Los días posteriores al ataque fueron una mezcla de calma tensa y vigilancia constante.
Lyra, aunque recuperada físicamente, sentía dentro de sí un eco de la oscuridad que la había tocado.
Cada latido de su corazón llevaba una chispa de magia que ya no le pertenecía por completo.
Dante no se separó de su lado.
Mientras ella descansaba, él vigilaba el horizonte desde la colina del valle, donde el viento traía consigo susurros lejanos de magia negra.
Una mañana, Lyra despertó con el rostro bañado por la luz del amanecer.
Tomó la mano de Dante y, con voz firme, dijo:
—Ya no podemos quedarnos quietos. Debemos advertirles a todos… esto no terminará aquí.
Dante asintió, sabiendo que tenía razón.
Así que, cuando el sol alcanzó su punto más alto, ambos abrieron un portal hacia la fortaleza del consejo.
Allí los esperaban rostros conocidos: su padre, Elden, su madre adoptiva Selene, y los padres de Dante, Adrik y Mira, antiguos guardianes del equilibrio.
La tensión era palpable, como si todos hubiesen sentido la perturbación en el aire.
Lyra se adelantó, su voz resonando con fuerza en la sala.
—Alguien, o algo, está usando magia oscura para alterar el ciclo. Mi cuerpo la sintió, la rechazó… pero no por completo.
—¿Magia oscura? —repitió Selene, alarmada—. Creímos haber sellado esa energía hace generaciones.
—No era humana —añadió Dante con tono grave—. Ni siquiera parecía de este plano.
En ese instante, las puertas se abrieron y entraron Evelyn y Lucian, seguidos por sus compañeros y los antiguos aliados de la primera guerra.
Sus rostros reflejaban preocupación, pero también determinación.
Evelyn colocó el Libro de la Vida sobre la mesa de piedra central.
El tomo vibraba suavemente, irradiando un resplandor dorado que iluminaba toda la cámara.
—El libro ya lo sabía —dijo ella—. La profecía habla de una sombra que quiere renacer usando la magia vital de los portadores de luz.
—Y eso incluye a Lyra —añadió Lucian con tono sombrío.
Un silencio pesado cayó sobre todos.
Dante cerró los puños.
—Entonces no esperaremos a que nos ataquen. Forjaremos un batallón. Si quieren una guerra, la tendrán.
Su voz encendió algo en cada uno de los presentes.
El consejo entero se levantó, y los antiguos símbolos en las paredes comenzaron a brillar.
Elden asintió.
—Llamaré a los magos del norte y a los guardianes de las puertas del viento.
Selene tomó la palabra—. Y yo despertaré a los sanadores. Si Lyra es su objetivo, necesitaremos protección constante.
Evelyn puso una mano sobre el hombro de su madre.
—No estás sola, mamá. Ninguno de nosotros lo está.
Lucian dio un paso adelante, con la mirada fija en Dante.
—Hermano, nuestros poderes combinados pueden abrir una barrera entre reinos. Pero si lo hacemos… no habrá vuelta atrás.
Dante asintió sin dudar.
—Entonces será así. No pienso perder otra vez lo que amo.
La reunión se extendió hasta entrada la noche.
Planos, símbolos antiguos y conjuros fueron desplegados sobre la mesa, mientras las velas se encendían una a una.
El batallón fue formado: guardianes, hechiceros, guerreros elementales y curanderos de luz.
Cada uno juró defender el equilibrio con su vida.
Cuando todo terminó, Lyra salió al balcón del templo.
El viento movía su cabello suavemente, y la luna bañaba su rostro con un brillo sereno.
Dante se acercó y la abrazó por detrás, apoyando su frente en la de ella.
—¿Tienes miedo? —susurró él.
—Sí —respondió con sinceridad—. Pero más miedo tengo de no intentarlo.
El valle, en silencio, parecía prepararse con ellos.
Las estrellas titilaban como si escucharan su juramento, y en el horizonte, una sombra se movía entre las nubes.
La oscuridad se acercaba.
Pero esta vez, el mundo no estaba solo.
La luz estaba reunida, y el batallón de Lyra y Dante estaba listo para pelear.
> “Porque la magia no es buena ni mala…
todo depende de quién la use para amar o para destruir.”