Sombras Y Promesas

CAPITULO 2: ENTRE ABRAZOS Y DESPEDIDAS

DOS MESES DESPUÉS

ARABELLA

—¿Su Alteza está segura de que no quiere llevarse su estuche de joyas real? —Dorothea me pregunta por tercera vez.

—Sí, Dorothea, estoy segura. No creo que necesite exhibir mi tiara o mi conjunto de rubíes —le explico mientras termino de doblar mi último abrigo. No necesitaba nada que me hiciera sentir más fuera de lugar, especialmente sabiendo que estaría rodeada de hijos de magnates y algunas figuras de la realeza. Además, no creo que cause una buena impresión si aparezco con joyas de valores incalculables. Quería mantener un perfil bajo, tal vez así me resultará más fácil socializar.

Ella asiente y toma toda la ropa que he estado apilando en mi cama para empezar a empacarla en una de mis dos maletas.

Yo me dirijo a mi peinador para tomar mis últimos accesorios para el cabello. Usualmente porto lazos y pequeños ganchos para no sentirme tan simple. Pero mis ojos se dirigen al espejo. Detrás de mí, observé el reflejo de mi habitación casi vacía.

Aún no podía creer que en una hora estaría lejos de mi hogar. Tenía toda mi vida empacada y ahora, más que nunca, los nervios me consumían, aunque estaban mezclados con expectativa.

Dos semanas atrás había recibido la carta de admisión de la universidad a la que asistió George. Las otras tres universidades a las que había aplicado también me habían aceptado, pero siempre tuve mayor inclinación hacia la universidad de Escocia.

La puerta abriéndose de par en par me saca de mis pensamientos, y un remolino con cabellera rubia se abalanza a mi pecho, donde lo atrapó antes de que caiga al suelo.

—No quiero que te vayas, Ela —susurra mi pequeño hermano James con su rostro hundido en mi pecho. Su tono triste me aprieta el corazón, y me esfuerzo por no soltar una sola lágrima.

—Tengo que hacerlo, corazón. Es necesario que me prepare para ayudar a George con el país —le explicó con suavidad, haciendo que levante su pequeño rostro para verme con sus celestes ojos nublados en lágrimas.

—Entonces llévame contigo. No haré mucho ruido y me portaré bien. Ayer la institutriz me dio una estrella por mi buen comportamiento —intenta convencerme con un puchero en sus labios, luciendo triste y adorable a la vez.

Sabía que esta sería una de las partes más difíciles: la despedida. No quería admitir cuánto me dolería.

—Y estoy orgullosa de ti por eso, pero no es posible que vayas conmigo —al terminar aquella frase, siento cómo se avecina un fuerte llanto por parte de James. Sin embargo, antes de que suceda, lo arrullo contra mi pecho—. Pero eso no significa que no vendré a verte seguido. Además, le podrás pedir a papá y mamá que te lleven a donde estaré. Te prometo que no sentirás mi ausencia —acomodo algunos mechones rebeldes y grabo cada facción de su aniñado rostro.

James, a pesar de tener tan solo seis años, era increíblemente inteligente, pero con más energía de la que cualquier persona en este palacio era capaz de lidiar.

—¿Me lo prometes? —levanta su dedo meñique hacia mí. Yo asiento, tomándolo con el mío.

—Te lo prometo. Ahora ve a enjuagarte esas lágrimas para que me acompañes al avión —le doy un beso en la mejilla y él asiente para saltar de mis brazos y salir corriendo a su habitación.

Me giro para terminar de empacar, aún sintiendo un pequeño nudo en la garganta.

CUARENTA MINUTOS DESPUÉS

—Gracias, Federico —tomo mi maleta de mano que me ofrece el chofer real.

Mi madre, padre y hermanos me esperan al pie del jet, todos con una expresión triste que me apachurra el corazón y hace más difícil contener mis ganas de llorar.

—Ten un buen viaje, Arabella. Notifícame apenas aterrices. Quiero saber cómo va tu día, cada día —la imponente voz de mi padre me hace sonreír cuando termino de acercarme a todos.

—Sí, Su Majestad, como ordene —bromeó, utilizando su apelativo real. Él niega con poca gracia antes de tirarme de mi mano y darme un breve abrazo que llena mi alma.

Al separarme, estoy siendo jalada hacia el cuerpo que adivino es el de mi madre, al percibir ese usual aroma a jazmín que siempre parece desprender.

—Cuídate mucho, mi cielo, y disfruta cada nueva experiencia. Te extrañaré muchísimo —su voz entrecortada me hace apretar más y aspirar el olor a hogar. Sin duda, esto sería lo que más extrañaría.

—Y yo a ti, mamá —le susurró de vuelta con la voz amortiguada por nuestro abrazo.

Cuando nuestro tiempo acaba, otra vez estoy siendo atacada por unos bracitos que se cuelgan a mí como un mono a una rama. El pequeño cuerpo de James parece negarse a soltarme.

—No rompas tu promesa, Ela —me recuerda entre pequeños hipidos.

Yo reparto besos en su coronilla, repitiéndole que pronto nos veríamos.

Él parece ceder con mucha dificultad, y es mamá quien toma mi lugar al sostener a James, que ahora se refugia en ella para llorar con más libertad. La escena me pone aún más triste, pero un carraspeo me hace girar la cabeza hacia la última persona a la que me falta despedirme.

—Buen viaje, hermana —su tono frío casi camufla por completo la tristeza de sus ojos. Lástima que yo lo conozca demasiado bien.

—No me extrañes mucho, Georgi —esta vez soy yo quien le da un abrazo fuerte. Luego de unos segundos, siento cómo me lo devuelve.

Me separo de él para dirigirme hacia el jet y darles una última mirada antes de entrar del todo.

Dejo que mis lágrimas fluyan al compás del viento frío de Londres mientras agito mi mano hacia ellos.

Este no era solo un adiós; era el comienzo de algo nuevo, una etapa que, aunque incierta, me emocionaba vivir.

🌷------------------------------------------------------------------- 🌷

segundo capitulo, gracias por leer 🌷




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.