Sombras que arden

Capítulo 30 — Un Nuevo Amanecer.

El sol se alzaba sobre el valle con una calidez distinta.
Por primera vez en años, no se escuchaban tambores de guerra ni ecos de hechizos en la distancia. Solo risas, música y el dulce aroma a flores recién abiertas.

Lyra y Dante caminaban tomados de la mano por los jardines del castillo, donde la vida volvía a florecer.
Ella llevaba un vestido blanco de lino, el vientre apenas redondeado bajo la tela, símbolo de un milagro que ni el tiempo ni la oscuridad pudieron arrebatar.

—¿Te sientes bien? —preguntó Dante, con una mezcla de ternura y emoción contenida.
Lyra sonrió—. Mejor que nunca. Esta vez todo es diferente, puedo sentirlo… la vida en mí brilla como el fuego del amanecer.
Dante la abrazó, cerrando los ojos.
—Gracias, amor, por devolvernos la esperanza.

El murmullo de la celebración llegó desde el salón principal.
Ese día no solo se festejaba el renacimiento del reino, sino también la boda de su hija Evelyn.

El gran salón estaba decorado con luces flotantes y pétalos que danzaban en el aire, movidos por hechizos de alegría. Vampiros, brujas, demonios y humanos convivían en armonía, compartiendo el mismo aire, la misma paz.

Evelyn entró vestida con un traje hecho de hilos de plata encantada, bordado por su madre y bendecido por las brujas ancestrales. A su lado, el joven vampiro la esperaba, con el rostro iluminado por una sonrisa que hablaba de amor verdadero.

Lucian, con su prometida demonio, caminó tras ellos, orgulloso y feliz.
El consejo entero los observaba, y por primera vez, no con juicio… sino con respeto.

Lyra y Dante fueron quienes los acompañaron hasta el altar.
Cuando la música cesó, fue Lyra quien tomó la palabra:

—Hoy, ante todos los reinos, celebramos el fruto de la unión que antes fue prohibida… y que ahora es nuestra mayor fortaleza.
El amor que supera el miedo, el amor que crea vida y esperanza.

Evelyn miró a su madre con lágrimas en los ojos.
—Todo lo que soy te lo debo a ti, mamá.
Lyra le acarició el rostro—. No, hija. Eres tú quien nos enseñó que el amor puede renacer incluso de la guerra.

El sacerdote de las especies unidas levantó las manos.
—Que la unión de estas almas sea el símbolo eterno de la nueva era.
Y con un toque de magia, Evelyn y su amado quedaron enlazados por un lazo de luz.

El aplauso fue ensordecedor.
Las llamas del salón se encendieron solas, los dragones sobrevolaron el cielo, y el valle entero celebró el fin de siglos de separación.

Dante tomó la copa de cristal y brindó:
—Por el amor, por la unión… y por lo que viene.

Lyra, con una sonrisa serena, puso una mano sobre su vientre.
El gesto no pasó desapercibido. Evelyn la miró, sorprendida.
—¿Madre…?
Lyra asintió suavemente, con lágrimas de alegría.
—Sí, hija. Vas a tener un hermanito… o tal vez dos.

El salón estalló en risas, aplausos y gritos de felicidad.
Dante la abrazó con fuerza, su voz quebrándose entre la emoción.
—El destino nos da otra oportunidad, Lyra. Esta vez… sin dolor, solo luz.

Evelyn y su esposo se unieron al abrazo, seguidos por Lucian y su prometida.
La familia entera, unida en un círculo perfecto de amor, magia y esperanza.

Esa noche, bajo la luna llena, las especies celebraron no solo una boda…
sino también el comienzo de un nuevo linaje, el legado de Lyra y Dante:
una familia nacida de la unión imposible, ahora destinada a proteger la paz de todos los reinos.

> “Porque el amor que desafió las leyes del mundo
ahora escribe su propia historia…
una historia sin fin.”




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