lista para cualquier eventualidad.
—Todo está demasiado silencioso —murmuró Emily, frunciendo el ceño—. Esto no es normal.
Tyler asintió, concentrado, sintiendo la tensión en su interior crecer junto con el poder que lo habitaba.
—Lo sé… algo se acerca.
Seraphine apareció detrás de ellos, sus ojos brillando con gravedad.
—Tienen razón. Este silencio es la antesala de algo más peligroso que los ataques anteriores. Los enemigos no vienen a un enfrentamiento directo; vienen a probar tus límites, Tyler.
Emily respiró hondo, colocando una mano firme sobre el brazo de Tyler.
—No importa lo que traigan, lo enfrentaremos juntos.
Afueras del refugio.
El líder enemigo se movía entre las sombras con precisión calculada. Su mirada estaba fija en el refugio, evaluando cada punto débil y cada movimiento del grupo. Esta vez, había preparado un ataque estratégico: no solo fuerza bruta, sino emboscadas, ilusiones y provocaciones mentales diseñadas para hacer que Tyler pierda el control de su fuego.
—Recuerden —dijo el líder a sus seguidores—, no podemos vencerlo con ataques directos. Debemos manipular su mente y emociones. Provóquenlo, pero con cuidado. Cada chispa que pierda el control nos acerca a la victoria.
Uno de sus subordinados asintió con nerviosismo.
—¿Y Emily y los demás?
—Serán obstáculos menores —respondió el líder—. Nuestro objetivo principal es Tyler. Rompan su control y el resto caerá por sí mismo.
Dentro del refugio, Tyler practicaba con precisión, concentrando el fuego en patrones defensivos y ofensivos. Emily y Seraphine lo observaban, evaluando su progreso. Cada chispa controlada era un paso más hacia la maestría de su poder demoníaco, pero cada segundo también significaba que los enemigos podrían atacar en cualquier momento.
—Bien —dijo Seraphine—. Ahora imagina que estás rodeado, que no hay salida y que todo depende de tu control.
Tyler cerró los ojos y respiró profundamente, visualizando un círculo de fuego a su alrededor, protegiendo a todos los que estaban dentro del refugio. El fuego vibraba con energía controlada, formando un escudo que no solo protegía, sino que también reflejaba el vínculo que lo unía a Emily.
—Eso es —dijo Seraphine, asintiendo—. Control absoluto, incluso bajo presión.
Emily colocó su mano sobre la de Tyler.
—Lo estás haciendo perfecto —susurró—. No olvides que estoy aquí contigo, siempre.
El ataque comenzó con sigilo. Criaturas sombrías irrumpieron desde los túneles laterales, moviéndose con rapidez y precisión, intentando romper las defensas del refugio. Tyler reaccionó, liberando ráfagas controladas de fuego que derribaban enemigos sin destruir la estructura. Cada ataque estaba calculado, cada movimiento era estratégico.
Kael y Nira cubrían los flancos, derribando a los enemigos que lograban acercarse, mientras Lyria reforzaba las barreras mágicas que contenían la energía liberada por Tyler. Emily se movía con agilidad, bloqueando y atacando, asegurando que los intrusos no lograran penetrar más allá de la primera línea de defensa.
—¡No los dejen rodear el círculo! —gritó Emily, señalando un punto donde varias sombras se acercaban.
Tyler concentró su energía, lanzando un pulso de fuego que iluminó toda la habitación y dispersó a los enemigos, pero sin perder la calma ni ceder a la oscuridad que acechaba dentro de él.
El líder enemigo observaba desde la distancia, evaluando cada movimiento. Sabía que la fuerza bruta no funcionaría; debía usar astucia y manipulación.
—Provóquenlo emocionalmente —ordenó—. Muestren que aquellos a quienes ama están en peligro. Solo así perderá el control.
De repente, apareció una ilusión frente a Tyler: Emily atrapada entre llamas que él mismo generaba. Su corazón latió con fuerza, y la oscuridad interna reaccionó, impulsándolo a liberarse sin control.
Emily gritó su nombre, corriendo hacia él:
—¡Tyler! ¡Mírame! ¡Tú controlas esto!
Él inhaló profundamente, recordando cada instrucción de Seraphine y cada gesto de apoyo de Emily. Lentamente, las imágenes se desvanecieron, y su fuego se concentró en ráfagas precisas que derribaron a los intrusos restantes.
—Lo tengo —murmuró, con voz firme—. No soy un monstruo.
El líder enemigo retrocedió, sorprendido por el control de Tyler. Sabía que la próxima confrontación tendría que ser más sofisticada, un verdadero choque no solo físico, sino mental y emocional.
Emily se acercó a Tyler, respirando con dificultad, pero con determinación en los ojos.
—No importa lo que venga —dijo—. Lo enfrentaremos juntos. Siempre.
Tyler asintió, su fuego chisporroteando levemente, controlado pero listo para lo que fuera. Sabía que lo peor aún no había llegado, pero también sabía que con Emily a su lado, podría resistir cualquier ataque, controlar cualquier chispa de oscuridad y proteger a quienes amaba.
El aire dentro del refugio estaba cargado, pesado con el olor a humo y el eco de los enfrentamientos. Los cuerpos de las criaturas de sombra se desvanecían en la nada, dejando tras de sí solo un rastro frío que impregnaba el suelo.
Emily jadeaba, con la espada aún firme en sus manos. Sus músculos dolían, pero su mente seguía alerta. No podía permitirse bajar la guardia, porque sabía que aquello no había terminado.
—Esto fue solo una prueba —dijo Kael, limpiando su daga con un trapo rasgado—. Un tanteo. Quieren ver qué tan lejos puede llegar Tyler.
Nira golpeó la pared con frustración.
—Y casi lo logran. Si no fuera por Emily, ya estaríamos todos consumidos por ese fuego.