Sombras inquilinas

Parte 2: Mujer sin ojos

Saliendo de casa de sus padres, Tom se sintió vigilado, desde que salió de aquella gasolinera, caminando directo al coche, en la acera de enfrente se encontraba el señor Raymond, que lo saludó. El viejecito Raymond es un señor que vivió puede que incluso antes de que creasen esta manzana, cuando iba Tom a la escuela primaria sus papás siempre trabajaban, mientras él se quedaba solo, el viejecito de enfrente, siempre a la hora de irse a esperar el camión iba a avisar al pequeño Tom que ya era hora.
En una ocasión de día de Halloween los chicos del barrio junto con Tom (sin que el quisiese), comenzaron a aventar huevos a la casa del viejo, cuando todos los padres se enteraron de dicha situación, fueron a preguntar quién de los niños había sido, él no acusó a Tom, haciendo que le guardase mucha gratitud desde entonces.

—Hola Tommy. —Decía acercándose lentamente el viejecito.

—Ey don Raymond ¿qué tal va todo? Sólo venía para ver que todo estuviera bien.

—Todo está bien chico, me pidieron que si te veía te diera esto. —Sacando de su chamarra tipo bomber un pequeño pliego, se lo dió.

—Guau, gracias señor qué amable. —Dijo extendiendo una sonrisa al viejito.

Abriendo el papel decía: "Hola Tommy, papi y yo nos tomamos unos días en Hallmon Fill Lake, dejamos comida por si tienes apetito, nos veremos pronto."

Subiendo al mustang, el chico decidió irse.
Estando ya por la carretera 90, por debajo de los ochenta y cinco kilometros, Tom se preguntaba quién era esa mujer, y porqué desapareció de esa manera.
De pequeño le sucedió algo parecido, pues su mejor amigo Scott había faltado a clase por tener fiebre, una niña le habló en todo ese día de clase, al día siguiente, al contarle a Sott de su nueva amiga, jamás la volvió a ver, no recordaba tal suceso desde muchisim...
Deteniéndose en seco, algo le salió por enfrente del auto, un animal, una persona, quién sabrá, a casi 10 metros la persona o cosa que yace en el suelo no se ve que se mueva, saliendo del auto con un gran susto, Tom se dirige a eso, vislumbra a una persona, una mujer, al momento de mover su espalda para ver su cara, roja, el ojo izquierdo no se encuentra y el derecho está colgando y reposa en su pómulo, la mujer mueve la cabeza a su dirección y pronuncia en tono de grito, "¡vendrán por ti!"...

—¡Ey amigo! despierta. —Con un sobresalto despertó.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —Preguntaba Tom muy confundido pues se encontraba en su auto aún.

—Dime tú, estás en media carretera, si un camión pasa arrasará contigo y tu auto, no tienes luces de prevención, ¿cómo te pudiste quedar dormido, estás loco?

—¿Y la mujer? —Decía mientras salía del coche.

—¿Qué mujer, viejo, estás bebido, o drogado? —Con gran asombro pronunciaba aquel hombre de piel aceitunada y con una gorra azul hacia atrás—. Bueno, ten más cuidado, estas situaciones son oro para algún policía.

—No, lo siento, no sé de qué hablo, gracias por decirme y despertarme. —Y más para sus adentros susurró—. ¿Qué carajos me pasa, dormirme en plena carretera, idiota, idiota. —pensó el chico al volver a arrancar el auto.

Tom parándose en una tienda cerca de la carretera minutos más tarde, entró por un sandwich frío y una Coca-Cola.

—Son dos con cincuenta -espetó el empleado de "Jully's"-

—Sí, gracias. Disculpa, ¿sabes dónde queda un motel cerca?

—A tres millas siguiendo de aquí.

—Perfecto, necesito un lugar donde descansar.

Siguiendo recto ahora yendo a setenta y cinco en su auto, encontró un motel llamado "Byron". No se veía tan lujoso, era un edificio con varios pisos eso sí, y para los coches es un lugar muy obscuro, de hecho se ve peor que el anterior, al entrar se percibe algo tétrico en él.
Ya estando regristado, Tom se encaminó al dormitorio 14, incluso el número uno no está, solamente se ve el cuatro, pero sabe que es ese por el doce que está un dormitorio
atrás, pues la habitación trece no tiene ni un número en la puerta.
Cerrando con buen seguro la puerta (y el seguro es una silla acomodada desde el piso al picaporte), Tom se quitó sus tenis, su chaqueta, y en el momento de acostarse o sentir la cama, volvió a caer en el agujero placentero del sueño.




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