Estambul, tres años antes
La noche olía a azufre y menta. En la terraza de un hotel boutique, Anastasia —aún con otro nombre— entregaba un maletín a un diplomático caído en desgracia. El trato era simple: ella ofrecía una salida. Él, acceso a un sistema cifrado de comunicaciones satelitales. No hubo palabras innecesarias.
El diplomático murió dos semanas después, en un accidente de tránsito. El sistema satelital reapareció, discretamente, en manos de un consorcio suizo.
Anastasia no necesitaba recordar aquello. Ya lo había integrado en su estrategia.
***
Londres, presente
La noticia llegó durante una reunión del comité de inversión. Un fondo catarí, asociado de forma indirecta a los Vanderleigh, había sido intervenido por el gobierno francés. El motivo: presunto financiamiento ilícito de infraestructura tecnológica en Europa del Este.
Nadie lo vio venir. Nadie excepto Lady Vólkova.
Ella ya había vendido su participación en esa rama del fondo hacía seis semanas. Lo había hecho de forma progresiva, discreta, a través de cuentas interpuestas. Cuando el escándalo estalló, ella era inocente. Y ajena. Pero no sorprendida.
Julian, en cambio, sintió algo helado correrle por la espalda. Volvió sobre los informes. Había un patrón. Demasiado perfecto.
Ella no reaccionaba a los eventos. Los predecía. O peor: los provocaba.
Esa misma noche, en su despacho, escribió en su cuaderno de cuero negro:
"Lady Vólkova no está aquí por dinero. Está aquí por algo más profundo. Tal vez por todos nosotros."
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thriller de espionaje elegante, drama político internacional, suspenso psicológico refinado
Editado: 05.05.2025