Sombras que arden

Capítulo 3 — Las cadenas del fuego.

El amanecer sobre Lunaris no trajo calma, sino un eco de advertencias.
Las torres del Consejo vibraban con una energía antigua, una que Lyra reconoció apenas cruzó las puertas: miedo.
Las tres especies habían sido convocadas esa noche —brujas, vampiros y demonios— bajo el pretexto de una alianza. Pero nadie ignoraba lo que de verdad se decidiría allí.

Las antorchas azules del salón principal ardían sin consumir la piedra. A su alrededor, los representantes de cada raza discutían en susurros cargados de veneno.
Lyra, en su capa de fuego, se mantuvo en silencio junto a las brujas del círculo rojo.
Dante, oculto entre los suyos, la buscó con la mirada desde la penumbra.
Sus ojos se encontraron por un instante, lo suficiente para que el mundo volviera a girar… y luego, el sonido de un cuerno ancestral partió el aire.

La Suma Hechicera habló:
—El equilibrio está roto. Los demonios han vuelto a romper los tratados, los vampiros comercian con sangre humana y las brujas ocultan magia prohibida. El Consejo ha decidido imponer La Ley de Amancipación entre Especies.

Un murmullo recorrió la sala como un temblor.

—Desde este momento —continuó la Suma Hechicera— toda relación emocional o vínculo de sangre entre razas distintas será considerada alta traición al Reino. Solo se permitirá el contacto en misiones conjuntas o alianzas políticas bajo supervisión mágica.

Un silencio espeso cayó. Los demonios gruñeron, los vampiros murmuraron entre dientes, las brujas bajaron la mirada.
Lyra sintió que su corazón ardía, pero no por la magia. Por miedo.

Dante dio un paso adelante, rompiendo el protocolo.
—¿Y qué pasa con aquellos que ya han cruzado esas fronteras? —preguntó, su voz grave y serena.
Un centenar de ojos lo miraron, algunos con odio, otros con curiosidad.
—Entonces serán purgados —respondió un demonio del alto círculo, mostrando una sonrisa afilada.

El fuego del salón pareció apagarse. Lyra apenas respiraba.
Dante sostuvo su mirada una última vez antes de girarse y desaparecer entre los suyos.

Esa noche, Lunaris se dividió en tres sombras:
🔹 Los vampiros sellaron sus fronteras, jurando lealtad al Trono Oscuro.
🔹 Los demonios regresaron a los túneles, preparando sus propios ejércitos.
🔹 Y las brujas… fueron obligadas a jurar que jamás usarían su magia por amor.

Lyra, sin embargo, sabía que el juramento estaba roto desde antes de pronunciarlo.
El fuego no se somete a las leyes.
Y aunque el Consejo pretendiera controlar la pasión, había brasas imposibles de apagar.

Esa noche, bajo la lluvia, Lyra escribió un solo nombre en el aire con su hechizo más oculto:
Dante.

El viento lo llevó hacia el norte, hacia donde los vampiros custodiaban el reino de las sombras.
Él lo sintió llegar… y sonrió.




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