Sombras que arden

Capítulo 29 — Promesas de Luz.

Habían pasado semanas desde la guerra.
El valle, antes marcado por fuego y destrucción, florecía de nuevo.
Los árboles volvían a tener hojas, los ríos a cantar, y el aire estaba impregnado de una calma que parecía mágica.

Lyra se recuperaba lentamente, rodeada del amor de su familia.
Cada mañana, Dante la acompañaba a caminar entre los jardines reconstruidos, tomados de la mano, como si el tiempo se detuviera solo para ellos.

—¿Recuerdas cuando pensábamos que el amor entre nosotros era imposible? —preguntó Dante, sonriendo mientras la miraba.
—Y míranos ahora —respondió ella, con la mirada brillante—. Después de tantas batallas, seguimos aquí… juntos, más fuertes.

Dante besó su frente con ternura.
—Nuestro amor sobrevivió a todo, incluso a la oscuridad.
Lyra apoyó su mano en el vientre, donde ahora latía una energía nueva, cálida y tranquila.
—Y esta vez —susurró— será un comienzo sin dolor.

Esa misma tarde, la familia entera se reunió en el gran salón.
Era el primer día de paz oficial entre todas las especies, un día para celebrar.
Velas flotaban en el aire, la música de los elfos resonaba en los pasillos, y las brujas danzaban entre destellos de magia.

Evelyn fue la primera en hablar, con el Libro de la Vida en sus manos, símbolo de su linaje y poder.
—Madre, padre —dijo, con una sonrisa nerviosa—. Quiero compartirles algo importante.
A su lado, el joven vampiro —alto, de mirada noble y aura tranquila— tomó su mano.
—He pedido la mano de su hija —anunció con voz firme—. Y prometo honrarla con mi vida, como su padre lo hizo con usted.

Lyra sintió que el corazón se le llenaba de ternura.
Dante se adelantó, apoyando una mano en el hombro del joven.
—Entonces que el amor los guíe como nos guió a nosotros —dijo con orgullo.

Las brujas aplaudieron, los vampiros sonrieron, y el aire se llenó de luz.
Pero la emoción no terminó ahí.
Lucian se levantó, su mirada fija en su hermana y luego en su madre.
—Y yo también tengo algo que decir —declaró.

A su lado, la joven demonio, de ojos carmesí suaves y cabello como fuego líquido, lo observaba con amor.
Lucian tomó su mano y se arrodilló frente a ella.
—Desde el primer día supe que eras mi destino. Quiero que luches a mi lado, y también que compartas mi paz. ¿Te casarías conmigo?

El silencio se rompió con un grito alegre de Evelyn y una carcajada de Dante.
La demonio asintió, con lágrimas brillando en sus ojos.
—Sí… sí, mil veces sí.

Lyra no pudo contener las lágrimas.
Los miró a todos: sus hijos, sus parejas, su esposo, su hogar reconstruido.
Tanto dolor, tantas guerras… y al fin, la recompensa.

Evelyn se acercó a ella, abrazándola.
—Gracias por enseñarnos a amar sin miedo, mamá.
Lyra la sostuvo con fuerza.
—El amor siempre fue nuestra magia más poderosa, hija.

Dante los observaba a todos, su mirada llena de orgullo.
Luego tomó a Lyra de la mano y la llevó hacia el balcón del castillo.
Desde allí, el cielo se extendía cubierto de estrellas.

—¿Sabes qué pienso, amor? —preguntó él.
—¿Qué cosa? —respondió ella, apoyando su cabeza en su pecho.
—Que al final, todo valió la pena. Que incluso las sombras fueron necesarias para que apreciáramos esta luz.

Lyra sonrió, acariciando su vientre con ternura.
—Y pronto, esta luz será aún más brillante —dijo con voz suave.

Dante la miró sorprendido.
—¿Entonces…?
Ella asintió, sus ojos llenos de lágrimas.
—Sí, amor… viene otro pequeño camino.

Él la abrazó con fuerza, riendo entre sollozos, mientras las estrellas parecían arder sobre ellos.
En el salón, las risas y la música seguían.
Evelyn bailaba con su prometido, Lucian con su futura esposa, y el fuego de las antorchas iluminaba un futuro lleno de promesas.

Por fin, la paz era real.
Por fin, la familia estaba completa.

> “Porque incluso tras las guerras más oscuras,
el amor siempre encuentra la manera de renacer.”




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