Sombras Eternas

Capitulo 3: El velo entre mundos.

La mañana siguiente amaneció con un cielo plomizo, amenazando lluvia. Elena despertó con el eco de la visita nocturna de Iker aún resonando en su mente. Sentía un peso indescriptible, como si un velo invisible hubiera caído sobre sus ojos, ocultándole la realidad tal como la conocía.

En la escuela, el bullicio habitual parecía ensombrecido, como si todos los secretos y las tensiones de Ashwood comenzaran a filtrarse en cada rincón. Elena notaba las miradas furtivas, los susurros apagados y la atmósfera cargada que la rodeaba. Nada era casual.

Después de clases, Elena decidió dar un paseo por el centro histórico de Ashwood, un laberinto de calles adoquinadas, faroles antiguos y edificios que parecían susurrar historias de siglos pasados. Allí buscaba respuestas, aunque sabía que muchas de ellas podrían ser dolorosas.

Mientras caminaba, una figura apareció al otro lado de la calle: Stefan. Su semblante era serio, casi sombrío, y sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de preocupación y determinación.

— Elena — dijo con voz suave pero urgente—, hay cosas que debes saber, cosas que no te he contado.

Ella asintió, dispuesta a escuchar.

— La ciudad está atrapada entre dos mundos — continuó Stefan—, el nuestro y otro más antiguo, más oscuro. Y tú eres el puente entre ambos.

Elena sintió un escalofrío recorrer su espalda.

— ¿Un puente? — preguntó, sin comprender del todo.

— Sí. Tu sangre tiene un origen que desconoces, un linaje que se remonta a tiempos olvidados. Por eso te buscan, y por eso están aquí Iker y Damon.

En ese momento, el viento se levantó, y una voz femenina se filtró entre los árboles cercanos. Elena y Stefan giraron al unísono, pero no vieron a nadie.

— Elena... — susurró la voz—. No confíes en nadie.

La advertencia flotó en el aire como un eco perdido, y ambos se miraron con inquietud.

Esa noche, Elena se encontró de nuevo con Damon. Él parecía más enigmático que nunca, con una sonrisa que ocultaba intenciones tan profundas como peligrosas.

— No todo es lo que parece — le dijo—. No todos los que dicen protegerte desean lo mejor para ti.

Elena sintió cómo sus palabras abrían una herida invisible en su corazón. La realidad se deshacía en mil fragmentos, y cada uno cortaba más hondo.

— ¿En quién puedo confiar? — preguntó con desesperación.

Damon la tomó del rostro, mirándola con una intensidad que la hizo temblar.

— En mí — dijo—. Porque solo yo puedo mostrarte quién eres realmente.

Mientras tanto, en la oscuridad de la noche, Iker Pierce observaba desde las sombras. Su mirada estaba fija en Elena, pero en ella se reflejaba un conflicto interno, una lucha entre la lealtad y un oscuro destino.

Iker sabía que la llegada de su hermana Katherine cambiaría el equilibrio de fuerzas en Ashwood, y que Elena sería el centro de esa tormenta.

— Katherine volverá — murmuró para sí—. Y entonces nada será igual.

En los días siguientes, Elena comenzó a experimentar sueños extraños, visiones fragmentadas de un pasado que no recordaba, de lugares y personas que parecían llamarla desde otro tiempo. En sus sueños, una mujer de cabello oscuro y ojos brillantes le sonreía con una mezcla de malicia y melancolía.

La mujer era Katherine Pierce.

Elena intentó resistir la creciente oscuridad que la envolvía, pero cada encuentro, cada palabra, la arrastraba más profundamente hacia un mundo donde la línea entre el bien y el mal se borraba.

Una tarde, mientras estudiaba en la biblioteca, encontró un libro antiguo sobre mitos y leyendas locales. Al abrirlo, una página cayó y al levantarla vio un símbolo extraño, parecido a un antiguo emblema familiar.

Al tocarlo, sintió un frío intenso recorrer su cuerpo, y una voz interior le susurró: “El pasado despierta, y con él, el destino.”

Stefan apareció a su lado, preocupado.

— Ese libro contiene más de lo que imaginas — dijo—. Es la llave para entender lo que te espera.

Elena comprendió que ya no había vuelta atrás. Estaba inmersa en una red de secretos, y cada hilo la llevaba más cerca de un enfrentamiento inevitable.

Al caer la noche, Damon y Stefan se encontraron en un antiguo molino a las afueras de Ashwood. La tensión entre ellos era palpable.

— No puedo dejar que ella se pierda en esta oscuridad — dijo Stefan—. Aunque eso signifique enfrentarme a ti.

Damon respondió con una sonrisa fría.

— No es cuestión de perderse, Stefan. Es cuestión de sobrevivir. Y a veces, para sobrevivir, hay que abrazar lo que tememos.

La noche avanzaba, y mientras Ashwood dormía, la guerra silenciosa entre la luz y la sombra se intensificaba. Elena estaba en el centro de ese conflicto, sin saber aún qué camino elegir.

Las piezas se movían, los destinos se entrelazaban, y la verdadera batalla estaba por comenzar.



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En el texto hay: vampiros, humana

Editado: 05.08.2025

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