Sombras inquilinas

Parte 1: ¿Quién era esa chica?

La noche obscurece cada vez más, la lluvia no cesará pronto, sientes el abrazo de la resplandeciente luna.

Tom

Tom llega por la ruta 61 de New Madison en su Shelby Mustang del 67, un tanto soñoliento cree que lo mejor es parar de una vez, pues llegará el momento de quedarse dormido y preferiría no pasar ningún accidente.
Casi como si el mundo se abriera, encontró un motel cerca, el chico con hambre y con sueño empezando a bajar las velocidades, se estacionó cerca y vislumbró a una persona dormida dentro de un cubículo.

—¿Hola? ¿Hola?—sin obtener respuesta alguna profirió un grito —¡Ey Despierta!

Agarrando como pudo su pequeño escritorio el tipo despertó de una.

Oye ¿era necesario el grito? —Casi bostezaba aquel hombre—. ¿Cuánto se quedará?

—Esta noche, gracias, ya decidiré si me quedo más.

Al momento de pagar, se metió de lleno al motel estacionando su coche fuera de la habitación 23, con un hambre voraz se le antojó algo, por suerte había una máquina llena de chatarra, y como no había nada alrededor pues al menos para matar el hambre, pero antes que nada tendría que evacuar la vejiga.
Estando en la habitación no muy grande, apenas con una pequeña televisión y un baño no muy apreciable, Tom yacía en una cama no muy cómoda también.
Pasan los minutos, los segundos, parece que el tiempo se detiene por mucho, hay ruidos raros, sollozos provenientes de... ¿De dónde demonios provienen? Del otro cuarto piensa Tom, ese gemir saliente de una pared, llega un momento en que siente escalofríos, en la piel siente como si le hubiesen echado agua helada pese a estar cobijado; afuera no se escucha ni un alma.
Son las tres menos cuarto, en el celular no hay señal, no le queda mucha carga, trata de enchufarlo a una corriente de luz pero, eso causa un pequeño choque eléctrico.

—Tenía que pasar justo eso. —profirió Tom en susurro con una muy evidente molestia.

Al pasar eso, la luz desapareció dejando la habitación tan solitaria. Afuera el viento y la lluvia siguen igual, incluso peor... sólo se espera el movimiento del picaporte, pero, no pasa nada, Tom trata de cerrar lo ojos pero es algo en vano, al abrirlos ve en la parte del umbral abierto, y a un hombre detenido ahí... salta de la cama pero al observar detenidamente está cerrada, la puerta está cerrada, con mucha confusión se dirige a observar por la ventana grisácea la parte de afuera, no hay nada raro alrededor.
Se devuelve a la cama, mirando a la nada, empieza a caerse en el gran agujero placentero del sueño.
Llegada la mañana, Tom se levantó justo al alba, se volvió a vestir con su chaqueta de cuero de tono marrón, (adquirida en una noche que salió sin destino alguno, estando por una tienda, encontró una oferta de ella, a muy buen precio, al verla le gustó y decidió gastar todo lo que llevaba en él), tenis Converse, y pantalón azul medio rasgado por el uso, estando afuera, abrió la puerta del automóvil cuando recordó lo sucedido la noche anterior, se dispuso a cerrarlo y a caminar en dirección del tipo encargado del cobro, que en ese momento se encontraba comiendo medio Hot dog lleno de cátsup, con una soda a un lado.

—Hola, oye tenía una pregunta, ¿hay alguna posibilidad de qué alguien haya entrado a mi cuarto?

—Hmm, no lo creo hermano, está vigilado todo, y revisé la cámara y no hay ningún movimiento raro. Siempre los checo cada día, es mi trabajo.

—De acuerdo, bueno aún así gracias. —Dijo sin convencerse del todo.

Tom se dirigió nuevamente a su coche.

Siendo ya el atardecer, no había manera de que no comiera, así que se detuvo en un pequeño restaurante fuera de New Madison, encargó café y un platillo con huevos revueltos, no era la gran cosa pero tampoco disponía de mucho dinero, de fondo se oía al buen Robert Johnson.

—Hola. —Saludó una chica, a lado de Tom.

—Hola, amm, todavía no acabo, pero te encargo otro café, gracias.

—Ah lo siento, no trabajo aquí, sólo buscaba a mi hermano, y de espaldas se asemejan.

—¿Qué? Ah, no, yo lo siento, que distraído, por favor toma asiento, ¿quieres algo?

—No gracias, bueno, es que hace tiempo que no veo a mi hermano, y como él suele venir a visitarme, soy Luna —decía mientras me extendía la mano.

—Un gusto, yo Tom.

—Hmm, y qué haces por aquí, no te ves que seas de este lugar.

—No, en realidad no, casi todo el tiempo estoy en un lugar y en otro, es un asco.

—Déjame adivinar, saliste de casa de tus padres en busca de algo genial, pero te diste cuenta de que todo no sale ni tantito como pensabas.

—¿Por qué eso me hace pensar que tú estás igual?

—Si bueno, lo es.

—Lo siento Luna, debo seguir mi camino, voy para Ransfell, tengo que ver que alguien esté bien, ¿gustas que te lleve o seguirás esperando a tu hermano?

—Perfecto yo voy cerca, déjame despedir de mi amiga.

Tom, saliendo del restaurante subió a su Mustang, al darse cuenta de la llegada de la chica, estatura media alta, cabello largo castaño muy claro, linda en su aspecto, llevaba camiseta de tirantes, Tom la percibía sensual.

—Lindo auto, mi padre tenía uno parecido.

—Qué gran hombre. —Dijo Tom al empezar a arrancar el auto.

Estando ya en la carretera rumbo a Ransfell, se encontraron con la sorpresa de gasolina baja.

—Diablos, tengo que bajar a alguna gasolinera, ¿sabes si hay alguna cerca?

—Creo que por este camino, sólo baja —señaló un camino hacia la izquierda, donde se veía un cartel que decía Rivermon; entrando en una pequeña localidad casi fantasma, se pararon junto a la gasolinera mientras se veía a un anciano sin camiseta, demacrado y con un palillo entre los dientes (que estos tenían la pinta de haberse podrido hace años).

—Hola, necesito llenar el tanque.

—Lindo auto chico, su color azul obscuro le sienta bien.




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