Sombras eternas:cuatro relatos de terror en Hollow Creek.

Capítulo 15:La primera mirada

Theo fue el primero en notarlo. Despertó a medianoche con sed, sus piecitos descalzos pisando el suelo frío como hielo. Bajó al salón, atraído por un brillo tenue que no provenía de la luna. El espejo. Se acercó gateando, su carita redonda presionada contra el vidrio, y allí, en el reflejo, no vio la habitación vacía: vio una versión de sí mismo, pero diferente. Ese Theo del espejo jugaba con un caballito de madera que el real no tenía, riendo con una boca que se estiraba demasiado, revelando dientes afilados como los de un animal. —¡Ven a jugar! —siseó el reflejo, su voz un eco burbujeante que salió del vidrio como vapor helado.

Theo retrocedió, el corazón latiéndole en la garganta, y corrió a la cama de Lila.

—¡Hermana! —¡El espejo come niños! —Ella lo acunó, atribuyéndolo a una pesadilla, pero cuando lo calmó y volvió a la cocina por agua, pasó por el salón. El espejo la capturó de reojo: su reflejo no se movía con ella. Quedó allí, inmóvil, con una sonrisa torcida que Lila no llevaba. Parpadeó, y el reflejo parpadeó de vuelta, pero un segundo tarde. El aire se enfrió, y el olor dulzón se intensificó, pegándose a su piel como una segunda sombra. —Solo cansancio —se dijo, pero esa noche soñó con Abigail Crowe: una mujer encapuchada, quemada en la hoguera, gritando que su alma se rompería en mil fragmentos, cada uno un espejo que atraparía a los curiosos. Al amanecer, Theo dibujó su "amigo" del espejo: un niño con ojos vacíos y boca sangrienta. Elias lo guardó, inquieto, pero el salón ya parecía más oscuro, como si el espejo devorara la luz.




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