ARABELLA
—Celeste, la conferencia iniciará en cinco minutos —digo, mirando mi reloj con impaciencia.
Mi nueva amiga no se inmuta ante la mención de que vamos a llegar tarde. Es más, se toma su tiempo para examinar, una vez más, la fila de postres en la cafetería de la universidad.
—No te preocupes, conozco al decano Walton y es la persona más impuntual del mundo —declara con tranquilidad—. ¿Me das, por favor, la que tiene frambuesas? —le señala a la dependienta una porción de tarta.
—¿Cómo lo conoces? También es tu primera vez en esta universidad —le digo con obviedad.
Celeste recibe su postre y me voltea a mirar con esa expresión de "¿en serio preguntas?".
—Es uno de los tantos colegas de mi padre, y créeme cuando te digo que lo que tiene de inteligente lo tiene de despistado —comenta antes de darle un bocado a su tarta.
Casi se me olvida. Celeste conoce a la mayoría, por no decir a todo el mundo influyente en Europa, gracias a las relaciones de su padre.
—Por supuesto —digo girando los ojos con gracia
Ambas caminamos con calma por el campus. Yo sigo maravillada por la cantidad de árboles y zonas verdes que rodean la universidad.
Cuando por fin llegamos frente al auditorio mayor, entramos por las inmensas puertas. Muchos estudiantes ya están acomodándose en las largas filas de sillas acolchonadas. Nos dirigimos hacia las filas del centro.
Observó cómo todos se agrupan en pequeños y grandes círculos, riendo y conversando. No imaginé que hubiera tantos estudiantes nuevos este ciclo.
—Escuché que, luego de la bienvenida del decano, hablará uno de los mejores estudiantes en la última década —me explica Celeste con entusiasmo—. Hace parte de la élite de la universidad
La miró con curiosidad, pero antes de que pueda preguntarle más sobre eso, los altavoces del auditorio se encienden. Los pocos que aún estaban de pie toman asiento.
Y en el podio, un hombre de cabello blanquecino y porte elegante se aclara la garganta antes de hablar.
—Bienvenidos, alumnos nuevos, a esta su alma mater. Me complace tenerlos en nuestras prestigiosas instalaciones, que serán su hogar en esta nueva etapa de sus vidas, llenas de conocimiento y crecimiento intelectual. Soy su decano, Frederik Walton. Está de más decirles que las puertas de mi oficina estarán abiertas a su disposición…
El discurso del decano está lleno de palabras motivacionales y, en ciertos momentos, añade un par de chistes para relajar el ambiente. Todo se mantiene en completo silencio hasta que finaliza, pero la calma se rompe cuando hace un anuncio que provoca un murmullo colectivo.
—Ahora quiero darle este espacio a Elian Holstein, economista, especializado en historia del arte, máster en tributación internacional y muy próximamente con un doctorado en ciencias políticas. Es también uno de nuestros líderes en el club de política y debate.
Cuando el decano termina de hablar, de la parte trasera del escenario sube un joven alto, de presencia imponente. Algo en su manera de moverse obliga a la audiencia a prestarle atención sin esfuerzo.
Viste un traje azul marino y su cabello está perfectamente peinado. Sus ojos grisáceos recorren la multitud con un detenimiento inquietante. Un leve hormigueo recorrió mi nuca cuando tengo la impresión de que su mirada se fija en mí… pero es imposible. Enseguida se gira para estrechar la mano del decano con una sonrisa medida.
Apenas ha subido al podio y ya todos a mi alrededor lo observan con fascinación. El murmullo de voces se siente como un eco en el auditorio.
No podría asegurarlo, pero algo en él me resulta familiar.
ELIAN
La encontré en dos segundos.
Como no hacerlo si su cabello parecía una llama encendida en medio de sombras.
No estaba en la primera fila, como una princesa acostumbrada a ser el centro de atención. Se hallaba entre los demás, con un aire sereno pero atento. Su cabello cobrizo captaba la luz y, aunque mantenía una expresión neutral, sus ojos reflejaban una chispa de curiosidad.
Me permito una sonrisa casi imperceptible antes de estrechar la mano del decano y posicionarme frente al micrófono.
Todos me observan, intrigados por mi presentación. Tengo muchos títulos a pesar de mi edad, pero para lo que pretendo alcanzar, esto es apenas lo básico.
—Gracias, decano, por esa presentación. Es un placer estar frente a ustedes y compartir un poco sobre mi trayectoria en esta institución. Actualmente, estoy a la espera de la aprobación de mi doctorado en economía y puedo decirles con certeza que este ha sido un viaje lleno de esfuerzo y crecimiento…
—
OMNICIENTE
Elian mantuvo la atención de todos, pero su mente volvía constantemente a la chica en la multitud.
Cuando finalizó, una ronda de aplausos llenó la sala. Algunos estudiantes intentaron acercarse con preguntas, pero el decano intervino anunciando el cierre de la conferencia.
Arabella y Celeste se encontraban en una conversación mientras se dirigían a la salida cuando un asistente del evento las interceptó.