Sombras inquilinas

Parte 4: Ya se acercan

Por favor por favor que sea un maldito sueño, que sea un maldito y desgraciado sueño, por favor...


<<—Tom, Tom ven hijo. ¿Le puedes enseñar a mamá qué es lo que dibujaste?
Mostrando un dibujo hecho por él, donde había una niña y un niño hechos a palitos tomados de la mano.
Tom qué buen dibujo, pero dime ¿quién es esa niña de allí?
No lo sé, a veces la veo, me visita en mis sueños, un día estuvo en mi escuela y jugamos mucho.>>


—Tom, te volviste a quedar dormido, carajo. —Decía molesta Luna, eran alrededor de las tres y treinta. La madrugada desprendía una sensación de temor, pues la neblina no cesaba y la calle no se veía con claridad, además de parecer que los árboles murmuran entre ellos.

—Hol, hola, qué pasa, ¿me quedé dormido de nuevo? ¿Cómo es posible eso?

—Lo mismo me pregunto, en fin, debemos hacer esto, es el momento perfecto, comenzamos...

—Espera, ¿qué hago?

—¿Tú? Nada, yo haré todo. En cualquier caso no puede resultar bien si intentas hacer algo. Necesitamos algo de sangre, y no te preocupes, espero sirva el de la rata esta; ¡ajá! Y...

—Auuuch, ¿qué demonios? me hubieras avisado por lo menos —Luna había destripado a una pobre rata y rasgó el brazo de Tom con un pequeño vidrio de una botella rota.

—Bien, servirá, comencemos. —Decía, y en opinión de ella nunca había recurrido a un ritual, mágico o satánico como sea.

Habiendo dibujado un sol con la sangre de la rata, y en medio más no pasada desapercibida, una pequeña luna, ella explica que lo que harán no es algo tan malo, como suelen ser los rituales y sangre.

Sólo hará un camino para Gregory un antiguo filósofo griego, el podrá protegerlos, no de la manera física dice, pues ya no existe, es su esencia lo que hará que ellos puedan ser un tanto invisibles por un tiempo, así les dará tiempo para ingeniar un plan estratega.

—Contesta mi llamado, sea quien sea que esté allí, ven álzate y muéstranos cómo salir de aquí. —decía Luna en un tono a grito y.

—Oye, se siente raro esto, creo que ni fun...

—¡Sí! ¡Ven a nosotros criatura!

Se veía en la parte del umbral en el cuarto del hospital, un humano pero, jorobado, muy jorobado, un ojo le resplandecía, de color azul, la parte superior del cráneo no la tenía, ni cerebro se le veía.

—Pero qué dem... —exaltado por lo que ve, Tom lo primero que hace es cubrirse sus ojos con las manos, pues así le habían dicho de pequeño, su madre solía decirle que cuando hubiera una situación donde el tuviese mucho mucho miedo, no lo dudara y se tapara los ojos, hasta ver que no había peligro alguno, en la escuela no siempre le resultaba pues llegaban a burlarse de eso, aunque nunca le importó a Tom.


Pero esta vez no había escapatoria, el humanoide seguía allí, lo único que le salía de su boca era un alarido potente, demostrando todo el mal que le perturbaba, el ente se acercaba poco a poco a ellos, Luna y Tom simplemente tenían la piel de gallina.

—Amigo, te podemos ayudar, te estábamos esperando, ¿sí me puedes entender verdad?

El humano acompañante de improvisto, sólo movía la parte del cráneo que le quedaba en señal de afirmación, le entendía.

—Pobrecillo, debió ser horrible tu muerte, pero tranquilo, ya no pasa nada, necesitamos de tu ayuda, para que las sombras no acaben con mi amigo Tom, el es Tom —decía señalando al chico—. Necesitamos que nos muestres cómo poder escondernos de ellos, de las sombras, sólo tu nos puedes ayudar y nosotros te ayudaremos a ti, se que sufres demasiado en ese lugar donde estás, yo lo estuve, pero pude salir de allí, ahora no me puedo ir pues tengo este pendiente, pero se cómo liberarte.

El humano sin cerebro entendía lo que Luna le trataba de decir, y siguió moviendo su cabeza afirmando, se erguía en sí mismo, dando media vuelta regresó al lugar del que había salido, no sin antes hacerles una seña a los chicos que lo siguieran, mirándose al unísono, fueron detrás de él.

—De acuerdo, ¿debemos confiar en... esa cosa? —Preguntaba Tom preocupado.

—Creo que sí, no tenemos elección Tom, él nos ayuda y nosotros lo ayudamos, es la regla.

Llegando a un punto cerca del hospital, al final del estrecho pasillo por el cual pasaban, se encontraba una puerta metálica, ya muy oxidada y grisácea por los años. El tipo sin el pedazo de cráneo entró sin abrir la puerta, y los dos chicos se quedaron confundidos, pero al momento se abrió lentamente desde dentro.

—No hay nada, ni tampoco el hombre muerto. —Decía Tom a la nada.

—Espera, creo que quiere que veamos algo. Sí, ¿lo ves? La ventana, afuera no se mira nada del pueblo, sólo obscuridad. Creo que debemos ir ahí, es una puerta a otro mundo, ven. —Luna le mostró el lugar a Tom, siendo un este lugar con aires de bosque pero triste, había una pequeña laguna.

El hombre muerto les mostró aquellas aguas, hermosas si no fuera por toda la obscuridad que invadía en aquel lugar.

—Supongo que quiere que nos metamos. —Dijo Luna con una pequeña sonrisa en su boca.

—El portal amigo, está abierto, lo que debes hacer es dejar de maldecirte y culparte, acuéstate en la señal que hice para poder sacarte, cierra los ojos y podrás ser libre como siempre quisiste. —Luna compadeciéndose de Gregory, le dió una de las formas para escapar de aquel lugar que yace en él, y así poder despertar en un mejor lugar, o en todo caso dormir en un lugar con tranquilidad.

Viendo como el no vivo recobraba su camino de vuelta.

—Bueno, pero está muy frío este lugar, ¿de verdad debemos? —Al decir eso, Tom no vió a Luna, ya teniendo su vista en la laguna, la observó ya adentro.

—Oh genial. —masculló Tom.

—Oh vamos nena, entra, ¿o tienes miedo a mojarte? —Burlona, se dirigía a Tom.

—Ja-ja, eres muy graciosa fíjate.




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