Julian no era como su abuelo. No usaba bastón ni vestía con trajes a medida heredados. Pero tenía algo más peligroso: paciencia. Y una memoria entrenada por el resentimiento silencioso de haber sido siempre “el joven brillante que aún no es tiempo de tomar en serio”.
Trabajaba desde un despacho más pequeño que el de los socios. Pero observaba todo.
Cuando Lady Vólkova apareció, supo que algo se había movido. Revisó registros. Su fondo suizo no tenía historial antes de hace tres años. Su pasaporte, perfecto. Demasiado perfecto. Ninguna fotografía previa. Ningún escándalo. Ninguna mancha.
—No existe tal cosa —murmuró para sí mientras analizaba la documentación con un algoritmo que solía usar para detectar fraudes en campañas políticas.
Una noche, cruzó un dato inquietante: un alias registrado en un despacho fiscal de Chipre. El nombre estaba vinculado a una empresa que había interferido con una operación que Julian conocía de cerca: la adquisición encubierta de una red de telecomunicaciones en Ucrania. Él había estado a cargo de esa operación. Y esa interferencia había sido devastadora.
Ahora, esa misma interferencia tomaba café con su abuelo cada semana.
Julian no compartió su hallazgo. Aún no.
Observaba a Lady Vólkova desde lejos, con la precisión del entomólogo que sabe que el insecto más bello puede ser también el más letal.
Y por primera vez en años, se sintió emocionado.
No por miedo.
Por desafío.
#511 en Thriller
#389 en Detective
#73 en Novela policíaca
thriller de espionaje elegante, drama político internacional, suspenso psicológico refinado
Editado: 05.05.2025