Sombras y lealtades

Capítulo 6

La transformación de Sara continuaba sin pasar desapercibida para Alejandro. Durante semanas la había observado, al principio con indiferencia, luego con creciente intriga. Esa dulzura que siempre parecía emanar de ella ahora era reemplazada por una determinación y frialdad que él no esperaba. Para alguien acostumbrado a ocultar su propio lado vulnerable, ver aquel cambio le despertaba una curiosidad que no podía evitar.

Esa tarde, en la universidad, se cruzaron en el pasillo de la biblioteca. Ambos se miraron brevemente antes de que él decidiera acercarse para romper su habitual muro de distancia. Algo en él sentía que aquella chica dulce, ahora convertida en una fortaleza de hielo, tenía mucho más por descubrir de lo que él había imaginado.

—Sara —la llamó en voz baja al acercarse y cruzar sus brazos—. Parece que has cambiado mucho últimamente.

Ella levantó la vista de sus apuntes para observarlo con un leve atisbo de sorpresa, aunque sin mostrar ninguna emoción evidente.

—¿Te sorprende? —preguntó con tono neutral, aunque sus ojos verdes destellaban con la misma intensidad desafiante que él había visto en las últimas semanas.

Él la miró, buscando alguna pista que revelara qué había desencadenado esa transformación.

—Más que sorprenderme, me intriga. No esperaba verte tan… ¿cómo decirlo? Tan decidida —admitió con su mirada fija en ella.

Sara se quedó en silencio para observarlo con detenimiento, preguntándose por qué, después de tanto tiempo, él estaba mostrando interés. Aunque una parte de ella quería abrirse y responder, su instinto de autoprotección era más fuerte.

—Creo que todos cambiamos, Alejandro. Tarde o temprano, aprendemos a ver las cosas como realmente son —respondió con un tono enigmático.

Él no pudo evitar sentir una extraña conexión con esa respuesta. Había algo en la forma en que ella lo miraba, en la seriedad que emanaba, que despertaba en él una sensación de familiaridad. Aquel era el tipo de actitud que él mismo había aprendido a adoptar para protegerse. Y, pese a que no lo decía, había algo en aquella frialdad que compartían que lo hacía sentirse comprendido, de una forma que pocas personas lograban.

—Quizás. Aunque no muchos tienen el coraje para hacerlo —añadió él, insinuando una conexión implícita entre ellos. Sabía que hablar en este tono, sin palabras explícitas, tenía un peso sobre ella que entendería.

Ella sostuvo su mirada y, por más que intentaba mantenerse seria, algo en su interior se aflojaba ligeramente. No esperaba esta vulnerabilidad en él, y aunque no quería admitirlo, le gustaba descubrir este lado de él.

—No es solo cuestión de coraje, Alejandro —dijo con suavidad, después de un momento de pausa—. También es cuestión de sobrevivir en este mundo sin dejar que te arruinen.

Ambos se quedaron en silencio, compartiendo una comprensión tácita. El chico sintió una extraña conexión con ella que iba más allá de las palabras. Sin saber exactamente por qué, decidió romper la distancia y confesar una parte de él mismo que raramente compartía.

—Tienes razón. Supongo que a veces solo necesitas recordar quién eres para no perderte. Aunque no todos lo entienden —dijo él en voz baja.

La conversación quedó flotando en el aire, dejando a los dos con la sensación de haber compartido algo importante. Era una conexión inesperada, un reconocimiento mutuo que iba más allá de las apariencias.

Sara, aún al sentirse traicionada y lastimada, era consciente de que había captado la atención de Alejandro, y aunque eso le agradaba, no podía permitir que él viera sus debilidades. Durante tanto tiempo había sido vulnerable, confiando en personas que finalmente la traicionaron, y ahora estaba decidida a ser la única dueña de sus emociones.

En su interior, dudaba. Se preguntaba si él realmente estaba interesado en conocerla o si, como Tomás, también tenía intenciones ocultas. Sin embargo, había algo en él que la hacía sentir segura, una especie de comprensión mutua que no había sentido con nadie más.

Pero, en lugar de sucumbir a esa atracción, la chica se mantuvo firme. Aquel cambio en ella no era temporal, y si él quería acercarse, tendría que hacerlo bajo sus condiciones.

—Gracias por la charla, Alejandro, pero tengo cosas que hacer —le informó al cerrar el cuaderno y levantarse de la mesa.

Él la miró con una mezcla de sorpresa y respeto. Había esperado que ella aceptara su cercanía con facilidad, sin embargo, su fría despedida le dejó claro que ahora era ella quien tenía el control de la situación. Y, por alguna razón, aquello solo lo hacía querer conocerla más.

Sara se alejó, sin darle tiempo a responder, dejando al chico con una extraña sensación de desconcierto y atracción. Había algo en ella que lo cautivaba, una especie de fuerza interna que, ahora, veía con mayor claridad.

Más tarde, la chica se encontró con Emilia en el jardín de la universidad. Su amiga, que había notado los intentos del joven de acercarse a la joven, no pudo evitar comentar la situación con una sonrisa pícara.

—¿Sabes? Creo que Alejandro está más interesado de lo que quiere admitir —dijo Emilia al darle un codazo amigable.

Sara bufó, tratando de restarle importancia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.